China salió ayer en defensa de la junta militar de Birmania, bajo la crítica de todos los países occidentales tras dictar otra condena contra la Nobel de la Paz y líder opositora, Aung San Suu Kyi, sentenciada el martes a 18 meses de reclusión domiciliaria. "La sociedad internacional debe respetar plenamente la soberanía judicial de Birmania", dijo la portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores chino, Jiang Yu.
Por si había dudas, Pekín dejó clara su alianza con la junta militar birmana, basada en intereses energéticos, al salir en defensa de un régimen cuyo tratamiento a la Nobel de la Paz indigna a los países europeos y Estados Unidos. Según la citada portavoz, hay que dialogar y no criticar el caso Suu Kyi - 14 de los últimos 20 años privada de libertad-."Esto no sólo conviene a los intereses de Birmania (o Myanmar, según el término oficial) sino que va en beneficio de la estabilidad regional".
Asimismo, el gobierno chino dejó ayer claro que se opondrá a cualquier sanción o reprobación severa a Birmania por parte de Naciones Unidas. De hecho, los 15 estados miembros del Consejo de Seguridad la ONU se reunieron el martes sin consensuar siquiera una mera declaración. La cosa no fue mejor ayer, cuando la falta de consenso impidió la reanudación de la reunión para analizar una posible condena por la prolongación del arresto domiciliario de la líder opositora. Los quince miembros del órgano tenían previsto retomar ayer la reunión, después de que los representantes de China, Rusia, Vietnam y Libia pidieran el martes un aplazamiento. Y en ese toma y daca ni siquiera es seguro que hoy jueves se avance algo más.
Además de China, los otros dos valedores y grandes socios comerciales de la junta militar son Tailandia y, en menor medida, India, cuyas relaciones y comercio hacen inefectivas las vigentes sanciones de EE. UU. y la UE y permiten, de facto, que Aung San Suu Kyi, de 64 años, sea la eterna prisionera de Rangún.Y que haya sido apartada de las elecciones legislativas que la junta militar ha prometido para el 2010 por culpa de la sentencia de 18 meses de reclusión (inicialmente de tres años y en régimen de trabajos forzados, pena que en minutos fue rebajada por el generalísimo Than Swe). Según los generales que se reparten el país desde 1962, las elecciones iban a ser libres y democráticas.
La única crítica asiática, tenue, ha emanado del foro de Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, que expresó "su gran decepción" por la condena de Suu Kyi, aunque Birmania es uno de sus diez estados miembros.
Aung San Suu Kyi ya durmió ayer en su residencia - donde pasará los 18 meses-después de que permaneciese desde mayo en la infausta prisión de Insein. La han condenado por infringir precisamente los términos del arresto domiciliario que ya sufría: acogió a un extraño visitante, el estadounidense John William Yettaw, que cruzó a nado el lago junto a la casa porque tuvo la visión de que la iban a asesinar, y que permaneció dos días en ella (ha recibido una pena de siete años de trabajos forzados). Los militares redoblaron ayer la vigilancia en el perímetro de la casa y levantaron una verja.
Desde Birmania, el partido de Suu Kyi, la Liga Nacional para la Democracia (LND) ha denunciado que la sentencia es contraria a la legislación birmana (se basó en una disposición de la constitución de 1974, ya derogada) y las convenciones internacionales. La LND llama a la junta militar a reanudar el diálogo y pide la libertad para su líder y los 2.100 presos políticos birmanos.
13-VIII-09, red/agcs, lavanguardia