En Ciudad Juárez el miedo se ha convertido en terror. No utilizan bombas, pero la masacre de civiles inocentes sólo se puede calificar de puro terrorismo. Hay un cambio de táctica. Los narcos ya no centran sus ataques en bandas rivales, matan a jóvenes que no tienen nada que ver con la droga. En Ciudad Juárez asesinaron a 16, en Torreón a diez. Ni unos ni otros eran delincuentes ni potenciales sicarios. Eran estudiantes que se divertían sanamente.
"¿Qué es, sino terrorismo, el ataque a unos jóvenes que se divertían en una fiesta?", se pregunta el analista Ricardo Alemán. ¿Qué significa que una caravana de camionetas llegue a una casa, que bajen veinte sicarios para masacrar a un grupo de jóvenes? "El mensaje de terror que envían los barones del crimen es claro para todo aquel que quiera verlo y escucharlo", dice Alemán.
Las bandas criminales ya no sólo matan a individuos de manera aislada, sino que perpetran masacres. La violencia adquiere dimensiones nunca vistas en México. La impunidad permite asesinar a 16 estudiantes sin temor al castigo. El aparato mexicano de justicia es tan infame que esos sicarios no pondrán jamás un pie en la cárcel. Los asesinos se mofan de la autoridad; al ciudadano le gana el miedo y la desesperanza al ver que no hay más ley que la de quienes, con la sinrazón de las balas, imponen el terror.
El diputado Sebastián Lerdo de Tejada saca su móvil, busca la información en internet y muestra al periodista el saldo de la guerra contra el narco en el pasado enero: 904 muertos. Dice que si esa cifra se multiplica por los 12 meses del 2010, nos dará una idea del ritmo que lleva la violencia en este año: 10.848 muertos. "Está cabrón, muy cabrón", exclama el parlamentario del PRI.
Ciudad Juárez (estado de Chihuahua) es la localidad más vigilada del país. Miles de soldados y policías patrullan sus calles. ¿De qué ha servido? "Los crímenes cada vez son más horrorosos; los saldos, más pesados", dice el diputado del PRI por Ciudad Juárez Jaime Flores, secretario de la comisión de Derechos Humanos. El legislador sintetiza en tres palabras la causa del fracaso: "No hay estrategia". Más duro es el diputado Javier Corral (del gubernamental PAN), quien acusa al gobernador de Chihuahua, José Reyes, "de ser omiso y complaciente con las mafias del narco".
Alberto Islas, experto mexicano en temas de seguridad, comenta a La Vanguardia que el ejército se comporta en Ciudad Juárez como fuerza de ocupación en una guerra no declarada. "Había un retén militar cerca de donde se produjo la matanza de los jóvenes, y no hicieron nada. Los militares han mostrado su incapacidad para cumplir tareas policiales. Con rondines no van a romper la cadena logística de los narcos". Es contundente al afirmar que el ejército ha mostrado incompetencia y corrupción en Ciudad Juárez.
La masacre de jóvenes en esta ciudad mexicana ha inducido al Congreso a pedir una revisión profunda de la estrategia antinarco del presidente Felipe Calderón. Francisco Ramírez, presidente de la Cámara, destacó que "ante el aumento de muertos en todo el país se requiere un cambio profundo de estrategia". Francisco Rojas, portavoz del PRI en el Congreso, afirmó: "El combate al crimen organizado debe reorientarse, los operativos no funcionan, la mafia lleva camino de rebasarnos".
El analista Sergio Aguayo escribe en el diario Reforma que "Ciudad Juárez está enojada y desesperada". Critica a Calderón por lanzarse a una guerra sin una estrategia integral y sin asumir los deberes del comandante en jefe. Aguayo señala: "Se comprende por qué los juarenses pidieron la intervención de cascos azules de la ONU y la ayuda de la policía militar estadounidense".
4-II-10, J. Ibarz, lavanguardia