Bajo la diminuta gorra azul que cubre la cabeza de Maria de Jesus Florêncio, la piel ennegrecida por el sol y los surcos de los años no pueden ocultar el carácter alegre de una mujer que, con 96 años a cuestas, sale cada día junto a su familia en busca de residuos para el reciclaje en la ciudad brasileña de Fortaleza. En realidad son sus familiares quienes recogen residuos. Ella sólo mira. Los cartones, las botellas de plástico y vidrio y las latas que recogen sus allegados son un tesoro incalculable: se han convertido para centenares de miles de familias del estado brasileño de Ceará, uno de los más pobres de Brasil, en un recibo de la luz asequible a sus escasos ingresos, incluso gratuito.
La señora Florêncio lleva dos años sin pagar el recibo de la luz. Se trata de un programa de Coelce, empresa filial de Endesa, que es la compañía suministradora de la electricidad de Ceará. El proyecto que permite llevar luz a los hogares más pobres se llama Ecoelce y cumple una doble función: además de proporcionar energía a la gente con menos recursos, elimina miles de toneladas de residuos sólidos de las calles, unas basuras que, de otra forma, poblarían todo el espacio urbano, puesto que en Ceará ninguna administración se ocupa del reciclaje. En Fortaleza no existen los contenedores de colores a los que estamos habituados en Europa. En tres años y medio, el proyecto ha retirado de las calles de esta ciudad y otras localidades 8.620 toneladas de residuos.
Los 236.000 abonados al proyecto Ecoelce disponen de una tarjeta. Cada vez que llevan residuos para el reciclaje a uno de los 28 puntos de recogida, los desechos se pesan y se les aplica un precio en función de su cotización del momento, que es variable, en especial en el caso de los productos metálicos. Una vez tasada la basura, el cliente pasa su tarjeta por un terminal idéntico a los que se utilizan para pagar en las tiendas y, de forma automática, se aplica el correspondiente descuento. Si a final de mes, la cuenta de residuos supera a la de la luz, el cliente no paga nada. Lo que sobra, se conserva como bonus para el siguiente recibo.
Ceará es uno de los estados más pobres de Brasil. Representa el 2% del PIB del país y el 8% de la tasa de pobreza. Dos terceras partes de su población tienen un bajo nivel de ingresos. Los abonados de Coelce que ganan lo suficiente para pagar la luz y quieren colaborar con algunas de las entidades benéficas acogidas al proyecto, pueden llevar los residuos para el reciclaje y, una vez pesado, decidir a qué organización lo destinan. En dos años
¿Qué gana Coelce con este plan de recogida? Nada en dinero - tampoco pierde-pero mucho en imagen y en satisfacción de sus clientes: el 92,7% de sus 2,5 millones de abonados están satisfechos o muy satisfechos.
El proyecto Ecoelce ganó el premio World Business and Development de las Naciones Unidas del 2008 y el año pasado esta filial de Endesa fue elegida la mejor compañía suministradora de Brasil, una distinción que este año podría repetir.
"No hacemos esto porque seamos muy buenos, que también es por eso - explica Abel Alves Rochinha, presidente de Coelce con una sonrisa-,sino porque es nuestra estrategia". Al facilitar el acceso a la energía a la gente más pobre, se reduce la tasa de hurto de electricidad por conexiones ilegales y baja la morosidad, que tan sólo es de un 2%. "Esto no es marketing, está en el ADN de la compañía, porque si no lo hacemos, no sobrevivimos", sentencia. Sus clientes más pobres han visto como se les descontaba en ese tiempo 975.000 reales brasileños, unos 423.000 euros.
En realidad, Coelce no hace nada con los residuos. Tan sólo hace de mediadora entre sus clientes y las empresas de reciclaje, que le pagan a la compañía eléctrica lo mismo que esta descuenta a los abonados en el recibo. La compañía energética, sólo destina a tres empleados a la gestión de este proyecto.
José Nunes, director de comunicación de Coelce, que ideó el sistema para cambiar basura por energía durante una conversación con un profesor universitario, asegura que, al pagarse a precio de mercado "no genera ninguna pérdida". En Brasil, uno de los representantes de Endesa es el catalán Eugeni Cabanes, director de relaciones institucionales y comunicación corporativa de la compañía, que acogió con entusiasmo este plan, entre medioambiental y solidario.
17-VII-10, F. Bracero, lavanguardia