La violencia se ha disparado en México. Las elecciones regionales y locales que se celebrarán mañana en 14 de los 31 estados mexicanos han provocado un aumento inusitado en el número de asesinatos y choques armados.
Los comicios se desarrollarán en un ambiente perturbado por tensiones políticas y el aumento de los crímenes de la mafia de la droga. Muchos candidatos se han visto intimidados por los narcos, sino directamente atacados.
Cerca de la ciudad de Nogales (Sinaloa), a unos 20 kilómetros de la frontera con EE. UU., miembros del cartel de Sinaloa que dirige Joaquín El Chapo Guzmán, se enfrentaron el jueves a tiros con sus rivales del grupo Beltrán Leyva. Fue como un western. Murieron 21 personas y seis resultaron heridas.
Hace años que los dos cárteles pugnan por el control de la ruta de Sinaloa, muy lucrativa porque por ella circulan drogas e inmigrantes indocumentados rumbo a Estados Unidos.
En Ciudad Juárez (Chihuahua), unos hombres no identificados depositaron, también el jueves, una cabeza humana ante la casa de Héctor Murguía, el candidato que encabeza las encuestas para ganar la alcaldía. En esa misma ciudad fronteriza con Texas, hombres armados asesinaron en la noche del miércoles a Sandra Salas, vicefiscal del estado.
Más de 26.000 personas han muerto en los últimos tres años y medio en actos de violencia relacionados con el narcotráfico.
El lunes fue Rodolfo Torre, favorito para ganar la gobernaduría de Tamaulipas, quien murió en una emboscada a su convoy electoral. En la historia reciente de México es la primera vez que cae un candidato tan destacado.
En las elecciones de mañana se elegirán alcaldes, diputados de los congresos locales y gobernadores. El Partido Revolucionario Institucional (PRI), que perdió el poder hace diez años después de haberlo monopolizado durante 70, busca ganar la mayoría de los cargos en disputa como un paso determinante para recuperar la presidencia en el 2012.
El número de homicidios registrados en lo que va del año en Ciudad Juárez rebasa todos los índices de violencia y muestra que no resultó efectivo el cambio de la estrategia de combate contra el crimen organizado, al pasar el mando del Ejército a la policía federal. Según datos oficiales, en el primer semestre del año fueron asesinadas 1.403 personas, cifra muy superior a los 907 homicidios registrados durante el mismo periodo de 2009.
El cambio de táctica no frenó la delincuencia; más bien al contrario, ya que el número de asesinatos se disparó al aumentar en más del 50%, pese a que desde el 8 de abril se replegó al Ejército y se entregó el mando de los operativos a la policía federal. lo que viene a dar al traste con la restauración de la confianza ciudadana en las autoridades.
3-VII-10, J. Ibarz, lavanguardia