El régimen iraní respondió ayer con varias decenas de detenciones más al desafío que el domingo le planteó el movimiento reformista. Fue un gesto de autoridad para reafirmar su legitimidad, muy erosionada por una oposición que le ha perdido el miedo y el respeto y que exige, directamente, la destitución del líder supremo, Ali Jamenei.
Las calles de Teherán recuperaron la normalidad salvo en los alrededores del hospital de donde la policía se llevó el cadáver de Seyed Ali Musavi, sobrino de Mir Husein Musavi, ex candidato presidencial y cabeza de las protestas, muerto anteayer de un disparo por la espalda. La razón oficial fue la necesidad de practicarle una autopsia. De esta forma se impidió un funeral que, sin duda, hubiera servido de espoleta para más protestas. La familia no tiene noticias de cuándo podrá recuperar el cuerpo.
Su muerte es una de las ocho que, al menos, hubo el domingo en Teherán y otras ciudades durante la mayor demostración de fuerza de la oposición desde el mes de junio, cuando arrancaron la protestas a raíz del fraude que permitió al presidente Ahmadineyad revalidar su mandato.
Musavi, que terminó segundo, es la cabeza visible de un movimiento cada vez más extenso, liderado por la clase media urbana, muy fuerte y bien organizado gracias a internet. Si Musavi fuera detenido, lo más probable es que arreciaran las protestas y surgieran otros cabecillas. De ahí que el régimen, de momento, no lo toque. Prefiere presionar a su entorno, como demuestra la muerte de su sobrino y la detención ayer de tres de sus principales asesores. También cayeron varios clérigos en Qom, además de dos consejeros del ex presidente Mohamed Jatami. Entre los detenidos destacan las figuras del historiador Emmeddin Baghi, defensor de presos y activista de los derechos humanos; del ayatolá Musavi Tebrizi, próximo a Musavi, y del ex ministro de Exteriores y líder del Movimiento por la Paz (un partido religioso nacionalista) Ibrahim Yazdi.
Algunas de estas personalidades, así como el grueso de los dirigentes reformistas, son parte del sistema y tienen una reducida capacidad de maniobra. Jatami, por ejemplo, como ya intentó durante su presidencia, que acabó en el 2005, pretende salvar la República Islámica, no eliminarla.
No está claro, sin embargo, que esta sea la intención de los ciudadanos que se juegan la vida gritando eslóganes contra Jamenei. "Muerte al opresor, sea el sha o el líder espiritual", corearon el domingo unos estudiantes, evidenciando que una destitución de Ahmadineyad tampoco les contentaría.
Los manifestantes, al responder con violencia a la represión de las fuerzas del orden, muestran una radicalización de difícil vuelta atrás.
El sector más duro del régimen pidió en el Parlamento mano dura contra los disidentes. Ahmad Jatami, uno de los líderes de la plegarias de los viernes en Teherán, exigió una actuación más contundente de los Guardianes de la Revolución, el cuerpo de élite que sostiene al gobierno de Mahmud Ahmadineyad.
La creciente militarización del régimen fue una de las denuncias más claras lanzadas por el ayatolá Montarezi, referente de la oposición fallecido la semana pasada. Que Jamenei sea un rehén de los Guardianes de la Revolución es una posibilidad reforzada por su total apoyo a Ahmadineyad cuando su papel como líder supremo debería ser, a juicio de Jatami y Rafsanyani, el de buscar un acomodo a las demandas de la calle. Ahmadineyad, que hasta ahora ha contado con el apoyo masivo de los pobres, deberá esforzase por mantenerlo en los próximos meses.
Con la inflación en el15,7% y el paro en el 12%, no parece que sea el mejor momento para eliminar los subsidios a los productos de primera necesidad como ha propuesto hacer a partir de abril. De su parte tiene los ingresos del petróleo - 60.000 millones de dólares este año-,que puede utilizar para aliviar las frustraciones de la población. El populismo y la mano dura son las dos muletas que apuntalan su mandato. Ahora, además, pretende colocar en escuelas y universidades a "profesores políticos" capaces de abortar cualquier rebeldía estudiantil.
29-XII-09, agcs, lavanguardia
El régimen de los ayatolás fue ayer desafiado en las calles de Teherán y otras ciudades iraníes como no se había visto desde las marchas del pasado junio. Miles de personas se encararon con el despliegue de fuerzas de seguridad que trataban de contener las manifestaciones, arrojando piedras e incendiando decenas de motocicletas y automóviles de la policía. En el centro de la capital iraní, después de intentar dispersar la protesta con gases lacrimógenos, la fuerza armada acabó por disparar a los manifestantes, según informaban las páginas web del movimiento reformista.
Según estas fuentes, anoche se contaban cuatro muertos en Teherán y cuatro en Tabriz, en el noroeste del país. La policía sólo informó de "cinco personas muertas de manera sospechosa" en Teherán, señalando que "se está investigando". Se desconoce el número total de heridos, ya que la agencia oficial Irna sólo mencionó una docena entre los efectivos policiales, incluido el jefe de la policía de Teherán. Unas 300 personas fueron detenidas en la capital, según Irna.
Una de las víctimas mortales es Ali Musavi, de 35 años, sobrino del líder reformista Mir Husein Musavi. Así lo anunciaron fuentes allegadas al que fue candidato a las elecciones presidenciales del pasado junio. Ali Musavi falleció a consecuencia de sus heridas en un hospital de Teherán, hacia el que anoche se dirigía una manifestación.
Esta jornada de protesta es la segunda desde que se lanzó la consigna de aprovechar la conmemoración, ayer, de la Ashura (la más importante de las celebraciones chiíes) para salir a la calle a condenar el régimen de Mahmud Ahmadineyad. "Muerte al dictador" era un lema repetido en Teherán, Isfahán, Nayafabad, Qom, Arak, Shiraz, Babol, Mashhad y Tabriz.
El servicio en inglés de la televisión estatal se hizo eco de las muertes, incluida la de Ali Musavi, horas después de que el jefe de la policía, Azizollah Rajabzadeh, afirmara que "nadie ha resultado muerto, la policía no abrió fuego y los oficiales no portaban armas". La televisión atribuyó la muerte de Musavi a "atacantes desconocidos". Con al menos una línea de telefonía móvil bloqueada, internet ralentizada y la prohibición a los periodistas extranjeros de informar desde las calles, las noticias que llegan de Irán son fragmentarias y de difícil comprobación.
Estados Unidos y Francia condenaron los trágicos sucesos. Los disturbios de ayer son los más violentos desde el pasado junio - en los que hubo 70 muertos según la oposición, la mitad según las autoridades-y parecen indicar un salto cualitativo en el movimiento de protesta iraní.
En imágenes divulgadas a través de teléfonos móviles se ve a manifestantes gritando en el centro de Teherán: "¡Mataré, mataré al que mató a mi hermano!". Miles de personas cortaron calles con barricadas de neumáticos a los que prendieron fuego mientras se enfrentaban a la policía, cuyos helicópteros vigilaban las marchas desde el aire. Las agencias oficiales hablaban de "gamberros" que, siguiendo "la llamada de los medios extranjeros", "destruyeron propiedades".
Las protestas - para las que se suele aprovechar alguna conmemoración, como la del pasado 4 de noviembre, en el trigésimo aniversario de la revolución islámica-se han reactivado desde la muerte del gran ayatolá Husein Ali Montazeri, el pasado 19 de diciembre. Montazeri, de 87 años y una personalidad querida y respetada, cumplía arresto domiciliario en la ciudad santa de Qom desde hacía años.
A la excitación levantada por la muerte de Montazeri en cautiverio se sumó lo ocurrido el 23 de diciembre, cuando milicianos islamistas atacaron la casa de otro clérigo reformista, el gran ayatolá Yusuf Sanei, asimismo en Qom, y las autoridades prohibían la celebración de servicios funerarios por Montazeri fuera de la ciudad santa. Ayer, la Ashura coincidía con el séptimo día desde el fallecimiento de Montazeri.
Las autoridades temían que la Ashura derivara en una jornada de protesta, y el sábado la policía ya intentó impedir concentraciones. Sin embargo, no pudieron evitar que el ex presidente reformista Mohamed Jatami diera un discurso en una mezquita de Teherán. Mojtaba Zolnur, portavoz del Guía Supremo, ayatolá Ali Jamenei, lanzó ayer una advertencia: "La nación iraní ha mostrado tolerancia hasta ahora, pero deben saber que la paciencia del sistema tiene un límite".
28-XII-09, agcs, lavanguardia