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- dossier pederastia en la Iglesia Católica
Bélgica pasó ayer de la sorpresa a la confusión y la más pura conmoción conforme se conocían los detalles de la espectacular ola de registros llevada a cabo por la policía federal en el marco de una investigación sobre posibles abusos sexuales a menores cometidos en el seno de la Iglesia.
Las pesquisas alcanzaron al corazón de la Iglesia católica belga. Los registros se iniciaron a media mañana en la sede del arzobispado, en el centro de Malinas, del que decenas de agentes extrajeron abundante material archivístico e informático, mientras la Conferencia Episcopal celebraba una reunión con el nuncio. También registraron la cripta de la catedral de esta ciudad. En paralelo, otra patrulla registraba del domicilio personal del cardenal Godfried Danneels, de 77 años, primado de Bélgica hasta enero, al que se le confiscó su ordenador. Finalmente, en Lovaina, un tercer equipo penetraba en las oficinas de la comisión independiente que investiga abusos a menores en el ámbito eclesiástico.
En su primera década de existencia, este organismo independiente sólo llegó a investigar 33 casos por falta de visibilidad y de apoyo de las autoridades eclesiásticas belgas, según denunció repetidamente su antigua responsable, la ex magistrada Godelieve Halsberghe. La dimisión en abril del obispo de Brujas, Roger Vangheluwe, tras admitir haber abusado sexualmente de un menor de su entorno en los años 80, dio un vuelco al asunto y provocó una auténtico aluvión de quejas: unas 475 recibió la comisión en sólo ocho semanas. La policía federal confiscó ayer abruptamente todo ese material, recopilado bajo garantía de confidencialidad.
Un portavoz de la Fiscalía federal explicó que los registros formaban parte de una investigación abierta "recientemente" a raíz de diversas acusaciones contra varios miembros de la Iglesia católica, con el fin de determinar "si se sostienen o no", pero no aclaró el origen de la denuncia. "¡No hemos sido nosotros los que nos hemos comportado de forma tan poco ética!", se defendió, indignado por la actuación policial, Peter Adriaenssens, presidente de la comisión receptora de las quejas. "Las víctimas se encuentran en estado de pánico", aseguró Adriaenssens, un psiquiatra infantil de gran prestigio.
De los casi 500 dosiers interceptados por la policía, sólo 100 corresponden a personas que habían aceptado hacer públicas sus historias, la mayoría prescritas judicialmente. "El resto quería que se respetara su privacidad, y así se lo prometimos", subrayó. La presión pública tras el reconocimiento de casos de pederastia en la Iglesia en otros países, explicó Adriaenssens, ha animado a muchas personas que sufrieron abusos en su infancia a denunciar.
"Ven que no están solos, que la vergüenza existe en todas partes, que a todos les cuesta hablar". La mayoría, dijo, sólo revelan las humillaciones sufridas -"no se trata de meros tocamientos, sino de abusos sexuales, de delitos"- tras la muerte de sus padres, a menudo amigos del abusador.
La ola de indignación que provocó la admisión de culpabilidad del ya ex obispo de Brujas ha sacado a la luz pública otros casos de supuestos abusos que la Iglesia de una manera u otra ocultó durante años. André-Mutien Léonard, primado de Bélgica desde enero, anunció su determinación de romper con el "pasado reciente" de tapar o callar los hechos. En mayo, los obispos pidieron perdón por los posibles abusos y por su silencio. Si su antecesor, Danneels, presidente de la Conferencia Episcopal belga entre 1979 y 2010 sabía o no ha sido objeto de numerosas especulaciones.
El cardenal había mostrado su voluntad de cooperar con las investigaciones y se esperaba que compareciera en la comisión contra abusos sexuales en la Iglesia.
Ayer Adriaenssens puso en duda que pueda continuar su trabajo. Aunque recupere el material, duda que pueda volver a tener la confianza de las víctimas para investigar los casos. La comisión acababa de suscribir un protocolo de actuación con el Ministerio de Justicia y el magistrado encargado de delitos sexuales para garantizar la independencia de sus trabajos, con el compromiso de transferir a los jueces los casos que todavía podrían juzgarse o pudieran seguir cobrándose nuevas víctimas. Su trabajo se centraría en aclarar los hechos. Las posibles compensaciones quedarían en manos de los jueces.
No está claro en qué denuncias o sospechas se basa la Fiscalía, pero un sacerdote retirado, Rik Devillé, reveló ayer que hace dos semanas, animado por la mayor sensibilidad pública, entregó a la Justicia documentos sobre presuntos abusos que dice investigar desde 1992. Según Devillé, incluye cartas con sus superiores eclesiásticos.
25-VI-10, B. Navarro, lavanguardia