Eluana Englaro, la paciente en estado vegetativo irreversible desde hace 17 años, cuyo caso sacude conciencias en Italia, se halla ingresada desde la madrugada de ayer en una clínica de la ciudad norteña de Udine, que ha decidido desafiar al Ministerio de Sanidad y ayudar a la familia Englaro a acompañar a Eluana hacia la muerte. De ese modo, la clínica La Quiete (La Calma) permitirá al padre de la mujer en coma, Beppino Englaro, ejecutar la sentencia judicial, ratificada por el Tribunal Supremo, que autoriza a suspender la alimentación e hidratación artificiales a la paciente en coma.
Una ambulancia trasladó a la mujer, que tiene ahora 38 años, desde la clínica de Lecco (región de Lombardía) donde durante varios años la han cuidado con dedicación las religiosas de la Misericordia, a La Quiete, donde está destinada a fallecer. Su último viaje en la ambulancia reflejó la división que su desdichado caso ha infligido a la sociedad italiana. Era conducida a Udine por voluntad paterna avalada por la justicia italiana, lo cual comparten muchos italianos. Al tiempo grupos de católicos gritaban: "Eluana, despierta, quieren matarte."
el padre de Eluana
con foto de ella
El protocolo que será seguido en la clínica es el siguiente: durante tres días se mantendrá a la paciente la alimentación e hidratación artificiales, que serán entonces suspendidas gradualmente pero sin retirarle la sonda nasogástrica. Se le administrarán sedantes. Los médicos calculan que Eluana Englaro fallecerá dentro de tres semanas o de un mes, por parada cardiaca, y que no mediará sufrimiento físico, debido a su estado vegetativo. El personal sanitario que la atenderá es voluntario, y ha creado una asociación Por Eluana, para regular su relación jurídica con la clínica.
El Vaticano y la Iglesia católica italiana reaccionaron con gran dureza a la decisión de la familia Englaro de llevar adelante un objetivo por el que han librado una larguísima batalla legal: que se permita morir a Eluana. El cardenal Javier Lozano Barragán, presidente del Pontificio Consejo de Pastoral de la Salud, arguyó que "quitar agua y comida a una persona significa una cosa sola, matarla deliberadamente". Lozano Barragán, cuyo cargo equivale a ministro de Sanidad del Vaticano, dijo respetar las sentencias judiciales, pero emplazó al Gobierno italiano a que "detenga la mano asesina". La Conferencia Episcopal Italiana afirmó en un comunicado que "este es un momento triste para quien vela por la tutela de la vida humana".
El primer ministro del centroderecha, Silvio Berlusconi, que siempre se ha mantenido al margen del caso, optó ayer de nuevo por callar. Sin embargo, el ministro de Sanidad, Maurizio Sacconi, aseguró que el Ejecutivo "está valorando la situación desde el punto de vista formal". Según Sacconi, "a falta de una nueva regulación sobre el fin de la vida, de la cual se está ocupando el Parlamento, está muy claro que la ley vigente prevé el deber de garantizar hidratación y alimentación".
Sacconi envió el pasado 16 de diciembre una circular a las regiones indicando esa obligación para todos los hospitales y clínicas. Por temor a una sanción se echó atrás la primera clínica que iba a desconectar a Eluana, Città di Udine, concertada con el servicio sanitario público. La Quiete tiene otro régimen, y por eso no le preocupa la reacción ministerial.
4-II-09, M-P. López, lavanguardia