Optimista por naturaleza, Alfonso López Borgoñoz (50 años, Valencia), presidente de Amnistía Internacional (AI) España desde el domingo, busca luz al final del túnel. Admite que se han abierto nuevos frentes ("el 11-S ha cambiado el campo de juego") y que alcanzar el objetivo de su organización - el respeto universal a los derechos humanos-se antoja una utopía. "Aun así, creo que el mundo se está redirigiendo", dice.
En algunos países, la pena de muerte se perpetúa.
Cada año se va aboliendo en algunos países. Algunos de estos países son abolicionistas: directamente, han prohibido las ejecuciones. Otros la mantienen, pero ya no la aplican.
No es el caso de Estados Unidos o de China.
Estados Unidos sí ha avanzado. Algunos estados han dictado moratorias. El caso de China ya es otra cosa.
¿Los Juegos de Pekín 2008 no sirvieron de nada?
Su estructura social y política es muy compleja. Allí sigue ejecutándose a muchos reos. Entre 1.500 y 2.000 cada año. China sola ejecuta a más personas que el resto del mundo junto. Es evidente que los Juegos no han cambiado demasiado las cosas en China.
Le acompañan muchos otros estados radicales.
Me preocupan Arabia Saudí o Irán. Todavía nos llegan casos de lapidaciones. Aún recordamos el caso de Amina Lawal.
Muchos de estos episodios nos llegan al democratizarse las nuevas tecnologías.
Gracias a internet, llegamos a quienes antes no llegábamos. En AI, hemos creado perfiles estatales, autonómicos y locales. Se reparte documentación en todos los idiomas, y se alcanzan todas las ondas.
En todos los foros aparecen el velo de Najwa o las vicisitudes de Garzón.
Hemos reflexionado acerca del hiyab. En AI opinamos que todos deben tener libertad para llevar la indumentaria que crean pertinente, siempre que no se incite a la violencia. Najwa debería poder llevar el velo. Sobre Garzón, no entendemos que se procese a quien busca la verdad. Es la ley la que se equivoca.
¿Hay un antes y un después del 11-S?
Es evidente. Cuando entré en AI (1995), veníamos del deshielo. Hubo convenios en defensa de los derechos humanos, contra la tortura, contra las minas antipersona... Pero el 11-S paró todo esto. La guerra contra el terrorismo facilita prácticas que causan mucho mal. Aviones extraños sobrevuelan la UE, hay presos incomunicados y Guantánamo sigue abierto.
29-IV-10, S. Heredia, lavanguardia