enorme y creciente poder real y efectivo de los narcotraficantes

Al magnate mexicano Carlos Slim no le ha hecho ninguna gracia que su nombre figure en la lista de personas más poderosas del mundo junto a Joaquín el Chapo Guzmán, jefe del cártel de Sinaloa. Al presidente Felipe Calderón aún le ha gustado menos que la revista norteamericana Forbes incluya a un capo mexicano y no al gobernante del país.

En una polémica decisión, publicada el pasado jueves, Forbes ha determinado que el mafioso mexicano -al que profesionalmente identifica como traficante de drogas- figure en el número 41 de su ranking de las 67 personas más poderosas del mundo, por delante de los presidentes de Rusia, Francia y Venezuela.

Para seleccionar a los escogidos, Forbes tuvo en cuenta cuatro apartados: número de personas a las que influyen, capacidad para proyectar poder más allá de su esfera inmediata, control o acceso a recursos, y ejercicio activo del poder. La lista incluye a 67 personas, una por cada 100 millones de los 6.700 millones de habitantes del planeta.

No es la primera vez que la prensa estadounidense distingue al Chapo. En marzo del 2009, Forbes lo colocó en el sitio 701 de las 793 personas más ricas del mundo (estimó su fortuna en 800 millones de euros). En mayo, la revista Time lo incluyó entre los 100 más influyentes.

El Gobierno mexicano ha expresado su malestar a Forbes por la inclusión de Guzmán. El presidente Calderón se queja de que se enaltece a los capos de la droga y de que se compara a criminales con empresarios honestos. Luis Estrada, portavoz del Ministerio de Gobernación, advierte que la revista estadounidense hace "apología del delito".

La guerra al narcotráfico ha costado en México más de 13.800 vidas desde fines del 2006, cuando el presidente Calderón lanzó su ofensiva contra los cárteles.

Algunos mexicanos no se han sorprendido por la inclusión del Chapo en las mediáticas listas de Forbes. Guzmán es el jefe de uno de los cárteles de la droga más importantes de México; su ejército de sicarios ha dado muerte a cientos de personas. Aunque de niño vendía naranjas en la calle para comer, hoy, a los 52 años, posee un imperio empresarial y una inmensa fortuna personal.

El Chapo, considerado como el Pablo Escobar del nuevo milenio, es protagonista de narcocorridos que aparecen en YouTube. El capo más famoso y con más poder se convirtió en un personaje popular gracias a su capacidad para corromper jueces y policías, a su habilidad para evadir la justicia y sobrevivir a varios intentos de asesinato. En un episodio muy confuso que nunca fue aclarado, el 24 de mayo de 1993 el cardenal Juan Jesús Posadas murió ametrallado en el aeropuerto de Guadalajara; la primera versión de la fiscalía decía que sicarios del cártel de Tijuana confundieron al arzobispo con el Chapo Guzmán.

Guzmán fue capturado en Guatemala tras la muerte del cardenal Posadas. Extraditado a México, recibió una condena de 20 años de cárcel. Fue enviado a la prisión de máxima seguridad de Puente Grande (estado de Jalisco), desde donde continuó dirigiendo las principales rutas del narcotráfico. En la cárcel, sobornó a casi todo el mundo, incluido el guardián que le facilitó su fuga en la furgoneta de la lavandería.

La leyenda de Guzmán aumentó al escapar el año 2001 del penal gracias a la complicidad de funcionarios de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que acallaron las denuncias de corrupción de cinco celadores.

Aunque EE. UU. ofrece cuatro millones de euros -y México, uno- a quien ayude a capturarlo, las autoridades no parecen tener prisa. Fue el obispo de Durango, monseñor Héctor González, quien desveló donde vivía Guzmán. "Más adelante de Guanacevi (Durango), por ahí vive el Chapo, todos lo sabemos, menos la autoridad", dijo el prelado. Y ni así fueron a buscarlo.

16-Xi-09, J. Ibarz, lavanguardia