(absurdas) fronteras (nacionalistas) al SIDA

En el 2004, Clemens Ruland, enfermero en Amsterdam, viajó a Estados Unidos. Lo hizo ilegalmente. No es que Ruland fuese un inmigrante sin papeles, ni un terrorista que figurase en una de las listas de nombres que tienen vetada la entrada en el país.

No. Clemens Ruland tiene el virus del VIH, que causa el sida. Cuando tuvo que rellenar el formulario que las autoridades estadounidenses entregan a los turistas, Ruland mintió en una respuesta.

La pregunta era si sufría alguna enfermedad transmisible. Ruland respondió que no. Temía que los agentes de aduanas encontrasen en su maleta los medicamentos para tratar la enfermedad y esto le delatase, pero tuvo suerte y no sucedió.

El jueves por la tarde Ruland regresó a Estados Unidos. Esta vez, sin nada que esconder. Al contrario.



Este holandés de 45 años llegó al aeropuerto John Fitzgerald Kennedy de Nueva York junto a su compañero, Hugo Bausch, y rodeado de cámaras y micrófonos. Ya no tenía nada que esconder porque, desde el lunes, los enfermos de sida pueden entrar libremente en este país.

Ruland es el primer beneficiario conocido de la ley que levanta la prohibición de entrada a las personas con VIH, firmada en octubre por el presidente Barack Obama.

La nueva legislación anula una ley de 1987, adoptada en pleno pánico por una enfermedad rodeada entonces de mitos y temores sin base científica. Junto a Estados Unidos, sólo una docena de países, entre ellos Armenia, Brunéi, Iraq, Libia, Sudán y Corea del Sur, mantenían esta prohibición discriminatoria.

"Si queremos ser un líder global en el combate del VIH/ sida, debemos actuar así", dijo Obama al firmar la ley. "Hablábamos de reducir el estigma de la enfermedad, pero tratábamos a los visitantes como una amenaza".

El presidente dijo asimismo que la prohibición se basaba "más en el miedo que en los hechos". Se daba la paradoja de que Estados Unidos es un país líder en la lucha contra el sida.

Boris Dittrich, responsable del programa de derechos de lesbianas, gais, bisexuales y transgénero en la organización pro derechos humanos Human Rights, acudió el jueves al aeropuerto JFK a recibir a Clemens Ruland y a su pareja.

"Para Clemens fue bastante emotivo", relató en una conversación telefónica. Ruland ganó el viaje a Nueva York en un concurso literario con un poema en el que, según el diario The New York Post,se lee: "Se acabó el esconderse / en las grietas de la exclusión".

Dittrich explicó que, pese a la prohibición, era habitual, como hizo Ruland, entrar en Estados Unidos sin revelar la enfermedad. Si en el formulario lo admitías "te negaban el acceso". "A veces hubo personas detenidas y devueltas a sus países porque encontraron los medicamentos en las maletas", dijo.

El caso más citado estos días es el de otro holandés, Hans Verhoef, que en 1989 fue detenido durante días en Saint Paul (Minnesota) cuando intentaba acudir a una conferencia internacional sobre el sida. Entonces, Estados Unidos dejó de organizar conferencias sobre esta cuestión.

Dittrich menciona también un encuentro en el 2001 en la sede de la ONU en Nueva York, en principio, un territorio internacional, abierto a todo tipo de dictadores y personas non gratas para Estados Unidos. A algunos de los asistentes con sida se les permitió entrar en el país, a otros se les negó la entrada y otros entraron sin mencionar para nada la enfermedad.

Una de las consecuencias del levantamiento de la prohibición será que Estados Unidos podrá organizar sin problemas la Conferencia Mundial del Sida en el 2012, tal como está previsto.

La prohibición, adoptada durante la presidencia del republicano Ronald Reagan, se aplicaba tanto a los turistas como a los extranjeros que querían vivir en Estados Unidos. Las autoridades hacían excepciones, pero los procedimientos eran tan complicados que muchos desistían. En el caso de las personas que pretendían inmigrar, se hacían excepciones para los matrimonios heterosexuales, pero no para las parejas gais, como recordaba recientemente el diario The New York Times.

En 1991, el primer intento de levantar la prohibición fracasó. En 1993, ya con el demócrata Bill Clinton en la Casa Blanca, la ley se reforzó por iniciativa del senador republicano Jesse Helms. Fue finalmente el republicano George W. Bush quien tomó la iniciativa de suprimir la ley, y ha sido el demócrata Obama quien la ha rubricado.

Esta vez, la oposición a la medida y el debate público han sido inexistentes.

9-I-10, M. Bassets, avanguardia