judíos y anglicanos critican respuesta vaticana sobre pederastia

El escándalo de la pederastia, en vez de amainar, ha alcanzado cotas de mayor crispación en plena Semana Santa, con ribetes de conflicto interreligioso. El Vaticano, incómodo y a la defensiva, cometió un error - luego subsanado-que hirió la sensibilidad de los judíos. Y el líder de la Iglesia anglicana, Rowan Williams, arzobispo de Canterbury, echó más leña al fuego al declarar a la BBC que la Iglesia católica irlandesa "ha perdido toda su credibilidad", hasta el punto de que, según un amigo, "es muy difícil en ciertas partes de Irlanda salir ahora a la calle con un alzacuello".

L´Osservatore Romano,el periódico oficial del Vaticano, tampoco se queda corto en su tono airado. En la edición de hoy domingo sale un artículo sin firmar en el que se habla de "propaganda grosera contra el Papa y contra los católicos", así como de "ataques calumniosos y campaña difamatoria construida en torno al drama de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes". El artículo recoge las muestras de solidaridad con Benedicto XVI de la Iglesia universal, incluido el cardenal español Rouco Varela.



Una desafortunada referencia al antisemitismo, hecha durante la celebración de la Pasión del Señor, el Viernes Santo, en presencia del Papa, provocó reacciones muy negativas entre líderes judíos de todo el mundo. Fue el predicador de la Casa Pontificia, el franciscano Raniero Cantalamessa, quien, al comentar los ataques a la Iglesia por la pederastia, citó la carta de un amigo judío no identificado, en la que decía: "Sigo con disgusto el ataque violento y concéntrico contra la Iglesia, el Papa y todos los fieles. El uso del estereotipo, echar las culpas personales a la colectividad me recuerda los aspectos más vergonzosos del antisemitismo".

Pronto arreció una respuesta, a veces indignada, de representantes judíos de Italia, Estados Unidos, Alemania y otros países. Aun en el caso de que fuera verdad que existiera una campaña mediática, comparar eso con conductas antisemitas que condujeron al holocausto, al intento de aniquilación del pueblo judío, fue un despropósito de parte de Cantalamessa. El director de la oficina de prensa de la Santa Sede, el padre jesuita Federico Lombardi, así lo entendió y hubo de apagar el incendio a las pocas horas, desautorizando a Cantalamessa. Lombardi dejó claro que "no es la línea del Vaticano comparar las críticas la Papa por los casos de curas pederastas con el antisemitismo". El portavoz trató de excusar al fraile franciscano al indicar que su intención había sido expresar la solidaridad de un judío hacia el Papa.

El episodio demuestra la sorprendente ausencia de filtro, de mecanismos eficaces de control, en los mensajes del Vaticano y la falta de coordinación para evitar fallos de este calibre. Era previsible, dada la coyuntura, que las declaraciones de esta Pascua se analizaran con lupa. Pero la política informativa es peculiar. Lombardi, por ejemplo, ha reconocido en varias ocasiones que él no ha hablado con el Pontífice sobre el escándalo de la pederastia. Cuesta entender cómo puede entonces comunicar de manera efectiva la opinión oficial de la Iglesia.

La andanada del arzobispo de Canterbury se enmarca en la tensión entre la Iglesia anglicana y el Vaticano tras decidir el Papa abrir la puerta a sectores conservadores anglicanos, incluidos sus sacerdotes casados. Al ver el eco de sus palabras Williams llamó al arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, para excusarse y decirle que no pretendía ofender.

El Vaticano, mientras, se ve desbordado ante los casos denunciados de curas pederastas que disfrutaron de laxitud. El último es el de un sacerdote de Arizona, Michael Teta. Según la agencia de noticias Associated Press, el caso llegó a la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por Joseph Ratzinger, pero se tardó 12 años en suspender del sacerdocio a Teta. Según Lombardi, la "presentación" mediática del caso Teta "tiende a confundir".

4-IV-10, E. val, lavanguardia