22.700 muertes por el narco en
la era Calderón (desde XII-2006)
El reciente asesinato de Rodolfo Torre, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la gobernación del estado de Tamaulipas, representa un punto y aparte en la guerra al narcotráfico iniciada en diciembre del 2006 por el presidente Felipe Calderón. Con cierta exageración, los analistas destacan que los mafiosos han colocado al Estado contra la pared al abrir una crisis política, institucional y de seguridad que no se conocía desde que en marzo de 1994 murió en un atentado Luis Donaldo Colosio, favorito para ganar la presidencia.
Según el comentarista Raymundo Riva Palacio, "el asesinato de Torre Cantú es un acto de terrorismo para crear desestabilización y terror, en un acto de fuerza que desafía al Estado Mexicano". Como nunca antes, la llamada narcopolítica altera la campaña ante las elecciones del domingo para gobernador y congresos locales en 14 de los 31 estados mexicanos y modifica violentamente el estado en el que se encontraba la lucha contra los carteles de la droga. El ministro de Gobernación, Fernando Gómez Montt, dijo que "la libertad y la democracia están amenazadas".
El discurso oficial subrayaba que el aumento de violencia se debe a la presión de ejército y policía, y que la mayoría de víctimas son delincuentes que se matan entre sí. La guerra golpea a la población y afecta a políticos prominentes y a la campaña electoral.
El poder desestabilizador del narcotráfico se volvió a poner de manifiesto con la muerte a tiros en Coyuca de Benítez (Guerrero) de un matrimonio de periodistas, Juan Francisco Rodríguez Ríos, corresponsal del diario El Sol de Acapulco y del Diario Objetivo de Chilpancingo,y su esposa María Elvira Hernández, en el interior de un cibercafé de su propiedad, en el centro de la población. En el momento del crimen, junto a la pareja estaba su hijo de ocho años, que no sufrió daños. En lo que va del año, otros cuatro periodistas han sido asesinados a tiros en México; seis más se encuentran desaparecidos.
En un mensaje al país, Calderón pidió cerrar filas ante el crimen organizado que, recalcó, es el mayor reto de México, ante el cual sólo cabe "la unidad y corresponsabilidad de los ciudadanos más allá de intereses partidistas".
Sin un punto de duda, Beatriz Paredes, presidenta del PRI, rechazó la exhortación a la unidad y rompió de plano con Calderón. Le acusó de oportunismo ante la tragedia de Tamaulipas y reclamó respeto y una investigación. Criticó al gubernamental Partido de Acción Nacional (PAN) por recurrir a la guerra sucia para mantener el poder, sin importarle "estimular una división que es caldo de cultivo del crimen". Paredes pide la cabeza de César Nava, presidente del PAN. "Calderón exige civilidad, pero su Gobierno ha envilecido a la política", dijo.
1-VII-10, J. Ibarz, lavanguardia