A continuación proponemos un canon de diez obras fundamentales de la novela gráfica de la primera década del siglo XXI. Como todo canon, opinable, pero posible. Con autores de variada procedencia -de Japón a Estados Unidos, de Francia o España a Irán- y estilos e historias diversas.
Epiléptico.La ascensión del gran mal
David B.
Pierre-François Beauchard (Nimes, 1959), que firma como David B., es un autor prolífico, que en álbumes entre lo detectivesco y lo onírico ambientados en la época de la Gran Guerra, como Por los caminos oscuros y La lectura de las ruinas (ambos editados por Norma), muestra una clara influencia de Jacques Tardi. Pero su obra más ambiciosa es Epiléptico. La ascensión del gran mal,aparecida entre 1996 y el 2003 en seis tomos después recopilados en un único volumen (publicado por SinsEntido). En esta obra recrea con sensibilidad pero sin sensiblería su infancia y adolescencia, marcadas por la epilepsia de su hermano. Más allá del valor testimonial, el autor aborda el tema con una creatividad arrolladora y lo trasciende, llenando las viñetas de símbolos y metáforas, de monstruos y ensueños que se fusionan con lo real mediante un dibujo de gran potencia expresiva.
Persépolis
Marjane Satrapi
Marjane Satrapi (Rasht, Irán, 1969) era una niña cuando estalló en su país la revolución del ayatolá Jomeini. Su familia, progresista, apoyó inicialmente la caída del sha, pero pronto se desencantó con el giro islamista del nuevo régimen, y para que la hija pudiera tener una educación laica, la mandaron a estudiar al liceo francés de Viena cuando tenía 14 años. Marjane regresó después a Irán para cursar Bellas Artes, pero aguantó poco en un país en el que ya se había impuesto la obligatoriedad del velo y se exilió en París. Fue precisamente David B. quien la animó a narrar su peripecia en viñetas, y el resultado es una de las novelas gráficas más influyentes de la década, Persépolis,publicada en cuatro tomos entre el 2000 y el 2003, después reunidos en uno (Norma en castellano y catalán). Los acontecimientos históricos que trasforman su país natal son el telón de fondo de una narración autobiográfica sobre el paso de la niñez a la madurez. La autora mezcla en dosis equilibradas humor y drama, y perfila el mundo cambiante en el que crece con una sagacidad que deslumbra. Sin superar este hito, Satrapi ha demostrado su talento en otras dos obras posteriores, Bordados y Pollo con ciruelas (ambas en Norma).
David Boring
Daniel Clowes
La figura más relevante de la eclosión del cómic independiente norteamericano de finales de los ochenta, Daniel Clowes (Chicago, 1961), creó y dibujó en solitario la revista Bola 8,de la que surgiría su primera obra destacada, Como un guante de seda forjado en hierro, historia de tintes oníricos próxima al universo de David Lynch. Después vendría Ghost World,retrato minimalista de dos chicas adolescentes y freaks, llevada al cine con buena mano por Terry Zwigoff, autor también de un extraordinario documental sobre Robert Crumb. Ya en el 2000, publicó en un volumen David Boring (todos en Ediciones La Cúpula), de nuevo protagonizado por un joven desnortado que recuerda a su padre a través del superhéroe de cómic que este creó, y en el que reaparecen las pinceladas lyncheanas a partir del asesinato de un amigo. Las incertidumbres del final de la adolescencia, lo inquietante que se intuye en lo cotidiano, la soledad y la sexualidad son los temas centrales de Clowes, también presentes en la estupenda Ice Haven (Mondadori), fragmentaria y coral visión de un pueblo residencial, en la que mezcla estilos y tramas diversos.
Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo
Chris Ware Chris Ware (Omaha, 1967) adquirió notoriedad en los años noventa con los sucesivos números del Catálogo de novedades Acme (hay una recopilación publicada por Mondadori), que reunía historias breves en las que cada página es un ejercicio de experimentación gráfica, inspirado en los pioneros como Wilson McCay y George Herriman (de hecho, Ware ha diseñado los volúmenes de la reciente reedición del clásico de este último, Krazy Kat).Del Catálogo de novedades Acme sale su obra más importante, Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo (Planeta DeAgostini), prodigio visual con elementos narrativos reducidos al mínimo, protagonizada por un perdedor incapaz de adaptarse al mundo, que vive refugiado en su imaginación y sus recuerdos.
Un zoo en invierno
Jiro Taniguchi
Para el lego en la materia, el manga puede parecer una avalancha de productos clónicos con personajes siempre dibujados siguiendo un mismo patrón. Si bien hay una parte de producción industrial que tiende - como nuestros superhéroes-a cierta uniformidad, el universo del manga, desde sus inicios con el maestro Osamu Tezuka, presenta un panorama muy diverso. Una de las líneas más interesantes es la denominada gekiga,iniciada por Yoshihiro Tatsumi, que reivindica la personalidad del dibujante y se dirige a un público adulto. En este ámbito destaca Jiro Taniguchi (Tottori, 1947), cuyas mejores obras son historias intimistas, en las que personajes maduros recuperan sus memorias de infancia, como El almanaque de mi padre (Planeta DeAgostini) y Barrio lejano (Ponent Mon), ambas de la década de los noventa. Ya en este siglo, ha publicado Un zoo en invierno (Ponent Mon), que narra el primer amor y el descubrimiento de la vocación artística de un personaje que es un claro álter ego del autor. Lo que destaca en este y otros libros de Taniguchi es su sutileza, su capacidad para aprehender los pequeños detalles cotidianos aparentemente insignificantes.
Berlín
Jason Lutes
El temprano Juego de manos (Ediciones Cúpula), historia de un ilusionista en crisis existencial, ya permitía atisbar el talento de Jason Lutes (Nueva Jersey, 1967). Pero Berlín,un work in progress que constará de tres volúmenes de los cuales han aparecido ya los dos primeros, Ciudad de piedras y Ciudad de humo (ambos en Astiberri) supone un salto cualitativo mayúsculo. La obra es un fresco histórico sobre la ciudad alemana en la época de la República de Weimar y describe el agitado clima político que desembocará en la toma del poder por los nazis. Lutes, cuyas influencias hay que buscarlas en autores como Vittorio Giardino y su trilogía sobre la guerra civil española, crea una pieza coral en la que diversos personajes se entrecruzan poniendo en contacto diferentes estratos sociales y culturales. Habrá que esperar al volumen final de la trilogía, pero si mantiene el nivel de los dos primeros, estaremos ante una de las grandes creaciones del cómic contemporáneo.
Pyongyang
Guy Delisle
Con la apertura temática que ha traído la novela gráfica, aparecen la crónica de viajes, el testimonio y el reportaje periodístico en viñetas. Guy Delisle (Quebec, 1966) trabajaba para un estudio de animación francés que, para abaratar costes, producía parte de sus películas en Corea del Norte y pasó allí varios meses dirigiendo al equipo local. En Pyongyang (Astiberri), entre el diario personal y la crónica política, retrata con pinceladas de humor y mucha perplejidad el disparatado paraíso comunista en el que vive permanentemente vigilado por un guía y un intérprete. El autor repitió la fórmula en el también muy interesante Crónicas birmanas (Astiberri). En esta línea, pero con la contundencia de un reportaje de denuncia y en ocasiones con tono directamente panfletario, hay que mencionar las obras de Joe Sacco (Malta, 1960) sobre Oriente Medio y la guerra de Bosnia: Palestina,Gorazde: zona protegida (ambas en Planeta DeAgostini) y la reciente Notas al pie de Gaza (Mondadori).
Arrugas
Paco Roca
En un medio cuyo público tradicional ha sido el adolescente no han abundado temas como la vejez, la enfermedad, la muerte... Lo primero que hay que destacar de Paco Roca (Valencia, 1969) es la valentía al abordar un asunto tan espinoso como el alzheimer. Pero valentía aparte, hay que alabar sobre todo el talento con el que lo plantea, eludiendo lo melodramático e introduciendo pinceladas de humor. El autor, que trabaja en color y recibió por este libro el premio Nacional de Cómic 2008, relata la historia de un jubilado que empieza a perder la memoria y es ingresado por su familia en una residencia de ancianos. La trama mezcla la cotidianidad del día a día con los recuerdos que se van progresivamente borrando. Pero no es Roca el único que ha abordado con sensibilidad temas difíciles. Otros ejemplos destacables: Miguel Gallardo en María y yo (Astiberri), sobre su relación con su hija autista, o el suizo Frederik Peeters en Píldoras azules (Astiberri) sobre la vida de una chica con sida.
Fun home
Alison Bechdel
Alison Bechdel (Pensilvania, 1960) se hizo un nombre en la contracultura norteamericana con su serie Dykes to watch out far,divertido retrato de un grupo de jóvenes lesbianas "al borde de un ataque de nervios". El humor está también presente en su primera novela gráfica, Fun home, una familia tragicómica (Mondadori, La Magrana en catalán), pero como contrapunto a una historia trágica. En esta obra autobiográfica la autora narra el proceso de maduración de una chica que descubre que es lesbiana y, sobre todo, la relación con su padre, personaje complejo, homosexual latente, que acabará atropellado por un camión no se sabe si accidental o voluntariamente. El cómic, que así resumido podría parecer muy focalizado para el público homosexual, va mucho más allá. Es una de las indagaciones más lúcidas y penetrantes sobre la familia de los últimos tiempos. No es casual que Fun home apareciese seleccionada entre las mejores novelas del año en publicaciones como Time o The New York Times.Lo merece, porque demuestra que un cómic puede abordar un tema complejo con la misma hondura que una novela.
Yo
Juanjo Sáez
Juanjo Sáez (Barcelona, 1974) es una mezcla de Woody Allen y Larry David en versión mediterránea y postadolescente. En sus libros nos cuenta su vida, que es una suma de agobios, dudas existenciales, desubicación en el mundo y deslenguadas opiniones sobre temas sacrosantos como los gais o el arte moderno. Y todo ello con un planteamiento estudiadamente naif, un dibujo tosco (cabezas sin rostro), tachaduras y faltas de ortografía. Si en Viviendo del cuento (Mondadori), ya provocador desde el título, asomaba un joven iconoclasta, en Yo (Mondadori) aparece alguien que se enfrenta a las complejidades y complicaciones de la madurez. Sáenz se autorretrata con todas sus contradicciones y nos regala momentos de antología del disparate como el viaje a Madrid para publicar en El País.Este registro naif e insolente ha dado otras obras dignas de mención, como la visceral My brain is hanging upside down de David Heatley (Norma).
5-V-10, Mauricio Bach, culturas/lavanguardia
Algo cambió para siempre en el mundo del cómic el día en que los superhéroes se echaron en el diván del psicoanalista. Y eso sucedió con un álbum que revolucionó muchas cosas: Watchmen (1987) del guionista Alan Moore y el dibujante David Gibbons. De los dos autores, la figura trascendental para la historia del noveno arte es el primero, algo sorprendente por dos motivos: es un guionista y además inglés, de un país que siempre ha tenido una posición secundaria en el mundo de los tebeos. Watchmen es al cómic lo que el Ulises de Joyce a la literatura: un hito que marca un antes y un después. Moore no sólo proponía una relectura de los superhéroes, mostrando su decadencia y sus trastornos, sino que cada página se planteaba como una complejísima arquitectura en la que cada viñeta formaba parte de una composición medida al milímetro.
Además de Moore, otros autores han hecho aportaciones revolucionarias, que rompían con la idea del cómic como un producto para adolescentes y han ido marcando el rumbo que conduce a lo que hoy llamamos novela gráfica.Dicen que el término lo utilizó por primera vez Will Eisner, el creador de Spirit,en su obra sobre el Bronx de los años treinta Contrato con Dios (1978); junto a él habría que mencionar a Robert Crumb, la figura del underground americano que mejor ha sobrevivido al paso del tiempo, y a Art Spiegelman, autor de Maus (1987), una obra maestra sobre el holocausto en la que los nazis son gatos y los judíos ratones, pero que es al mismo tiempo una certera indagación sobre las relaciones paterno-filiales. En España, Carlos Giménez con los autobiográficos Paracuellos (1982) y Los profesionales (1987) también ayudó a abrir el camino hacia la actual novela gráfica.
El término novela gráfica es resbaladizo, difícil de acotar de forma rigurosa. Para algunos, una simple argucia para dotar de pedigrí al cómic, que no ha gozado del favor de la intelectualidad (con algunas notables excepciones como Umberto Eco o Alain Resnais). Pero si bien es cierto que el término es algo volátil, también lo es que se ha instalado en el lenguaje cotidiano, y acaso nos sirva para explicar un cambio evidente que se ha producido en el mundo de los tebeos.
Con la novela gráfica aparecen nuevas temáticas orientadas al lector adulto. Las viñetas sirven para abordar relatos autobiográficos, diarios íntimos, crónicas de viajes, biografías, reportajes periodísticos, asuntos sociales y políticos, cuestiones como la enfermedad y la muerte… Estilísticamente parece haber preferencia por el blanco y negro, y menos preocupación por el virtuosismo en el dibujo. Los formatos tienden a reducirse con respecto al álbum tradicional, acercándose al de una novela. Surge un público nuevo, que no es lector habitual de cómics, pero se interesa por estas obras. La crítica empieza a percatarse de que algo sucedey en el menos anquilosado mundo anglosajón las novelas gráficas empiezan a aparecer en las listas de las mejores obras literarias de la década - o del siglo-y salen del gueto de los tebeos. Y es que, digámoslo sin complejos, algunas de las más interesantes propuestas de la narrativa contemporánea están surgiendo del ámbito de la novela gráfica.
5-V-10, Mauricio Bach, culturas/lavanguardia