ver también:
- ´Lebanon: Seize Opportunity to End Discrimination Against Palestinians´, HRW
- ´Lebanon’s Politics: The Sunni Community and Hariri’s Future Current´, crisisgroup
Ayer en el centro de Beirut, ante las sedes del Parlamento y de las oficinas regionales de la ONU, se manifestaron miles de palestinos para reivindicar sus derechos civiles y laborales, no reconocidos en esta república. Hace unos días el líder druso Walid Jumblat, cuyo padre había sido patriarca de la izquierda libanesa y protector y aliado de los palestinos durante la guerra civil de 1975, presentó cuatro polémicas propuestas de ley a fin de mejorar su precaria situación. El ordenamiento jurídico local no les permite adquirir bienes inmuebles ni ejercer numerosas profesiones y oficios, a diferencia de otros países árabes vecinos, como Jordania y Siria.
En este pequeño Estado fragmentado, se calcula a ojo de buen cubero -a falta de estadísticas completas- que viven alrededor de 450.000 palestinos, la décima parte de la población. Los gobernantes libaneses nunca han querido concederles la nacionalidad habida cuenta de que como la mayoría son musulmanes suníes, desequilibraría aún más el statu quo entre habitantes de religiones cristiana e islámica. Por otro lado, hay unanimidad entre los libaneses de rechazar su definitiva implantación. La cuestión palestina, que ya provocó la guerra de 1975, con los enfrentamientos de fedayines y milicianos cristianos falangistas, volvió a ponerse a flor de piel cuando hace tres años extremistas del grupúsculo de Fatah el Islam se atrincheraron en el campo de refugiados palestinos de Naher el Bered causando la destrucción del vecindario. Beirut obstaculiza los trabajos de reconstrucción porque intenta imponer su autoridad. Hay doce campos de refugiados palestinos que gozan de un estatuto de extraterritorialidad.
Las propuestas de Walid Jumblat, que ha reanudado sus contactos con Siria, han vuelto a abrir la caja de Pandora libanesa. Los grupos cristianos del Parlamento rechazaron sus iniciativas, que contaron con el apoyo de las organizaciones chiíes del Hizbulah y del Amal, además del Partido Socialista Progresista de los drusos y las buenas predisposiciones de los seguidores suníes del primer ministro Al Hariri.
La cuestión palestina en Líbano es una cuestión humanitaria pero también política. Los refugiados tienen una situación diversa si pertenecen al primer éxodo de 1948 o bien a movimientos migratorios posteriores. Desde hace años hay negociaciones entre dirigentes locales y jefes de los refugiados. Pero mientras estos aspiran a resolver sus problemas de falta de derechos civiles y laborales, los libaneses quieren, sobre todo, controlar sus armas y garantizar la seguridad de los campos de refugiados, convertidos a veces en santuarios de gente fuera de la ley. La manifestación de Beirut ha planteado en la plaza pública este conflicto originado en 1948 con el establecimiento de Israel y la llegada de los refugiados palestinos.
28-VI-10, T. Alcoverro, lavanguardia