enraizada pederastia (también) en la Iglesia Católica (alemana)

La amplitud y gravedad de la crisis de la paidofilia obligó ayer al portavoz del Vaticano, el sacerdote jesuita Federico Lombardi, a emitir una larga nota explicativa. En ella reafirmó la naturaleza "gravísima" del problema, por la especial "responsabilidad educativa y moral" de la Iglesia, pero dijo que concentrar sólo la atención en ella sería "falsear la perspectiva", pues los abusos sexuales a menores son una lacra social mucho más amplia.

Desde que en enero se conocieran los casos de abusos sexuales que se registraron en los años setenta y ochenta en el colegio jesuita de San Pedro Canisio de Berlín, Alemania asiste perpleja a un escándalo que se extiende como una mancha de aceite por una decena de centros católicos de todo el país. Parece que el abuso sexual de alumnos en centros católicos fue algo bastante común, con algunos casos muy recientes, hasta el extremo de que la ministra de Justicia ha sugerido que la Iglesia católica pague indemnizaciones a las víctimas.



"Hay que lanzar una señal clara y abrir un debate sobre una indemnización voluntaria por parte de la Iglesia católica, ya que se ha superado el plazo de prescripción legal de los delitos", afirmó Sabine Leutheusser-Schnarrenberger. "Aunque el daño no pueda ser compensado materialmente, la indemnización comportaría un poco de justicia", declaró la ministra al Suddeutsche Zeitung.El lunes Leutheusser-Schnarrenberger reprochó al Vaticano haber obstaculizado las investigaciones sobre los abusos. La Santa Sede rechazó la acusación.

Tres colegios jesuitas, un sanatorio infantil de Berlín regentado por monjas, el internado de un monasterio bávaro y hasta el coro de la catedral de Ratisbona, una institución milenaria, han sido noticia desde enero, lo que ha abierto un verdadero debate nacional. La ministra de Justicia de Baviera ha propuesto que se amplíe a 30 años el plazo de prescripción de delitos para abusos, una idea que parece aprobar la canciller, Angela Merkel.

De todos esos casos el más popular en la prensa ha sido el de los Domspatzen, los gorriones de la catedral de Ratisbona, pues fue el propio hermano mayor del papa Benedicto XVI, el obispo Georg Ratzinger, de 86 años, quien dirigió el reputado coro catedralicio que lleva ese nombre entre 1964 y 1994. El compositor Franz Wittenbrink, que fue, hasta 1967, miembro e interno del colegio adjunto, explicó que un director se llevaba a dos o tres niños a su habitación, les daba vino y se masturbaban en grupo. "No entiendo cómo Ratzinger que era el jefe desde 1964 podía desconocerlo", dijo Wittenbrink. El compositor ha denunciado un "sistema de sádicos castigos vinculados al placer sexual", así como malos tratos. Los casos de abusos conocidos se extienden desde 1958 hasta 1973. Dos de los cuatro responsables fueron destituidos y uno de ellos encarcelado.

Georg Ratzinger tenía noticias de la práctica de pegar a los coristas, método que le desagradaba y que fue prohibido en 1980, pero niega haber sabido nada de abusos sexuales en una entrevista al diario italiano La Repubblica.El obispo ve en este caso "cierta animosidad hacia la Iglesia", así como "resentimiento y hostilidad". En otra entrevista al diario Passauer Neue Presse,Ratzinger admite que "al principio" él también daba "bofetones". "Pero siempre tuve mala conciencia".

Hasta un centenar de víctimas se llevan contabilizadas en el internado del monasterio benedictino bávaro de Ettal, con diez sacerdotes acusados. El investigador Thomas Pfister habla de una "cultura sistemática del silencio y la ceguera" ante casos de violencia que alcanzan hasta el año 2001, cuando uno de los implicados colgó en una web homosexual fotos de alumnos semidesnudos.

Pfister recibe "día y noche" correos y noticias de víctimas de malos tratos y abusos. Las víctimas describen un clima de terror absoluto, con sesiones colectivas de golpes y malos tratos en el orden del día. Mientras en sus declaraciones el obispo Ratzinger ha situado los castigos físicos en escuelas como algo relativamente corriente en los años 50 y 60, los casos de este internado se extendieron hasta los años 80.

10-III-10, E. Val/R. Poch, lavanguardia