Singapur se convirtió en el escenario de un encuentro inédito en las últimas cuatro décadas: por primera vez se sentaron en la misma mesa un presidente estadounidense y un primer ministro birmano.
Ayer, Obama no habló ni dio la mano al primer ministro birmano, Thein Sein. No obstante, le reclamó directamente la liberación de Aung San Suu Kyi. La líder opositora y premio Nobel de la Paz está bajo arresto domiciliario en Rangún y ha estado privada de libertad durante catorce de los últimos veinte años.
Con esta iniciativa el líder estadounidense confirma el cambio de estrategia iniciado por la diplomacia de EE. UU. el pasado septiembre hacia Birmania. Washington anunció que a partir de este momento combinará el diálogo con las sanciones, que se mantendrán si el país asiático no ofrece progresos.
Con esta actitud de mano tendida Estados Unidos quiere que el régimen birmano se comprometa a llevar a cabo reformas políticas concretas que desemboquen en la celebración en el 2010 de elecciones libres y transparentes.
16-XI-09, I. Ambrós, lavanguardia