´Sin cobertura´, Jordi Bordas y Eduardo Martín de Pozuelo

En una apasionante historia de espionaje, Jordi Bordas y Eduardo Martín de Pozuelo recrean en clave de ficción las circunstancias que rodearon el asesinato de ocho agentes del CNI en Iraq en el 2003.

Jordi Bordas y
Eduardo Martín de Pozuelo
Sin cobertura
RBA
470 pgs
22 euros

Hace seis años Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores publicó Irak. Historia de una guerra moderna, una crónica de 620 páginas escrita por veinte periodistas de la revista alemana Der Spiegel que, con una precisión asombrosa y una narrativa no menor, relataron el proceso de construcción de la gran mentira sobre la cual se alzó la segunda guerra del Golfo. Aquella veintena de investigadores demostró pertenecer a la mejor publicación de Europa y dejó bien patente que el periodismo, en la concepción más clásica del término, puede ser tan extraordinario como la mejor literatura.

Pero lo curioso del caso es que, entre los cientos de páginas que componen dicho libro, apenas se menciona a José María Aznar. No cabe duda de que aquellos cronistas eran conscientes de la implicación del ex presidente del Gobierno español en la preparación del clima internacional necesario para ejecutar la invasión, pero en última instancia debieron de pensar que dicha participación no tenía un carácter realmente decisivo y redujeron su presencia a la mínima expresión. Sin embargo, para los ciudadanos de este país las consecuencias de semejante intervención fueron catastróficas. Y, aunque nuestros escritores no parecen por la labor de construir novelas basadas en aquella época -con excepciones, como Invasor de Fernando Marías y Las cenizas de Bagdad de Antonio Lozano-, de vez en cuando aparece algún libro dispuesto a relatar, aun cuando sea en clave de ficción, acontecimientos de aquel entonces. Es el caso de Sin cobertura, un apasionante thriller de despachos que recrea las circunstancias políticas que rodearon la muerte de los ocho agentes del CNI asesinados en Iraq entre octubre y noviembre del 2003.

Seguramente los periodistas Eduardo Martín de Pozuelo y Jordi Bordas, ambos vinculados a La Vanguardia, han recurrido a la ficción porque el contenido de algunas escenas del presente libro es tan incendiario que, en caso de haber usado la no ficción, podría traerles problemas. Algunos personajes principales, todos agentes vinculados de un modo u otro al CNI, no corresponden a los auténticos agentes de dicha institución en aquel periodo de tiempo; otros sí. Pero los políticos que asoman por estas páginas sí son reales. Y algunos no salen bien parados.

De hecho, la prueba de que la polémica rodea a este libro se demuestra sabiendo que, el pasado mes de octubre, Sin cobertura estuvo a punto de salir a la calle bajo el paraguas de la editorial Planeta, que incluso calentó motores colgando carteles en las librerías donde anunciaba su aparición bajo el eslogan: "Lo que Aznar nunca se atrevió a contar". Pero a última hora, cuando las imprentas ya vibraban, la propia editorial echó el freno y decidió no publicarlo. (Aun así, en la web de La Casa del Libro siguen ofreciendo el título como si fuera de Planeta.) Y, aunque la editorial no dejó claros los motivos de este repentino cambio de actitud, cabe suponer cierto temor a un argumento que mezcla personajes reales de la actualidad (los políticos) con otros inventados (algunos espías), un género literario (ficción histórica contemporánea) que en el mercado anglosajón cosecha grandes éxitos, pero que aquí no encuentra asiento. Afortunadamente, RBA rescató de inmediato el texto y lo salvó de caer en un silencio un tanto vergonzoso.

Y digo "afortunadamente" porque Sin cobertura es un thriller de despachos excepcional. Se cuenta una historia de espías protagonizada por agentes del CNI que, viendo el revólver americano desenfundado y el trabuco español desempolvado, tratan de conseguir que una treintena de sus informantes iraquíes consiga refugio en España antes de que estalle la guerra. Sin embargo, desde las altas esferas del gobierno no reciben más que negativas, algo que sorprenderá sobremanera al personaje principal, el director de Inteligencia Exterior del CNI, un hombre que irá de un despacho a otro tratando de comprender los motivos por los que se niega la ayuda a unos iraquíes que durante años han demostrado lealtad a la corona española. Así, el argumento no se centra tanto en la invasión de Iraq como en su preparación, mostrando con toda claridad cómo trabajan los servicios de inteligencia españoles y, por defecto, desmitificando tanto la imagen más romántica que pueda tenerse del espía (Jason Bourne) como la más castiza (Mortadelo y Filemón). Evidentemente, la constante negativa del gobierno español a ayudar a aquellos colaboradores de Oriente Medio hará que estos decidan vengarse asesinando a los ocho agentes del CNI a cuya memoria está escrita Sin cobertura.

Por otra parte, los autores no escatiman elementos propios de la mejor novela de espías (empresas tapadera, agentes dobles, trapicheos diplomáticos, empresarios corruptos, colaboración entre agencias...), ni del mejor thriller político (las bambalinas de la foto de las Azores, los vuelos secretos desde Torrejón de Ardoz, los empresarios que sacaron tajada de aquella guerra, el enfrentamiento entre el Rey y José María Aznar a la hora de decidir la participación de España en la guerra...), consiguiendo recrear en la mente del lector, que por supuesto conserva frescos los recuerdos de aquella época, el ambiente que rodeó las muertes de los agentes del CNI que, según comenta un personaje del libro, jamás creyeron que tipos como ellos pudieran "llegar a ser protagonistas de alguna novela".

31-III-10, Á. Colomer, lavanguardia