Una estatua de 50 metros preside el horizonte de Dakar. En lo alto de una colina a las afueras de la capital senegalesa, una silueta de bronce de una mujer semidesnuda y la de un hombre con un bebé al hombro -ambas más altas que la estatua de la libertad- aguardan los últimos retoques. Pero la polémica no ha esperado a que la obra se termine. El monumento, que se abrirá al público el 4 de abril y conmemora el quincuagésimo aniversario de la independencia del país, ha despertado un gran revuelo por su elevado coste y la exigencia del presidente Abdoulaye Wade de quedarse con parte del beneficio de las visitas turísticas en concepto de derechos de autor.
"Yo soy el diseñador, quien ha concebido la idea, así que deberemos ver cómo repartir los beneficios. El Estado se quedará el 65% y yo tomaré el 35%", dijo durante una visita a las obras.
En un artículo publicado en el diario local Ouestaf, el experto en propiedad intelectual Ousseynou Nar Gueye tildó las intenciones de Wade de lucrarse con una obra gubernamental de "precedente peligroso y único en el mundo". Ayer, desde el Ministerio de Cultura de Senegal confirmaban la petición. Alassane Cissé, consejero cultural del ministerio, calificó de "normal" la reivindicación del líder senegalés, ya que "igual que un músico recibe derechos por una canción, él debe recibirlos por haber tenido la idea y ser el diseñador". El representante de cultura, que acusó a la oposición de instigar la polémica, destacó las buenas intenciones del líder senegalés: "El presidente ha dicho que donará toda su parte para construir escuelas para niños en varios países africanos; la polémica no existe".
El coste del proyecto también ha generado indignación. Según las primeras estimaciones, la obra costó 18 millones de euros en un país donde el 60% de la población vive con menos de dos dólares diarios. Un precio que el portavoz del Gobierno senegalés redujo ayer a la mitad y matizó, ya que, según Cissé, el Gobierno sólo cedió los terrenos a un promotor privado, y fue este quien encargó la estatua a constructores norcoreanos.
Cissé insistía en ver el lado positivo. "Se trata de un monumento simbólico de la libertad deÁfricacon un carácter multifuncional que dará muchos beneficios al país". El objetivo es que el proyecto, que incluye una sala de exposiciones, cines y un museo sobre las grandes figuras del panafricanismo, se convierta en una atracción turística y cree un centenar de trabajos directos y doscientos indirectos, además de ser un nuevo reclamo para la ciudad: "Un ascensor subirá hasta el hombro de la estatua del hombre y se podrá ver una vista panorámica de la ciudad fantástica".
La escultura tampoco convence al Colectivo de Asociaciones Islámicas de Senegal, que la semana pasada criticó el precio de la escultura y condenó su estilo: "Simboliza la cultura de la desnudez y la decadencia", destacó en un comunicado.
16-XII-09, X. Aldekoa, lavanguardia