Robert G. Edwards, de peligro para la Humanidad a Nobel de Medicina

El nuevo Nobel de Medicina recibirá el máximo reconocimiento a su carrera a los 85 años y 32 después de haber mostrado al mundo que había una técnica posible para solventar una buena parte de las infertilidades. Robert Geoffrey Edwards investigó y desarrolló junto con el ginecólogo Patrick Steptoe la fecundación in vitro, la fertilización de un óvulo y un espermatozoide fuera del cuerpo humano que, tras lograr una primera multiplicación celular, eran transferidos al útero para que se desarrollara el embrión en el cuerpo de la madre.

Cuatro millones de niños han nacido en todo el mundo después de aquel primer bebé probeta,como se llamó a la británica Louise Brown en 1978. En el Institut Dexeus de Barcelona, donde se formó el primer equipo especializado en FIV durante esos primeros años ochenta, desde julio de 1984 -cuando nació Victòria-Anna- han venido al mundo 10.000 niños. El Instituto Valenciano de Infertilidad, con 20 centros dedicados a problemas reproductivos en ocho países distintos, ya cuenta con 50.000 nacimientos.


Edwards con la madre del primer ´bebé-probeta´,
éste mismo (Louise Brown), y su hijo

"Hemos aprendido mucho desde entonces", recuerda Anna Veiga, bióloga que hizo posible esa primera fecundación y actual directora científica del servicio de Medicina de la Reproducción del Institut Dexeus y directora del Banco de Líneas Celulares del Centre de Medicina Regenerativa de Barcelona. "Hoy, además de solucionar infertilidad, la FIV también sirve para preservarla ante un cáncer, por ejemplo. Y tenemos una tasa de embarazo muy superior, aunque depende de las edades. Una media del 40%. Y seguimos luchando contra los embarazos múltiples, una secuela realmente indeseable y que hoy ocurre en el 25% o 30% de las fecundaciones".



Al comienzo, cuando Edwards logró su primer embarazo con éxito, la posición de muchos científicos, médicos y políticos no era tan favorable. "Tuvo una perseverancia enorme. Al principio nadie creía en Edwards. Tampoco le autorizaron fondos para sus investigaciones", explica el doctor Hugo Lagercrantz, miembro del jurado de la Asamblea Nobel. "La comunidad científica en general creía que con la fecundación artificial iban a nacer bebés malformados. Y también hubo una enorme oposición religiosa de obispos y otros, que opinaban que sólo Dios podía crear vida nueva. Particularmente grande fue la resistencia en Alemania. Allí había ante todo temor frente a todo aquello que implicaba la manipulación del organismo humano. Pero cuando nació el primer bebé en 1978, eso cambió de pronto. Todos consideraban el trabajo de Edwards fantástico".

Edwards nació en Manchester en 1925 y se dedicó al principio a reproducción animal. Con varios descubrimientos cruciales a sus espaldas, decidió pasarse a la reproducción humana, consciente de que el avance de sus investigaciones podría llegar a atajar la infertilidad, que afecta a un 10% de las parejas, y a diagnosticar problemas genéticos antes de que el embrión fuese implantado en el útero.

El primer intento en colaboración con Patrick Stepto no tuvo éxito, en 1972. Hubo que esperar hasta 1978.

5-X-10, red, lavanguardia