No todos los africanos ven con orgullo como el Mundial de Fútbol se desarrolla en sus tierras. Los islamistas radicales de Somalia han matado a dos personas y detenido a decenas desde que el pasado viernes arrancara en Sudáfrica la cita más importante del deporte rey, en un afán de recordar a los somalíes la estricta interpretación de la ley islámica que tratan de imponer desde que ganaran terreno en 2006, con la caída del gobierno de las Cortes Islámicas.
"Hizbul Islam mató a dos personas y detuvo a otras 35, todos aficionados del Mundial. Los islamistas entraron inesperadamente en las casas del distrito de Afgoi [en Mogadiscio, la capital] y luego dispararon algunas personas que trataron de saltar la pared para escapar", declaró ayer a la agencia de noticias Reuters Ali Yasin Gedi, vicepresidente del grupo de derechos somalí Elman.
Hizbul Islam y Al Shabab –los dos principales grupos islamistas que combaten la autoridad y legitimidad del trastocado Gobierno Federal de Transición- tienen prohibido a los somalíes toda clase de entretenimiento, música, deporte y bailes. Una norma que –aseguran los radicales- tiene por objetivo hacer de Somalia un califato musulmán puro, al estilo de lo que en su día fue el Afganistán de los talibán.
Los habitantes de Mogadiscio –donde el control de los islamistas es cada vez mayor- han relatado a los escasos medios internacionales en la zona –entre ellos la cadena británica BBC- cómo tienen que esconder su pasión por el fútbol viendo los partidos en casa, sin volumen, y a través de canales de televisión también prohibidos en el país, como la popular Universal TV, por ser considerados anti islámicos.
"Hizbul Islam llamó inesperadamente a nuestras puertas. Saltaron sobre nuestra pared. Era medianoche y mis dos hijos y otras personas del barrio estaban viendo el Mundial", dijo también a Reuters Ismail Sidow, residente en la zona central de Somalia, un país sin gobierno efectivo desde hace casi dos décadas y donde los islamistas han impuesto un estricto código de comportamiento, que castiga con latigazos y amputaciones el adulterio u otras faltas leves como robar un móvil.
Según los medios en la zona, los islamistas han organizado patrullas de vigilancia en las zonas de la capital controladas por las milicias radicales, que llevan meses poniendo en serios aprietos al Gobierno respaldado por la comunidad internacional.
Mohamed Abdi Aros, portavoz de Hizbul Islam, quiso recordar ayer a los somalíes su obligación de respetar las normas islamistas al instar a los jóvenes somalíes "a no atreverse a ver los partidos de fútbol del Mundial". "Es una pérdida de dinero y tiempo que no aporta beneficios […] no se consigue nada viendo a hombres saltado de un lado para otro", declaró el portavoz islamista en un comunicado.
No es la primera vez que los islamistas de Somalia –afines y vinculados a la red terrorista de Al Qaeda- imponen su ley de terror. Desde su progresiva toma del poder hace casi cuatro años, los radicales han prohibido la enseñanza del inglés en las escuelas, la música en las emisoras de radio, el uso de prendas íntimas como los sujetadores y la celebración de fiestas.
15-VI-10, J. Socías, elmundo