El Stonewall sigue donde estaba. Esto es, continúa siendo el mismo tipo de bar, un establecimiento de hombres, donde hace cuatro décadas irrumpió la policía de malas maneras. De esta redada desbocada surgió el movimiento gay, el gay power que se expandió como una mancha de aceite de Nueva York al mundo.
Bob, con gorra de béisbol de la que se escapa una coleta de pelo canoso que delata su veteranía, suelta una rápida respuesta, a bote pronto, desde el taburete junto a la barra. "Es una vergüenza". Y se calla para subrayar el contenido de lo dicho. Mira al interlocutor y reitera. "Una vergüenza".
Cuarenta años después, la capital del mundo, la avanzadilla ideológica, intelectual y artística, la cuna de la libertad sexual, ha visto como su nombre se vinculaba a un retroceso y no a un avance. A un paso atrás en su consideración de ciudad moderna y abierta en la que todos tienen cabida, se mire desde la perspectiva que se quiera. El senado del Estado de Nueva York se pronunció la semana pasada en contra de los matrimonios entre personas del mismo sexo. La bandera del arco iris ondea a media hasta.
Exponer esta derrota en el bar Stonewall, pese a que los líderes del movimiento han tratado de levantar la moral hablando del avance del cangrejo -un paso atrás, dos adelante-, supone abrir la caja de los truenos. A Nolan le sorprende la negativa. No quiere hablar de involución, pero sí que le parece contradictorio que el territorio en el que se encuentra una de las ciudades del mundo con un censo mayor de personas homosexuales (gais y lesbianas) se niegue a reconocer lo que, "sin duda" es un derecho que les "corresponde".
Acepta, sin embargo, que existe una confusión. Igual que muchas veces se piensa de forma incorrecta que todo Estados Unidos es como Nueva York, tampoco la ciudad equivale al estado al que le da el nombre. Del análisis de la votación se deduce que los representantes demócratas del municipio votaron a favor de la propuesta, mientras que hubo seis tránsfugas en sus filas, que se pusieron del lado republicano. Los seis eran de concejos de "fuera", más conservadores, que actuaron más por intereses electorales - los comicios son el próximo año-que por motivos ideológicos, concluyeron los analistas...
Respecto al matrimonio en concreto, hoy son cinco los estados en los que es legal (Massachusetts, Connecticut, Vermont, Iowa y Nuevo Hampshire). California, lugar donde se encuadra San Francisco, la otra gran capital del movimiento gay, tiene una historia particular. Se aprobó, pero luego se echó atrás después de un referéndum. En Maine sucedió algo similar...
Nueva York se ha perdido. Al menos hasta el año 2011 no se podrá volver a plantear esta cuestión debido a las próximas elecciones. "Persistiremos", subrayan los responsables del movimiento gay. Si esa meta se ha alejado, hay otras batallas más próximas. Una de las grandes bazas con la que cuentan es que el consejo municipal de Washington DC apruebe los matrimonios entre personas del mismo sexo el próximo mes de enero. También ha actuado como un lenitivo que esta misma semana se haya conseguido la aprobación de que esta cuestión se debata en el estado de Nueva Jersey, otro territorio emblemático de la Costa Este. Los contrarios, armados con el valor simbólico de la victoria en Nueva York, no cederán en su oposición.
13-XII-09, F. Peirón, lavanguardia