ligeras mejoras para los prisioneros políticos en Cuba

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En cumplimiento de la promesa que Raúl Castro hizo la semana pasada al cardenal Jaime Ortega, las autoridades penitenciarias de Cuba comenzaron anoche a trasladar presos políticos a cárceles próximas a sus poblaciones. El Arzobispado de La Habana confirmó anoche el acercamiento de seis de estos reclusos. La medida se considera un primer paso que, junto a otros posibles traslados y hospitalizaciones de penados enfermos en próximas horas, podría preceder a varias excarcelaciones.


Damas de Blanco

Los primeros en beneficiarse de las concesiones anunciadas tras la irrupción de la Iglesia cubana como mediador entre disidencia y Gobierno fueron Félix Navarro Rodríguez, que de la cárcel de máxima seguridad de Canaleta, en Ciego de Ávila,estaba siendo transportado a la prisión de Matanzas; José Luis García Paneque, de Granma a Las Tunas; Antonio Díaz Sánchez, de Ciego de ÁvilaaLaHabana; Diosdado González Marrero, de Pinar del Río a Matanzas; Arnaldo Ramos Lauzurique, de Sancti Spíritus a La Habana, e Iván Hernández Carrillo, de Villa Clara a Matanzas.

Las primeras noticias sobre estos movimientos partieron de las familias de los beneficiados y de la Comisión para los Derechos Humanos y la Reconciliación. Pero más tarde el Arzobispado de la capital difundió una nota en la que transmitía la información oficial que le habían hecho llegar las autoridades cubanas. Este será el cauce también a partir de ahora, para evitar "especulaciones, indicó la Iglesia

En la inédita y esperanzadora reunión que Raúl Castro celebró la semana pasada con el cardenal Ortega y el presidente de la Conferencia Episcopal de la isla, Dionisio García -arzobispos de La Habana y Santiago respectivamente-, el presidente cubano anunció a los dos jerarcas de la Iglesia su disposición a hacer concesiones a los presos políticos. Los prelados comentaron después que las medidas se ejecutarían en un proceso gradual que empezaría con acercamientos y hospitalizaciones.

El cardenal dijo que "esperaba" que Castro liberase pronto a todos los reclusos con alguna enfermedad y "aspiraba" a que finalmente todos los presos políticos pudieran regresar a sus casas. Ortega matizó que no había "compromisos" ni plazos concretos para materializar lo que hasta anoche era, por tanto, una esperanza sin confirmación oficial.

En Cuba se cuentan 55 presos de conciencia, según Amnistía Internacional; de ellos, 53 son parte del grupo de los 75 encarcelados durante la primavera del 2003. La comisión que lidera Elizardo Sánchez contabiliza no obstante un total de 180 reclusos "por motivos políticos y sociales". Las diferentes listas incluyen alrededor de 26 enfermos a los que, según la oposición y la Iglesia, habría al menos que internar en hospitales.

El disidente Guillermo Fariñas inició el 24 de febrero una huelga de hambre y sed para protestar por la muerte de Orlando Zapata y reclamar la liberación de esos 26 reclusos enfermos. Más tarde limitó a "10 o 12" -más un compromiso sobre el resto- el número de excarcelaciones que aceptaría para poner fin a su ayuno.

2-VI-10, F. García, lavanguardia


Guillermo Fariñas   

La Iglesia católica cubana ha conquistado algo más que el papel de árbitro en el conflicto entre el Gobierno de Raúl Castro y la disidencia interna. La institución también ha recibido del presidente el insólito rol de portavoz oficial para todo lo relacionado con el proceso de concesiones a los presos políticos de la isla, el cual empezó en la noche del martes y se prevé gradual y lento.

El primer paso del proceso, consistente en el traslado de seis reclusos a prisiones cercanas a sus casas, se comunicó a los medios a través de una significativa nota de prensa del arzobispado de La Habana. El texto empezaba señalando que el cardenal y arzobispo Jaime Ortega había sido informado de los acercamientos "por las autoridades". Y, tras la relación de los traslados, añadía: "Ante las especulaciones de los últimos días en relación con este proceso, les comunico que toda información fidedigna al respecto será generada o confirmada exclusivamente por una fuente del arzobispado de La Habana".

Con su mención a las especulaciones anteriores a la medida, la Iglesia aludía a ciertos avisos de fuentes familiares y de la disidencia - unas veraces, otras no-sobre inminentes movimientos de presos. El opositor Guillermo Fariñas, en huelga de hambre y sed desde el 24 de febrero para protestar por la muerte de Orlando Zapata y reclamar la liberación de 26 reclusos enfermos, se precipitó y erró al predecir la fecha de los primeros desplazamientos de penados (24 de mayo).

El anuncio del martes en el sentido de que a partir de entonces sólo las fuentes arzobispales estarían autorizadas a difundir esas informaciones dio carta oficial a lo que desde el inicio de la mediación eclesiástica era un hecho.

El cardenal Ortega empezó a ejercer como portavoz vicario del Gobierno cuando, el 2 de mayo, logró que Raúl Castro autorizara a las Damas de Blanco - familiares de los 75-a desfilar por la calle sin tener que soportar el acoso de las brigadillas que venían increpándolas y bloqueando su paso. El prelado dio la noticia en la misa que ese día decidió celebrar él mismo en la iglesia de Santa Rita, donde las Damas se reúnen antes de sus caminatas.

También fue Ortega quien, junto al arzobispo de Santiago, Dionisio García, dio cuenta de la importante reunión que ambos celebraron el 19 de mayo con Raúl Castro. El cardenal explicó en rueda de prensa el contenido del encuentro, del que salió el compromiso del presidente de "aliviar" gradualmente la situación de los presos: primero mediante traslados como los seis del martes y después, tal vez, con hospitalizaciones de reclusos enfermos y excarcelaciones.

El trovador Silvio Rodríguez, de gira en EE. UU., se sumó a las voces favorables a las liberaciones al afirmar en Nueva York que "al menos la mayoría" de presos deberían estar ya en sus casas.

3-VI-10, F. García, lavanguardia