sin autocrítica, el Vaticano toma el control de Legionarios de Cristo

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- dossier pederàstia a l´Esglèsia Catòlica

La credibilidad del papa Benedicto XVI en la lucha contra la pederastia exige palabras inequívocas y acciones drásticas en casos tan escandalosos como el del difunto cura mexicano Marcial Maciel. Por eso el Vaticano dedicó ayer comentarios de extrema dureza, demoledores, al fundador de la poderosa congregación de los Legionarios de Cristo. Lo acusó de "comportamientos gravísimos e inmorales", basados en "testimonios incontrovertibles", que suponen, a veces, "verdaderos delitos y manifiestan una vida carente de escrúpulos y de auténtico sentimiento religioso".



El comunicado de la Santa Sede se emitió después de que el Papa y su secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, se reunieran con los cinco prelados -entre ellos el español Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid- que durante ocho meses realizaron la "visita apostólica" (inspección) a los Legionarios de Cristo. Los visitadores constataron que en la congregación hay "un gran número de religiosos ejemplares, honestos y llenos de talento". Por eso el Papa no quiere desmantelar la orden ni su rama laica, Regnum Christi, sino proceder a una "profunda revisión" de su funcionamiento para preservar todo lo bueno que tiene, como "el entusiasmo en la fe de los jóvenes, el celo misionero y el dinamismo apostólico".

El Papa nombrará en breve un delegado -una especie de comisario- para tutelar la orden y una comisión que estudie sus estatutos. Asimismo designará un visitador para Regnum Christi.

Marcial Maciel, quien creó los Legionarios de Cristo en 1941 y los gobernó hasta el 2006 -dos años antes de su muerte- con un poder absoluto y un culto hacia su persona, era en realidad un pederasta y llevó una doble vida. Abusó sexualmente de jóvenes seminaristas y hasta de los propios hijos que engendró con dos mujeres. La congregación lo repudió oficialmente hace dos meses, cuando era evidente que la inspección vaticana sería implacable. Según el Vaticano, Maciel fue hábil en ocultar sus fechorías y en formar en torno a él una coraza de liderazgo carismático, de confianza, confidencia y silencio.

La Santa Sede, sin embargo, eludió cualquier autocrítica sobre sus propios errores en evaluar a Maciel. Las sospechas se arrastraban desde hacía muchos años. El propio Joseph Ratzinger, siendo cardenal al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quería actuar contra él. Pero Juan Pablo II lo protegió hasta el final (una actitud que desluce ahora su causa de beatificación). Los Legionarios de Cristo eran valorados por la savia nueva que aportaban y por su fabulosa maquinaria para recaudar dinero. Maciel -que fundó escuelas, seminarios y universidades en todo el mundo- fue también hábil para ganarse amigos en Roma. Una investigación muy exhaustiva de la publicación estadounidense National Catholic Reporter ha revelado cómo los Legionarios entregaban sobres "con donativos" de miles de dólares a influyentes cardenales, entre ellos Angelo Sodano -ex secretario de Estado y aún decano del Colegio Cardenalicio- y el español Eduardo Martínez Somalo.

Fue Benedicto XVI quien encaró el problema. En el 2006 obligó a Maciel a retirarse y ordenó luego la inspección para desenmascarar de una vez al fundador y para salvar lo salvable de su obra.

2-V-10, E. Val, lavanguardia