Una vez más, el premio Nobel de literatura es para una autora inédita en lengua catalana que sólo ha sido modestamente traducida al castellano, con dos únicas obras vivas al conocerse la adjudicación del premio (Tierras bajas y El hombre es un gran faisán en el mundo).
Con obra traducida o sin ella, Herta Müller ha causado una cierta confusión. ¿Quién es realmente? Según el Avui del pasado 9 de octubre, Müller es "una dona romanesa que escriu en alemany"; La Vanguardia no le andaba a la zaga: "El mayor galardón de la literatura recae en una autora rumana de origen germano". Es decir, justo al revés, porque Herta Müller no es una autora rumana de origen germano sino una autora germana (con pasaporte alemán, vaya) de origen rumano (es decir, nacida en Rumanía). O, para ser más exactos, nacida en una familia suaba de la región histórica del Banato.
La historia empieza en 1683. El fracaso del segundo asedio turco de Viena señala el principio del fin del imperio otomano. En 1699 el tratado de Karlowitz adjudica al imperio austriaco los territorios otomanos de Hungría y Transilvania. Y en 1718 el emperador Carlos VI (el archiduque Carlos de la guerra de Sucesión española) obtiene asimismo el Banato de Temesvar (hoy diríamos "de Timisoara"), una región a caballo de la frontera entre rumanos y serbios que ha quedado despoblada a causa de las continuas guerras.
En las décadas siguientes, las autoridades austriacas repueblan la región: entre otros, se instalan en ella grupos de germanohablantes católicos procedentes de distintas regiones alemanas y austriacas (conocidos después como suabos), entre los cuales se encuentran los antepasados de Müller. (A 90 kilómetros del futuro pueblo natal de Müller, las autoridades austriacas también fundan Nueva Barcelona, la fallida colonia diseñada para los exiliados catalanes de la guerra de Sucesión.) En 1779, el Banato queda incluido en el reino de Hungría, y excepto en el periodo 1848-1860 sigue así hasta la disolución del imperio austrohúngaro. A partir del Ausgleich de 1867 la comunidad suaba del Banato sobrevive a la política de magiarización de las autoridades húngaras, que es perceptible en el nombre de pila del suabo del Banato más famoso de todos los tiempos, János Weißmüller.
En 1918 los suabos proclaman la República del Banato, un Estado multinacional formado por rumanos, suabos, serbios y húngaros, pero la aplicación del principio de las nacionalidades se impone y la región acaba siendo dividida entre Rumanía y el nuevo Estado de los eslavos del sur (tan sólo la zona de Szeged permanece en Hungría). La mayor parte de suabos del Banato se convierten así en ciudadanos de Rumanía, donde habrán de sortear la política de rumanización de las nuevas autoridades rumanas.
Con el ascenso de los nazis al poder en Alemania, los suabos dejan de ser suabos para convertirse en Volksdeutsche. Aquí es donde empieza la desintegración de la comunidad suaba que Müller evoca en Tierras bajas. Las autoridades nazis prevén el traslado al Reich de los alemanes de Rumanía. Pero la entrada de Rumanía en la Segunda Guerra Mundial cambia los planes; ahora lo más urgente no es reasentar a los alemanes en el Reich sino enrolarlos en las SS y en la Wehrmacht; ese es el caso del padre de Müller.
Cuando la guerra cambia de signo y el Ejército Rojo invade Rumanía, muchos alemanes huyen; sobre los demás cae el azote del castigo colectivo. Las nuevas autoridades soviéticas disponen la deportación de miles de alemanes a campos de trabajo en la URSS; entre ellos está la madre de Müller, protagonista indirecta de su última novela, Atemschaukel. No todos volverán. Una vez terminada la guerra, los alemanes de Rumanía se salvan de las expulsiones masivas que ponen fin a la presencia germana en Checoslovaquia y Polonia. Las deportaciones reducen la comunidad y la colectivización de las tierras mina la base socioeconómica de su existencia, pero la minoría suaba resiste, cual fósil de una edad antigua.
Disidencia y persecución
Herta Müller nace en 1953 en un pueblo donde no hay rumanos; no aprende el rumano hasta los 15 años y después estudia Filología Germánica en la Universidad de Timisoara. En los años setenta un grupo de escritores rumanos de lengua alemana funda el Banat Aktionsgruppe; entre ellos se encuentra Richard Wagner, el futuro marido de Müller. Sus integrantes se consideran marxistas y publican sin problemas en los diferentes periódicos y editoriales de lengua alemana de Rumanía. Lo que inicialmente se plantea como una reacción estética contra la tradición suaba se convierte en una expresión de disidencia política; el grupo es perseguido y finalmente disuelto por la Securitate, que poco después fija su atención en una Herta Müller que se niega a colaborar con el régimen.
La persecución, unida a las miserables condiciones de vida y a la generosa política de la RFA de repatriar a los alemanes del Este (en continuidad con el Heim ins Reich hitleriano), allana el camino para que Müller abandone Rumanía en 1987 (como lo hace Windisch, el protagonista de El hombre es un gran faisán en el mundo, y los miles de alemanes que Windisch representa). Sólo dos años después una revolución iniciada precisamente en Timisoara derrumba a Ceausescu, pero la comunidad suaba ya está al borde de la extinción. Según el censo del 2002, en los judete rumanos que corresponden al Banato histórico sólo 17.374 personas sobre un millón son de lengua materna alemana.
Herta Müller habría podido ser una autora banatiana de lengua alemana si el principio nacionalista no hubiera guiado la disolución del imperio austrohúngaro, o una autora rumana de lengua alemana si Rumanía no hubiese caído en las garras del comunismo. Pero Müller ha terminado siendo una autora alemana de lengua alemana, en un triunfo postrero de la conocida lógica del Estado nación. Afortunadamente, nuestra escritora se halla por encima de todo esto y así lo manifestó en sus primeras declaraciones, más allá de etiquetas nacionales: "Yo soy la persona que soy".
2-XII-09, Albert Branchadell, lavanguardia