El escándalo sobre la pederastia en la Iglesia católica golpeó ayer auna figura que se movió durante años en las más altas esferas del Vaticano. En una escueta nota, Benedicto XVI aceptó la dimisión del obispo irlandés John Magee por su responsabilidad en la mala gestión de los casos de sacerdotes pederastas habidos en su diócesis, en el sur de la isla. Magee, de 73 años, fue secretario particular de los papas Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II. Este último lo nombró después maestro de ceremonias del Vaticano.
obispo John Magee
Al frente de la diócesis de Cloyne desde 1987, la posición de Magee quedó ya muy debilitada a raíz de un informe, presentado en el 2008, según el cual el prelado, al no aplicar con rigor el derecho canónico con los curas pederastas, puso en peligro a niños y adolescentes. Magee se había resistido a renunciar, pero finalmente, en marzo del 2009, se apartó voluntariamente de sus funciones y las delegó, aunque conservando nominalmente la titularidad de la diócesis. Ayer, al ser relevado por el Papa, el obispo emitió un comunicado en el que pidió el perdón de todos aquellos que han sido víctimas de sus acciones u omisiones.
La renuncia de Magee se oficializó cuatro días después de que Benedicto XVI hiciera pública la larga carta pastoral a los católicos irlandeses . Cuesta un poco de entender la estrategia vaticana y el ritmo de sus decisiones. De haber coincidido la carta y la renuncia de Magee, la Santa Sede se habría podido ahorrar quizá parte de las críticas de las asociaciones de víctimas de los abusos sexuales, que querían más hechos y menos palabras. Retrasando la medida punitiva contra Magee hasta ayer, el escándalo de la pederastia vuelve a retroalimentarse a nivel mediático, reafirmando la impresión de que es una historia de desgaste sin fin para la Iglesia católica.
Magee es el segundo obispo irlandés que pierde su puesto desde que estalló el escándalo. Como consecuencia del devastador informe Murphy, otros tres obispos presentaron la dimisión al Papa, pero este sólo aceptó la de Donald Brendan Murray, de Limerick. El propio jefe de la Iglesia católica irlandesa, el cardenal Sean Brady, admitió hace poco que medita sobre su futuro, dada la gravedad del problema y sus responsabilidades.
John Magee es un viejo conocido en los palacios vaticanos. Después de ser secretario de Pablo VI, heredó el cargo con su efímero sucesor, Juan Pablo I, cuyo pontificado sólo duró 33 días. Por su parte, Juan Pablo II encomendó a Magee una misión de gran visibilidad internacional. Lo mandó a Irlanda del Norte, en 1981, durante la crisis por la huelga de hambre del activista del IRA Bobby Sands. En un maratón de gestiones, Magee trató de convencer a la organización terrorista y al propio huelguista de que desistieran en su acción, pero fracasó en el intento. Sands murió.
El obispo destituido protagonizó otro episodio que dio que hablar. Cuando murió Juan Pablo AP I, la primera versión oficial del Vaticano fue que Magee, en su calidad de secretario del Pontífice, lo encontró muerto en la cama la mañana del 29 de septiembre de 1978. En realidad, quien halló primero el cadáver fue una monja, sor Vincenza Taffarel. Pero el Vaticano consideró entonces inadecuado decir al mundo que una mujer entraba sola en la estancia del Papa de buena mañana. Por eso se instó a Magee a asumir la piadosa mentira de que había sido él. Más tarde, el Vaticano cambió la versión y reconoció la verdad. Todo ello no hizo sino contribuir al misterio y a las persistentes teorías conspirativas sobre la muerte de Juan Pablo I.
25-III-10, E. Val, lavanguardia
Una veterana y enérgica ex ministra de Asuntos Familiares, la socialdemócrata Christine Bergman, será en Alemania la encargada de lidiar con los casos de abusos en escuelas y otras instituciones católicas que se están destapando. El cometido de Bergman, de 70 años, será parecido al de una defensora del pueblo específica para estos casos, de los que han aflorado unos 300 en los últimos meses. Entre otras cosas, deberá elaborar un plan de acción para proteger a las víctimas de los abusos.
El nombramiento es parte de la respuesta al fenómeno anunciada ayer por el Gobierno, que también prevé la creación de una comisión que abordará la prevención y el rearme jurídico. La reacción del Gobierno ha sido motivo de diferencias porque la ministra de Justicia, la liberal Sabine Leutheusser-Schnarrenberger, quería ser más enérgica y topó con la oposición de las ministras de Familia y Educación, Kristina Schröder y Annete Schavan, ambas democristianas y la segunda, confidente de la canciller Merkel.
En las últimas semanas, Angela Merkel ha pisado el freno de las críticas a la Iglesia católica, que están siendo muy vivas en los medios y la opinión pública. La prensa acusó a Benedicto XVI de haber "silenciado" a Alemania en su última carta a los católicos de Irlanda. Merkel ha dicho que la "vergüenza" y el "remordimiento" expresados en aquella carta por el Papa eran "válidos para la Iglesia universal", no sólo para los irlandeses.
La jefa del grupo parlamentario verde, Renate Kunast, ha criticado a Merkel por "eludir un genuino debate" y ha pedido no un simple grupo de trabajo, sino una comisión más ejecutiva. Mientras tanto, el teólogo suizo Hans Küng, de la Universidad de Tubinga, acusa al Papa de haber contribuido a ocultar abusos. "No puede señalar a los obispos con el dedo y decirles que no hicieron lo necesario, porque él mismo, como jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y después como Papa, dio instrucciones en ese sentido", dice Küng, en una entrevista a un canal de TV suizo. Si hay que creer al semanario Stern,sólo el 17% de los alemanes declaran que confían en la Iglesia católica y un 24% en el Papa.
25-III-10, R. Poch, lavanguardia