Barack Obama, el Vaticano y la comunidad científica han coincidido en valorar la obtención del primer ser vivo creado por ordenador como un avance, pero en advertir del riesgo de un mal uso de esta nueva tecnología.
El ser vivo obtenido en el Instituto J. Craig Venter de Rockville (EE. UU.) es una bacteria dotada de un genoma artificial. Su genoma es una copia, con alguna pequeña diferencia, del de una bacteria real. La novedad es que este genoma se ha reconstruido en laboratorio a partir de instrucciones genéticas introducidas en un ordenador. La bacteria así concebida ha demostrado ser capaz de reproducirse como cualquier bacteria natural. El avance abre la vía a manipular genomas para crear microorganismos beneficiosos para la humanidad. Pero al mismo tiempo hace temer que se diseñen microorganismos perjudiciales, ya sea de manera deliberada - por ejemplo, con fines bioterroristas-o de manera involuntaria - porque escapen al control de sus creadores-.
Después de que el jueves el científico y empresario J. Craig Venter anunciara a través de la revista Science que había obtenido la bacteria, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ordenó a su comité asesor de bioética que analice las implicaciones de la investigación. Según informa Reuters, el Comité de Comercio y Energía de la Cámara de Representantes de EE. UU. ha convocado una reunión para la próxima semana para analizar los datos científicos y sus posibles consecuencias, tanto positivas como negativas.
J. Craig Venter
Obama ha pedido a la Comisión para el Estudio de Cuestiones Bioéticas que evalúe "los potenciales beneficios médicos, medioambientales, de seguridad y otros de este campo de investigación, así como cualquier riesgo para la salud, la seguridad y otros". La comisión deberá presentar a Obama "recomendaciones sobre cualquier acción que el Gobierno federal deba tomar para garantizar que América se beneficie de este avance, al tiempo que se identifican límites éticos apropiados y se minimizan los riesgos identificados". Se trata, en suma, de sentar las bases para que la biología sintética pueda desarrollarse y de establecer unas normas para limitar sus riesgos.
Una búsqueda de equilibrio similar a la que se expresó ayer desde el Vaticano. "Si [ esta línea de investigación] se emplea para el bien, para tratar patologías, sólo podemos valorarla de manera positiva. Si resulta no ser útil para respetar la dignidad de la persona, entonces nuestra valoración cambiaría", afirmó Rino Fisichella, que dirige la Academia Pontificia para la Vida y por lo tanto es la máxima autoridad en bioética del Vaticano, en declaraciones recogidas por Associated Press. Otra alta autoridad católica, el cardenal Angelo Bagnasco, que preside la Conferencia Episcopal italiana, también elogió la investigación de J. Craig Venter como "un signo más de inteligencia, el regalo de Dios para comprender la creación y ser capaces de gobernarla mejor". Pero "la inteligencia nunca puede estar exenta de responsabilidad", añadió.
Investigación y responsabilidad: el mismo equilibrio que defienden los especialistas en biología sintética que manipulan genomas para crear nuevos microorganismos beneficiosos para la humanidad. La obtención de bacterias viables controladas por un genoma creado por ordenador, fruto de quince años de investigación de J. Craig Venter y su equipo, "abre la vía a desarrollar genomas sintéticos, cosa que hasta ahora era inviable", explicó ayer Andrés Moya, catedrático de Genética de la Universitat de València que dirige un proyecto europeo de biología sintética. "Las expectativas que se abren son enormes. Pero el debate bioético que estas investigaciones suscitan también es de gran calado", añade Moya, que también es doctor en Filosofía. "Nuevos poderes crean nuevas responsabilidades", tal como lo ha resumido Mark Bedau, del Reed College de Oregon (EE. UU.), en la edición electrónica de la revista Nature.Hasta aquí todos de acuerdo. Incluso el Instituto J. Craig Venter ha sido pionero a la hora de fomentar un debate social abierto sobre las implicaciones éticas de la biología sintética para evitar un rechazo social derivado de la ignorancia que frenaría estas investigaciones. Las discrepancias aparecerán, previsiblemente, en el momento de decidir qué medidas deben adoptarse para minimizar los riesgos.
"Regular este campo de investigación es conveniente, pero falta ver qué tipo de regulación se adopta y cómo se consigue que se cumpla", declaró ayer Núria Terribas, directora del Institut Borja de Bioètica, quien valoró la creación de bacterias por ordenador como "un avance positivo al que por ahora no veo grandes peligros". Según Terribas, "lo ideal sería un acuerdo internacional vinculante", liderado por las Naciones Unidas, porque, si unos países se autoimponen unas normas para reducir riesgos y otros no, seguirá habiendo un riesgo para todo el mundo".
Andrés Moya coincide con Terribas en que "conviene una legislación internacional". Y no sólo para evitar que la manipulación de genomas se use con fines criminales. También porque es un campo con un gran potencial económico que puede originar conflictos legales. Por ejemplo, producir biocombustibles o medicamentos puede suscitar problemas de propiedad intelectual.
Pero cuando se pregunta a los especialistas qué normas se deberían adoptar, no hay una opinión unánime. Sólo coinciden en que los microorganismos creados por biología sintética deberían estar programados para poder sobrevivir solo en entornos controlados. Por ejemplo, se podría diseñar una bacteria que produjera un fármaco en laboratorio, o biocombustible en una fábrica, pero que no tuviera capacidad para escapar de estos ambientes. O una bacteria que digiriera el petróleo de una marea negra pero que no sobreviviera sin hidrocarburos.
Sobre el argumento de que crear formas de vida en un laboratorio equivale a usurpar el lugar de Dios, un argumento que la administración Bush y sectores religiosos han esgrimido en anteriores debates bioéticos, ni Barack Obama ni el Vaticano se han mostrado beligerantes en el caso de la biología sintética. "Seguimos la ciencia con gran interés", declaró ayer Rino Fisichella, de la Academia Pontificia para la Vida.
El bioquímico Joan Guinovart, presidente de la Confederación Española de Sociedades Científicas (Cosce), recordó ayer que, en la Biblia, Dios ordenó a Adán que reinara sobre los otros seres vivos. "La idea de dominio de la naturaleza está muy arraigada en el pensamiento humano", dijo Guinovart. "Lo hemos estado haciendo desde hace miles de años. Con la domesticación de los lobos, con la agricultura, con la medicina... Y es lo que ha hecho ahora Venter con su investigación".
Poco imaginaba el joven Craig Venter que su vida estaría consagrada a la genómica. Tras un paso por el instituto más bien mediocre, a los 18 años decidió dedicarse al surf. La guerra de Vietnam, sin embargo, dio un giro copernicano a su futuro. En el país asiático trabajó en el hospital de la base naval. A partir de entonces se puso como objetivo convertirse en médico y no perder el tiempo. Al volver a Estados Unidos inició sus estudios; pronto destacó en el campo de la investigación biomédica y durante la década de 1980, coincidiendo con el comienzo de la revolución de la biología molecular, trabajó en el Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos. Venter enseguida supo ver la necesidad de descodificar genes y consagró su trabajo a ello. Tenía prisa y ambición, así que dejó el estamento oficial en 1992 y creó un centro de investigación genómica privado. Seis años más tarde anunció el lanzamiento de Celera Genomics, una compañía comercial cuya meta era secuenciar por completo el genoma humano. Venter tuvo que compartir ese hito con el Instituto Nacional de Salud norteamericano. Tras el genoma humano, se embarcó en la creación de vida artificial. Según él, sus investigaciones son dignas del Nobel.
La obtención de los primeros seres vivos controlados por un genoma que había sido creado por ordenador suscitó ayer desconcierto, cuando no temor, entre algunos ciudadanos. ¿Hay motivos para asustarse ante estos experimentos? La Vanguardia resume aquí las claves de la investigación.
¿Qué se ha hecho exactamente? Se ha descifrado el genoma de una bacteria y se han introducido los datos en un ordenador. A partir de estos datos, se ha reconstruido un genoma artificialmente introduciéndole unas pequeñas modificaciones. Este genoma sintético se ha introducido después en una bacteria de otra especie. Y se ha observado que el nuevo genoma asumía el control de toda la actividad de la bacteria, que empezaba a reproducirse como una bacteria natural.
¿Han creado vida artificial? Depende de cómo se defina vida artificial. Según la definición comúnmente aceptada entre la comunidad científica, no la han creado: en lugar de crear un genoma original, se han limitado a copiar uno ya existente. Lo cual tiene su mérito: hasta ahora nadie había sabido hacerlo. Ni el propio Craig Venter dice haber creado vida artificial. Al presentar el avance, dijo que había obtenido "una célula sintética". Otros investigadores creen que incluso esta expresión es una exageración, ya que lo único sintético es el genoma, no el resto de la célula.
¿Para quécrear una célula sintética?La capacidad de controlar células con genomas artificiales permitirá domesticar las células en beneficio de la humanidad. Igual que la domesticación de los bóvidos permitió obtener suficiente cantidad de leche y de carne para alimentar a grandes colectivos, la domesticación de las bacterias permitirá obtener desde fármacos y vacunas hasta biocombustibles sintetizados por las propias bacterias.
¿Qué peligros tiene? Desde que los primeros humanos empezaron a tallar herramientas de piedra en la prehistoria, todo avance técnico ha conllevado un riesgo de uso perjudicial. El fuego, el bronce, el coche, internet... En el caso de la biología sintética, los principales temores son que se puedan crear microorganismos para utilizarlos como armas biológicas y que bacterias diseñadas para trabajar en entornos confinados escapen al control de sus creadores. Tal como lo ha resumido George Church, de la Escuela de Medicina de Harvard, en la revista Nature,los dos grandes peligros son el bioterror y el bioerror.
¿Se manipularán los genomas de personas? Nadie sabría cómo hacerlo en estos momentos. Las investigaciones de biología sintética realizadas hasta ahora se han limitado a organismos de una sola célula como bacterias. Incluso en bacterias, no se comprende bien cómo el genoma controla la actividad de la célula.
Manipular los genomas de organismos multicelulares como los seres humanos, que son enormemente más complejos, está por ahora fuera del alcance de la biología sintética. Cara al futuro, el Instituto J. Craig Venter, líder mundial en esta área de investigación, defiende que "dado lo poco que sabemos sobre la biología humana, no deben intentarse aplicaciones de este trabajo en personas".
¿Es ciencia o negocio? Las dos cosas. La obtención de bacterias controladas por un genoma artificial se ha realizado en el Instituto J. Craig Venter, que es un centro de investigación básica sin ánimo de lucro. Pero los 40 millones de dólares que ha costado la investigación han sido aportados por Synthetic Genomics, empresa fundada y dirigida por el propio Venter para explotar comercialmente los resultados de la biología sintética. A cambio de la financiación, Synthetic Genomics tiene en exclusiva los derechos de propiedad intelectual de toda la investigación del instituto. Según informaba ayer The Wall Street Journal,la compañía de Venter ha logrado un contrato de 600 millones de dólares de Exxon Mobil para diseñar algas capaces de capturar dióxido de carbono de la atmósfera y de producir combustible.
22-V-10, J. Corbella, lavanguardia