justicia universal: Espaņa, de ejemplar a vergonzante

Carlos Castresana (Madrid, 1957), el iniciador, como fiscal, del caso Pinochet y del proceso contra los militares argentinos, es un referente de la justicia internacional. Asimismo, magistrado y juez, dirige desde el 2007, por encargo de la ONU, la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cigig). Allí se ha ocupado del caso de Rodrigo Rosenberg, el abogado que dejó un vídeo grabado, antes de ser asesinado - el pasado mayo-,señalando culpables, entre ellos el presidente ÁlvaroColom.

"El caso se mixtificó como si fuera una gran crisis de Estado. Y es cierto que durante 72 horas la gobernabilidad en el país se vio afectada. El caso en sí no es tan complejo. Y es un buen ejemplo de lo que hace la Cigig, que es aplicar prácticas que son habituales y funcionan con éxito en otras partes. En vez de hacer lo que una buena parte de la opinión pública guatemalteca y mundial estaba pidiendo, inculpar al presidente y la primera dama, hicimos lo que es la estricta técnica policial, hasta que cayó la banda.

¿Qué responsabilidad tiene el presidente ÁlvaroColom?

Espere a que terminemos la investigación. No puedo contestar.

¿La comisión fue bien recibida por las autoridades?

Fue Guatemala quien llamó a la ONU. No hubo ninguna modalidad de injerencia, y ahora nos hemos ganado el respeto.

El intento de procesar en España al ex ministro de Defensa israelí Beniamin Ben Eliezer y varios oficiales por un bombardeo en Gaza en el 2002 fue detenido por el Gobierno, que impulsó en el Congreso una reforma de la ley orgánica del Poder Judicial, que ayer fue aprobada por el Senado. ¿Qué le parece?

Muy mal. España ha sido pionera en la jurisdicción universal con el caso Pinochet. Eso fue un precedente no sólo de justicia sino de esperanza para millones de personas en todo el mundo. Destruir ese haber de la jurisdicción española es destruir la única aportación significativa que hemos hecho a la jurisdicción internacional prácticamente en toda la historia, y debería ser valorada al menos tanto como lo es fuera de España. Nunca ha sido tomada en cuenta desde su vertiente positiva, siempre ha sido considerado desde los inconvenientes, políticos, económicos, diplomáticos, que puede suscitar. Lo que se hace ahora es reformar la ley destruyendo la jurisdicción universal y violando los compromisos contraídos por España, que es lo peor que se podría hacer.

¿Qué compromisos?

Los tratados que España tiene suscritos. España firmó el convenio contra el genocidio, firmó el estatuto de Roma del Tribunal Penal Internacional y otros convenios. Si ahora la jurisdicción universal en nuestro país se reduce a las víctimas españolas, significa que la jurisdicción universal se deroga. Todos podemos entender que haya que limitar el ejercicio de la jurisdicción por imperativos políticos, pero entonces póngase un filtro de discrecionalidad política, como en materia de extradición, y que el Gobierno asuma el coste de decir que a los responsables del genocidio de Tíbet no se les persigue, o hágase lo propio con el caso de los mandatarios israelíes. Pero en vez de hacer eso nos salimos, y en condiciones penosas que destruyen precedentes de los que cualquier español podría sentirse orgulloso. Nos vuelven a llevar al rincón de la historia después de que fuimos nosotros los que sacamos el derecho de Nuremberg del congelador y lo pusimos en aplicación 50 años después.

¿Hay esperanzas de que EE. UU. suscriba el Tribunal Penal Internacional?

Sí, sin duda. Y es posible que sea en la presidencia de Obama. EE. UU. no lo ratificó, incluso retiró su firma, pero de algún modo actúa a través de Canadá, el Reino Unido o algunos países europeos. En EE. UU. empiezan a darse las condiciones y seguramente lo veremos en un plazo corto.

¿Pero no es cierto que se acaba procesando al paria, sea el presidente sudanés o los derrotados de la antigua Yugoslavia?

 
A menudo se olvida que en el caso Pinochet se procesó a alguien que no había sido previamente derrotado. Eso permitió luego que el proceso de Fujimori fuera más fácil. Hay que tener paciencia. Juzgar a las potencias del primer mundo por bombardeos es una ficción, pero se llegará. Tras el 11-S las condiciones para la justicia universal fueron malísimas. Hoy estamos un poquito mejor.

9-X-09, F. Flores, lavanguardia