Sin cámaras de televisión. Sin rueda de prensa. En una sala de la Casa Blanca y no en el despacho Oval, como otros líderes mundiales. A puerta cerrada.
Barack Obama recibió ayer al Dalái Lama en Washington con una coreografía estudiada para no irritar todavía más al régimen chino en un momento de tensiones diplomáticas, y al mismo tiempo evitar parecer que sucumbía a las presiones para anular la reunión con el líder tibetano.
Más allá de los gestos, las palabras de la Casa Blanca para describir el encuentro fueron milimetradas para subrayar que - pese el apoyo "firme" a la vía no violenta del Dalái Lama y al respeto de la identidad y los derechos humanos en Tíbet-Estados Unidos también respeta escrupulosamente la integridad territorial china.
El Dalái Lama abandona la Casa Blanca -no fue recibido en el Despacho Oval- por un lugar donde se acumulan las basuras debido a las perturbaciones sufridas por los servicios de limpieza a causa de las fuertes nevadas.
Obama animó a chinos y tibetanos a seguir dialogando, según un comunicado de su portavoz, Robert Gibbs. El presidente y el Dalái Lama - ambos premios Nobel de la Paz-"coincidieron en la importancia de una relación positiva y cooperativa entre Estados Unidos y China", según Gibbs.
El líder espiritual - Su Santidad el XIV Dalái Lama es el título oficial: el que Obama utiliza-se declaró después "muy feliz" por el encuentro. Previsto en otoño, el presidente de Estados Unidos lo aplazó para no incomodar a China en vísperas de primer viaje a este país, en noviembre.
China considera a la región de Tíbet parte de su territorio, y al Dalái Lama un agitador antichino, al que ningún mandatario extranjero debería recibir.
La reunión de ayer llega en un momento en que los desacuerdos entre ambas potencias - cuyas economías están cada vez más entrelazadas-han salido a la luz pública, y los reproches se han intensificado.
En pocos días, Estados Unidos ha desairado a China en tres de los aspectos más sensibles de la relación: anunciando la venta de armas a Taiwán, territorio del que Pekín tampoco reconoce la independencia; criticando la devaluación de yuan que favorece las exportaciones chinas; y recibiendo al Dalái Lama. La Administración Obama no es la primera Administración que vende armas a Taiwán ni que pide una reevaluación del yuan.
Tampoco la reunión del presidente con el líder tibetano tiene nada de anómalo: los antecesores de Barack Obama llevan reuniéndose con él desde 1991. Ni es anómala la gesticulación china en respuesta a la reunión, aunque en Washington algunos ven un tono más crítico en Pekín que en ocasiones anteriores.
La coincidencia de tres incidentes en pocos días explicaría la mayor irritación china. También se ha apuntado a la creciente confianza en sí mismos de los dirigentes chinos y a la percepción de que Obama es un líder débil al frente de una potencia supuestamente en declive.
Otra explicación - mencionada por Winny Chen, experta del laboratorio de ideas o think tank Center for American Progress-apunta a un posible error de cálculo de la Casa Blanca. Tras constatar la reacción templada de China a la visita del Dalái Lama a Taiwán, y teniendo en cuenta de que ya en noviembre Washington sugirió a las autoridades chinas la reunión tendría lugar tarde o temprano, la Administración creyó que la reacción podría ser similar.
Pero el 12 de febrero, tras confirmarse la reunión de ayer, Ma Zhaoxu, portavoz del ministerio chino de Asuntos Exteriores, urgió a EE. UU. a "cancelar inmediatamente la decisión errónea" y a "no socavar la estabilidad del Tíbet ni interferir en los asuntos internos de China". También instó a "evitar socavar más las relaciones entre China y EE. UU.".
Robert Barnett, uno de los mayores expertos en Tíbet de EE. UU., sugiere otra explicación del tumulto actual. "Para los diplomáticos chinos, el objetivo real en los últimos seis meses no ha sido impedir la reunión, lo que saben que es imposible, sino conseguir que fuese privada", dice Barnett en un informe del think-tank Council on Foreign Relations. China quería evitar un acto público, como la entrega al Dalái Lama en el 2007 de la medalla de oro del Congreso, con la presencia de George W. Bush. "Lo han logrado", rubrica Barnett.
Obama optó ayer por la discreción. El encuentro se celebró en la sala de mapas de la Casa Blanca, situada en la zona residencial del edificio. Sólo hubo fotos del fotógrafo de la Administración. En señal de protesta, los fotoperiodistas de la Asocaciación de Fotógrafos de la Casa Blanca se negaron a trasmitir la foto oficial.
El arreglo - sin cámaras de televisión y con un comunicado posterior del portavoz-es similar al que el miércoles se utilizó para la visita a la Casa Blanca del Rey de España. En el caso del Dalái Lama, pretende evitar un disgusto mayor a China. Y el líder tibetano logra conservar el reconocimiento que le otorgaron los presidentes anteriores.
19-II-10, M. Bassets, lavanguardia