La presidenta india, Pratibha Patil, recibió ayer al ministro del Interior para facilitarle su nombre y otros datos. Daba así el pistoletazo de salida a lamayor operación de recuento de la historia de la humanidad. Dentro de un año, alrededor de 1.200 millones de indios habrán respondido a las preguntas de un ejército de funcionarios del censo.
En una primera fase, se limitarán
a censar todos los domicilios
(palacios, casas, pisos, chabolas o
cuevas) en los más de 600.000
municipios de India. En una segunda
fase, en febrero del 2011,
procederán a registrar a todos los
residentes, incluso a aquellos que
duermen bajo los puentes. Naturalmente,
hay un margen de
error, que en el 2001 fue del
2,3%, aunque 20 millones arriba
o abajo no parecen preocupar.
India tiene experiencia en censos,
ya que los lleva realizando periódicamente
desde 1872, bajo dominio
británico. El actual, el número
15, será distinto por varias
razones. Por primera vez, los
agentes recabarán información
relativa al acceso a agua potable,
lavabos, internet o teléfono móvil.
Asimismo, por primera vez,
tomarán huellas dactilares y fotografías
de los mayores de 15 años.
Y es que el segundo objetivo
de este censo es dar por primera
vez a cada ciudadano un número
de identificación. Una especie de
DNI. Con la salvedad de que en
España tiene ocho números y en
India tendrá 16. Hasta ahora no
existe un registro único, sino una
suma incompleta de registros parciales:
partidas de nacimiento, pasaportes,
registro electoral, cartillas
de racionamiento, permisos
de conducir. Sin embargo, millones
de ciudadanos, sobre todo los
más pobres, no poseen ninguno
de estos documentos.
La operación es de tal complejidad
que el Gobierno encargó el
año pasado su puesta en funcionamientoaNandan
Nilekani, cofundador
de Infosys, la multinacional
informática de Bangalore,
símbolo de la nueva India. Nilekani
–ahora con rango de ministro–
afirma que otorgar un número intransferible
a cada indio beneficiará
a los más pobres, que no tienen
forma de acreditarse. “La indocumentación
es exclusión”, ha
afirmado. El DNI indio les permitirá
acceder a programas sociales
como el plan de empleo rural sin
depender de intermediarios, y
evitará duplicidades y corrupción.
“En los años 70 pedíamos
pan, vestido y techo, durante la
última década, electricidad, agua
y carreteras, pero hoy en día la nivelación
viene del teléfono móvil,
cuenta bancaria y número de
identificación”, ha defendido.
El nuevo censo también recogerá
ocupación, nivel educativo,
lengua, sexo, edad y religión del
puzle étnico indio. En principio,
seguirá sin registrar la casta (la última
vez fue en 1931), algo que es
motivo de controversia. Aunque
en teoría el sistema de castas fue
abolido con la Constitución de
1950, las castas siguen siendo un
principio organizador de la sociedad
india y, lejos de desaparecer,
se han convertido en factor determinante
en la aritmética electoral.
La discriminación positiva ha
establecido multitud de cuotas
de empleo público y plazas escolares
para las castas más bajas,
por lo que algunos defienden mayor
control y garantías.
La puesta en marcha del censo
ha eclipsado la otra gran noticia
del día. Por primera vez, la educación
pasa a ser obligatoria (y no
apenas un derecho) para la población
de entre 6 y 14 años. Queda
así en el vertedero de la historia
la respuesta de un ministro, que
ante la insistencia de una diputada
para la instauración de la enseñanza
obligatoria le soltó: “Señora,
esto es una democracia, aquí
no hay nada obligado”.
3-IV-10, J.J. Baños, lavanguardia