Los internautas llevan años diciendo que las descargas P2P -intercambio de archivos entre particulares- no sólo no constituyen una amenaza para la música sino que crean nuevos mercados. Ahora una institución económica, Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada), ha reunido las pruebas de que no es la música ni la creación las que están amenazadas, sino la posición de "monopolio" de algunos intermediarios. Los datos no han sido elaborados por la fundación, son los que publica el mismo Ministerio de Cultura que quiere que una ley especial -la ley de Economía Sostenible- proteja los derechos de autor ante la supuesta amenaza que padecen los creadores.
El caso es que el lema de la patronal Promusicae, asumido por Cultura, no es cierto. Las descargas no están comprometiendo la creación. Entre el 2004 y el 2008, el número de compositores pasó de 1.142 a 1.360, y el número de obras musicales producidas, de 559 a 1.176, es decir, que la creación musical se multiplicó por dos pese a -o "gracias a"- las descargas de internet.
Eso, por lo que respecta a la producción, pero ¿y el dinero? Pues tampoco: el negocio musical creció entre el 2005 y el 2008, si bien ha cambiado la composición de esos ingresos. Así, mientras hace cinco años la industria ingresaba 405 millones de euros por venta de música (discos o descargas digitales) y 144 millones por conciertos (549 millones de negocio total), en 2008 las ventas habían caído hasta 254,4 millones, mientras la música en vivo generaba 309,1 millones. La suma: 563 millones, es decir, un ligero incremento. Pese a la crisis económica, que se ha notado, pues en el 2007 la suma era 652 millones.
Hay más: los estudios disponibles de evolución del consumo cultural on line indican que, en el Reino Unido (informe de The Leading Question) y Estados Unidos (Lightspeed Research), las descargas gratuitas están reduciéndose conforme se han puesto en marcha negocios de pago (iTunes) o de escucha por streaming (Spotify).
A partir de estos datos, los economistas Pablo Vázquez, de la Universidad Complutense, y Michele Boldrin, de la Washington University, responsables del informe de Fedea, sostienen que "perseguir a los descargadores es una mala asignación de recursos, porque actúa como un subsidio a la tecnología antigua". El caso es que la reconversión digital "reduce sustancialmente los costes de producción y distribución de música", explicaron en rueda de prensa, y eso cambia "los actores y los modelos" del negocio, pero beneficia sustancialmente al consumidor. Boldrin subrayó que el Gobierno se debe a esos consumidores de cultura, y que es un error invertir recursos en desincentivar el uso de la tecnología con el fin de proteger el monopolio de las cuatro grandes discográficas -copan el 90,5% del mercado-, a la postre, actores "resistentes al cambio del modelo", ni tampoco para salvar a los apenas 600 autores que reciben el 75% de los ingresos totales de la SGAE.
Boldrin propone reducir los derechos de autor a un par de años, ya que "el 80% de los ingresos de una obra musical, cinematográfica o literaria, se produce en el primer año", y porque el copyright sólo protege "a quienes tienen mucho poder en el mercado. Los jóvenes artistas no perciben sus ingresos por esa vía".
29-IV-10, P. Vallín, lavanguardia