cittaslow (y parecidos)

Cittaslow traza un perfil de sus ciudades como lugares poblados por "individuos curiosos ante el tiempo recobrado"; protagonistas "de la lenta y benéfica sucesión de las estaciones"; con apego a las tradiciones artesanales, al arte, a las plazas, teatros, cafés y restaurantes, a las iglesias y paisajes, y con "alegría de un vivir lento y sosegado".

En Italia nació Slow Food, el movimiento de defensa del buen comer en el respeto de los buenos productos y sabores del lugar, que cuenta con miles de adeptos en todo el mundo. De ese entramado gastronómico y agrícola surgió en 1999 el movimiento Cittaslow (de città slow, ciudad lenta, amalgama lingüística de italiano e inglés), que pretende aplicar esa filosofía a la organización y rutina cotidiana de localidades de menos de 50.000 habitantes. Objetivo: propiciar un estilo de vida lento, en el mejor sentido de la palabra.

"Para nosotros, ser slow significa interpretar la modernidad más avanzada, no homologar todo con la vida fast,rápida, introducida por modelos externos y en gran medida equivocada y contraproducente", afirma Piergiorgio Oliveti, director del movimiento, que tiene su sede en Orvieto, localidad de 20.000 almas en la región central de Umbría. Cittaslow nació de la intuición de Paolo Saturnini, entonces alcalde de la ciudad toscana de Greve in Chianti, que implicó a otros tres alcaldes (de Orvieto, Positano y Bra) y a Carlo Petrini, el patrón de Slow Food.

Hasta ahora, 120 ciudades de 16 países han abrazado este concepto de vivir, producir y consumir basado en la lentitud bien entendida. En España también hay quien lo suscribe. Begur, Pals y Palafrugell (Girona); Lekeitio y Mungia (Vizcaya); Bigastro (Alicante), y Rubielos de Mora (Teruel) forman parte de esta red. Para ser admitidos, es preciso cumplir 52 requisitos de calidad agrupados en seis áreas: políticas ambientales, infraestructuras para el buen vivir, tecnologías de calidad urbana (transportes, servicios a las personas...), agricultura, buena acogida y conciencia lenta.

El manifiesto de Cittaslow dice así: "Vivir en una città slow y administrarla es un modo de ser, un rasgo distintivo de conducir la vida cotidiana en un modo distinto respecto a otro hasta ahora mayoritario, un modo ralentizado, menos frenético, productivista y veloz, pero más humano y ecológicamente correcto, más solidario con las generaciones presentes y futuras, respetuoso de lo local en un mundo cada vez más global e interconectado".

Ser ciudades de tamaño medio ayuda, pero los promotores de Cittaslow ven factible aplicarlo a grandes urbes, que recobrarían identidad y evitarían la homologación.

"Paseando por el centro de Orvieto, encontrándonos con nuestros vecinos, socializando día a día en las plazas de las ciudades slow,no perdemos el tiempo - dice Oliveti-. Al contrario, cargamos las pilas, nos enriquecemos". Para favorecer ese estado, Orvieto ha diseñado un esmerado sistema de transporte, con control del tráfico en el casco antiguo, red de aparcamiento, una escalera mecánica en el acueducto medieval para subir a la parte alta de la ciudad, un funicular que enlaza la estación del ferrocarril con el centro, zonas peatonales...

Según sus defensores, las ciudades lentas no son perfectas, pero sus alcaldías tienen una suerte de brújula que las ayuda en la toma de decisiones políticas y administrativas. Ejemplo: Abbiategrasso, a sólo 20 kilómetros de Milán, tiene un plan comercial que impide de facto la creación de grandes superficies comerciales. Eso sale caro a las arcas municipales, pero ha preservado un sentido slow en la vida de sus 30.000 habitantes, y permite la supervivencia de más de 200 talleres artesanos.

12-VII-09, M-P. López, lavanguardia

El ritmo de vida, pero principalmente el entorno y el paisaje, tienen en esta decisión un papel crucial. Y en paralelo la autoestima y la valoración de ese paisaje en el propio territorio, yde los valores propios de cada zona, también ha ido en aumento.

Prueba de ello son los Territoris Serens. Se trata de una iniciativa impulsada por los municipios del Lluçanès, Cabrerès, Moianès, Vall del Ges, Orís i Bisaura, que han apostado por un modelo de desarrollo centrado en la gente que vive en la zona (aproximadamente 25.000 personas), potenciando la participación y el dinamismo de los agentes y los recursos propios y haciendo de la serenidad un paradigma de su estilo de vida.

"La gente se siente cada vez más orgullosa de su entorno y todo lo que ello implica, y estos son valores que también buscan quienes vienen de la ciudad", explica Bernat Vilarasau, director técnico del Consorci del Lluçanès.

"La gente que viene tiene claro lo que no quiere, pero no tan claro lo que va a encontrarse. Irse a vivir al campo para huir de la ciudad no es una solución, la clave es querer una vida más tranquila, un mayor contacto con la naturaleza y el entorno. Entonces sí hay garantías de adaptarse", dice Vilarasau. Territoris Serens podría entenderse como la adaptación de la Cittaslow en el entorno rural y también tiene como referentes otros movimientos de estilo slow: Transition Town, New Ergonomic Fundation o Local to Ludlow.

   

Una decena de parejas jóvenes se han establecido durante los últimos seis años en Lluçà (uno de los municipios de Territoris Serens, con 300 habitantes). "Algunos son profesionales liberales, otros han abierto una casa rural, una tienda o una empresa relacionada con productos de depuración de agua, y otros organizan estancias de estudiantes en el extranjero", explica la alcaldesa de Lluçà, Eva Boixadé. Entre quienes han llegado y los jóvenes de la zona que han decidido quedarse, este año el pueblo ha tenido que ampliar la guardería, que ha pasado de tres o cuatro niños al año a diez el próximo curso.

Para todo ello, disponer de internet se ha convertido en algo imprescindible y en algo por lo que luchan quienes viven en las zonas rurales, como las 230 familias, la mayoría madrileñas, que entre el 2004 y el 2008 se han mudado a un pueblo con la iniciativa Abraza la Tierra, financiada con fondos europeos y que facilita la integración de las familias en unos 900 pueblos de cinco comunidades autónomas españolas. "Ninguna de las familias ha vuelto a la ciudad", explica Eva González, socióloga y técnica de Abraza la Tierra.

12-VII-09, S. Sans, lavanguardia