Una joven sueca de 31 años con parálisis total y una enfermedad neurológica degenerativa congénita ha reclamado por carta a las autoridades de su país que autoricen a los médicos a desconectar el respirador al que está conectada desde hace 25 años.
El caso puede ser el primero que obligue a la Dirección Nacional de Salud y Bienestar a tomar una posición concreta sobre los límites de la eutanasia, que en su forma activa está prohibida en Suecia.
Conectada al respirador desde que tenía 6 años, la paciente reclama el derecho a decidir por sí misma si quiere seguir o no el tratamiento para continuar con vida y pide a este organismo que le dé una respuesta antes del verano. En la carta, dirigida a un hospital de Estocolmo, manifiesta su "deseo expreso" de que permitan a los médicos narcotizarla y luego desconectar el respirador para poder poner fin a su vida de un modo digno.
La joven, cuya identidad no se ha difundido y que vive en su casa con asistencia permanente, recuerda que no puede respirar ni moverse por sí misma y, por tanto, tampoco interrumpir su vida. "Ayuden a los servicios de salud a ayudarnos. Ningún ser humano en el mundo puede afrontar asfixiarse a sí mismo en estado consciente sin tener pánico. Si hubiera podido hacerlo yo misma, lo habría hecho", dice en la misiva difundida por el diario.
El médico de la joven se puso en contacto con el Comité Ético de la Asociación de Médicos en busca de asesoramiento y recibió una respuesta positiva al deseo de la joven. El Comité ha escrito ahora a la Dirección Nacional de Salud y Bienestar para que se pronuncie y clarifique la situación.
"El deseo de esta paciente debe ser satisfecho. Lo contrario sería asistencia forzosa", ha declarado Ingemar Engström, presidenta del mencionado comité, al diario Svenska Dagbladet.
19-III-10, publico