"Un consejo: os pueden localizar a través del móvil. Borrad todos los SMS cuando los hayáis mandado por si os detienen", Persiankiwi, mensaje twitter.
Desde hace una semana, el ciberespacio se ha teñido de verde. Acosados por las fuerzas de seguridad en las calles, los manifestantes iraníes han hallado refugio en internet, donde los largos tentáculos del régimen no han logrado alcanzarlos.
Las autoridades iraníes han hecho todo lo posible por bloquear el flujo de información. Han prohibido a corresponsales extranjeros cubrir las manifestaciones, han bloqueado la cobertura de televisión por satélite y ayer lo hacían con la de telefonía móvil. Pero no han podido con internet. Allí los manifestantes han convocado y coordinado sus protestas, han colgado fotografías y vídeos para denunciar la violenta represión y, sobre todo, han podido comprobar que el mundo entero sigue con interés lo que sucede en las calles de Irán.
En Twitter, la red social de microblogs (sus usuarios cuelgan mensajes de 140 caracteres como máximo), el tema más popular es estos días "Iran Election", y le sigue "GR88" (significa revolución verde de 1388, el año actual del calendario persa).
En Facebook han proliferado los grupos de apoyo a los manifestantes (I love Iran,Where is my vote?,Free Iran)y a través de esta red social se han convocado concentraciones de apoyo en ciudades de todo el mundo. Algunos han cambiado su lugar de localización a Teherán para confundir a la censura iraní y proteger a los disidentes. Este gesto de solidaridad tiene sus inconvenientes: si uno acude a Twitter en busca de información de primera mano de lo que ocurre en Teherán, no puede estar seguro de que su interlocutor sea realmente un iraní.
En el foco mediático gracias a los disturbios en Irán, Twitter decidió el martes posponer los trabajos de mantenimiento que tenía programados para no dejar a los manifestantes sin este instrumento. Luego se supo que el mismo Departamento de Estado norteamericano se lo había pedido, aunque Twitter se apresuró a desmentirlo y aseguró que Washington no tiene ninguna influencia sobre sus decisiones.
También el portal de vídeos YouTube ha sabido aprovechar la atención mediática. El jueves emitió un comunicado recordando que, aunque normalmente elimina los vídeos con violencia, no está bloqueando los de las protestas por su valor informativo. De hecho, ayer se colgaron varias grabaciones impactantes. En una, por ejemplo, se veía a un manifestante gritando "muerte al dictador" momentos antes de ser atacado por la policía.
Acostumbrados a la férrea censura, los iraníes han demostrado una vez más su habilidad para burlar el bloqueo. La joven sociedad iraní - el 70% tiene menos de 30 años-está muy familiarizada con las redes sociales. Un tercio tiene acceso a internet, hay 700.000 blogueros, 41 millones (el 60%) usan teléfono móvil, y cada día se envían ocho millones de mensajes SMS. En Teherán, todos los edificios de apartamentos lucen su antena de televisión por satélite, aunque esté prohibido captar cadenas extranjeras. En los cibercafés oficiales el acceso a muchas páginas web que el Gobierno considera indecentes o subversivas - blogs de disidentes, sobre todo-está bloqueado. Pero, como sucede tantas veces en este país, lo que dicta la ley no tiene nada que ver con lo que ocurre en la intimidad. En casa, los iraníes burlan la censura gracias a los servidores proxy, que ocultan la dirección IP del ordenador y proporcionan una alternativa. Los jóvenes los usan para descargarse música, series de televisión y películas prohibidas.
Los proxy suelen tener una vida bastante corta, ya que en cuanto las autoridades los detectan quedan bloqueados. Estos días el régimen ha redoblado los esfuerzos y los servidores sólo han sobrevivido unas horas. Por eso ha sido tan importante la ayuda de la comunidad internauta, iraní y extranjera, que no se ha cansado de proporcionar nuevos servidores a los opositores. También los hackers han trabajado para desbloquear las páginas censuradas. El gran logro fue piratear la web de Ahmadineyad.
Desesperado, el régimen ha reducido la velocidad de conexión para dificultar la transmisión de fotos y vídeos. Pero la única forma de bloquear totalmente el flujo hubiera sido dejar todo el país sin conexión, una decisión radical que, al menos de momento, el Gobierno se resiste a adoptar. En las calles de Teherán las milicias islámicas dictan su ley a porrazos, pero es en la red donde el régimen tiene su verdadero campo de batalla.
21-VI-09, G. Saura, lavanguardia