Por si no tuviera suficientes quebraderos de cabeza, el primer ministro británico, Gordon Brown, se enfrenta a la humillación de tener que devolver a los contribuyentes 13.285 euros que pasó como gastos de limpieza y jardinería. El líder laborista no ha tenido más remedio que bajar la cabeza, buscar el talonario y poner un talón en el correo.
Es la misma suerte que corren más de un centenar de diputados de todos los partidos implicados en el escándalo de los gastos que sacudió Westminster antes del verano y todavía colea. Los parlamentarios esperan aterrorizados que el cartero traiga la factura de un auditor independiente especificando la suma que tienen que devolver, y que en algunos casos excede los cien mil euros.
Sir Thomas Legg, el auditor, carece de autoridad para obligar a los legisladores abusones a devolver el dinero. Pero el disgusto popular por los excesos de los políticos es tan grande en el actual clima de crisis económica y llamadas a la austeridad que quienes se resistan a rascarse el bolsillo tendrán muy difícil -casi imposible- la reelección en mayo.
13-X-09, R. Ramos, lavanguardia