ver también:
-pro reconocimiento parlamentario del genocidio armenio
1´6 millones de personas,
el grueso de la población armenia de Anatolia,
fueron aniquiladas entre 1915 y 1916.
Ante la invasión de Polonia, Hitler evocó su impunidad criminal diciendo a sus generales: "¿Quién se acuerda hoy de los armenios?". La tragedia armenia en Anatolia inspiró a Raphael Lemkin, abogado polaco de origen judío, el concepto genocidio en 1943, antes de perder a 49 familiares en el holocausto. También el concepto de crímenes contra la humanidad nació sobre la tragedia armenia, recogida al detalle por miles de documentos del Ministerio de Exteriores alemán y centenares de testimonios. Todos revelan la existencia de un plan de exterminio decidido por los Jóvenes Turcos, que huyeron, protegidos por Alemania, al fin de la Primera Guerra Mundial. En escala y propósito racional, el genocidio armenio es incluso mayor que el holocausto. Los judíos eran menos del 1% de la población de Alemania. El número de armenios en Turquía era diez veces mayor. Tenían propiedades en el imperio ruso, al otro lado de la frontera, donde se les veía como potencial quinta columna en caso de guerra con Turquía. "Codicia y miedo guiaron a los turcos a la aniquilación", dice el historiador británico Perry Anderson.
El 15 de marzo de 1921, sobre las once de la mañana, un hombre de unos cincuenta años, algo grueso y de aspecto distinguido, salió del portal del número cuatro de la Hardenbergstrasse de Berlín. El inmueble desapareció en la guerra. En su lugar hoy se levanta un edificio nuevo que en los ochenta albergó la mejor librería de Berlín Oeste, la Kiepert.
El hombre, bien vestido, con bigote y bastón, enfiló en dirección al zoo. Al llegar al número 17 se le cruzó un joven que sacó una pistola del abrigo y le descerrajó un tiro en la nuca. Una viandante se desmayó. El asesino arrojó la pistola y huyó por la Fasanenstrasse hacia la Kantstrasse. Nicolás Jessen, representante de comercio, salió corriendo detrás de él gritando: "¡Al asesino!, ¡deténganlo!". Dos empleados de mudanzas se sumaron a la carrera y le atraparon. La gente creyó que la víctima había sido el general Von Kappen, un héroe de guerra, y cubría de golpes al homicida, pero Jenssen y los transportistas lograron protegerlo y entregarlo, ensangrentado, a comisaría.
Los papeles identificaban al muerto como Ali Salieh, comerciante turco, pero bien pronto se supo de quién se trataba en realidad: el gran visir Mejmet Talat Pachá, miembro, y ministro del Interior, del triunvirato de los Jóvenes Turcos que había controlado el imperio otomano durante la Primera Guerra Mundial.
Dos meses después, ocurrió algo completamente insólito incluso para la Alemania de la República de Weimar: el asesino, un armenio llamado Sogjomon Tejlirián, fue declarado no culpable, entre los aplausos del público, por el Tribunal Criminal de Berlín, mientras la prensa europea hablaba del "joven vengador" que había matado al "tirano".
Talat Pachá y sus dos compañeros de triunvirato, Djemal Pachá y Enver Pachá, fueron los principales promotores del genocidio armenio de 1915-1916 que aniquiló al grueso de la población armenia de Anatolia, hasta 1,6 millones de personas. Aquella masacre, cuyo 95. º aniversario se conmemora hoy, es uno de los capítulos más horribles de la historia moderna. Y sigue abierto.
En Turquía se mantiene el maltrato a las minorías: griegos en los años cincuenta; alevíes, una minoría islámica con más de diez millones de seguidores, en los años setenta, y los kurdos más tarde. El general Evren penalizó el uso de la lengua kurda e inició una guerra de quince años que acabó con la insurgencia kurda en 1999, con por lo menos 30.000 muertos y 380.000 expulsados, según cifras oficiales. El negacionismo del genocidio armenio es doctrina oficial al más alto nivel. El primer ministro Recep Tayyip Erdogan es el primer negacionista y suvice,Cemil Cicek, dice que "deberíamos mirar al futuro".
En Berlín, el alemán de origen turco Cem Ozdemir, presidente del Partido Verde, dice que el genocidio armenio "es el último tabú de Turquía". En realidad, los tabúes son tres: la ocupación de Chipre, la represión de minorías que representan cerca de un tercio de la población de Turquía y el negacionismo del genocidio armenio. Los tres deberían ser barreras para ingresar en la UE, por que tienen en común su relación con un nacionalismo agresivo.
En 1943 los nazis entregaron los restos de Talat a los turcos, que le dedicaron un funeral de Estado. En 1996 fue el primer ministro Suleyman Demirel quien hizo traer los restos de Enver Pachá desde Tayikistán y le organizó el mismo tipo de funeral. Talat Pachá, Enver; Cemal Azmi, el carnicero de Trebisonda;su homólogo en Diyarbakir, Resit Bey; Mehmet Kemal Bey, ahorcado en 1919... Todos ellos tienen calles, plazas, escuelas y monumentos por todo el país, lo que sería inimaginable en Alemania con sus homólogos (Hitler, Eichmann, Himler...), e incluso en Japón.
En el 2005, el premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk fue llevado a juicio, y sus libros, quemados
por declarar a una revista suiza que "treinta mil kurdos y un millón de armenios fueron muertos aquí, y nadie se atreve a mencionarlo". Al escritor se le aplicó con carácter retroactivo un nuevo artículo del código penal, el 301, que prevé de seis meses a tres años de cárcel a cualquier turco que insulte a la República.
El 19 de enero del 2007, el periodista armenio Hrant Dink, divulgador de la memoria del genocidio y profusamente perseguido por "denigrar al espíritu turco", fue asesinado, hecho que fue protestado por una manifestación de 200.000 turcos en Estambul.
El atentado de la Hardenbergstrasse fue el primero de una larga serie. Menos de dos meses después de la sentencia a favor de Tejlirian, el ministro del Interior de Azerbaiyán, Behud Jan Djivanchir, responsable de la masacre de 20.000 armenios en Bakú, caía bajo las balas de Misak Torlakian a la puerta del hotel Pera Palace de Constantinopla. El 6 de diciembre de 1921 caía en Roma Said Jalim, jefe del primer gobierno de los Jóvenes Turcos. El vengador de Roma, Archavir Chiraguian, reaparece en Berlín el 17 de abril de 1922 colaborando con el equipo que mata al ex gobernador de Trebisonda, Cemal Azmi, yal doctor Bahattin Sakir, dos importantes carniceros. Tres meses después, en la capital georgiana, Tiflis, tres armenios liquidan a Djemal Pachá, el segundo de la troika. Enver Pachá, el tercero, muere el 4 de agosto en Tayikistán, donde dirigía la insurgencia antibolchevique.
Estos atentados fueron presentados como actos aislados. En realidad eran consecuencia de una resolución secreta adoptada el 2 de noviembre de 1919 en Ereván por el Congreso de la Federación Revolucionaria Armenia, el principal partido nacional, miembro de la Internacional Socialista desde 1907, que hizo una lista de 41 responsables del genocidio y los condenó a muerte.
Los atentados, inspirados en la tradición justiciera de los socialrevolucionarios rusos, los narodniki,debían evitar por completo toda víctima inocente. El asunto recibió el nombre de operación Némesis -por la diosa griega de la venganza- y fue financiado por la diáspora, sobre todo por los armenios de EE. UU. Mucho más tarde, entre 1975 y 1982, en una ola muy diferente, 21 diplomáticos turcos y personas de su entorno fueron asesinadas por activistas armenios en catorce atentados cometidos en París, Lyon, Los Ángeles,Boston, Roma, La Haya, Otawa, Beirut, Londres, Madrid, Viena y Sydney.
25-IV-10, R. Poch, lavanguardia