el populismo xenófobo define el nuevo Gobierno neerlandés

Después de casi siete horas de emocionantes discursos y acaloradas discusiones, el congreso del partido conservador holandés (CDA) aprobó ayer pactar con un partido islamófobo de extrema derecha para gobernar en coalición con el partido liberal (VVD). El camino queda así despejado para que en los próximos días el liberal Mark Rutte sea nombrado primer ministro: será el primer gobierno holandés que se forma en minoría desde la Segunda Guerra Mundial.

Los democristianos holandeses sufrieron un severo varapalo en la elecciones legislativas de junio, cuando pasaron de ser la primera fuerza más votada a la cuarta. La idea de gobernar con el apoyo parlamentario del Partido para la Libertad, del radical Geert Wilders, había causado un terremoto en el partido y más de 4.800 militantes, un número récord, participaron ayer en el congreso extraordinario convocado para pronunciarse sobre el pacto.



Los detractores del acuerdo se hicieron oír más que sus partidarios, pero el resultado fue mucho más claro de lo anticipado: el 68% de los militantes se pronunció a favor y el 32% en contra en una votación por momentos caótica. "Me alegro de no haber perdido vuestra confianza", afirmó visiblemente emocionado el presidente del partido, Maxime Verhagen, que será vicepresidente del nuevo gabinete. Las divisiones internas de la CDA durante los tres meses que ha durado la negociación casi le hicieron tirar la toalla, había explicado en su intervención a media mañana.

Con todo, uno de cada tres miembros del partido rechaza la decisión de pactar con la extrema derecha, un resultado que arroja dudas sobre su unidad interna, como varios de sus primeros espadas destacaron en sus intervenciones.

Fue sobre todo la vieja guardia del partido -varios ex primeros ministros incluidos- la que se pronunció contra el acuerdo. "¿Cómo le voy a explicar esto a ese amigo musulmán que trata de ser un buen holandés?", planteaba una resolución.

El rechazo visceral de Wilders a la fe mahometana (la considera una ideología peligrosa, no una religión) casa mal con la libertad religiosa tan preciada en Holanda, donde alrededor de un millón y medio de personas profesa el islam. Las generaciones más jóvenes, en cambio, se mostraron convencidas de que el pacto no traiciona la esencia del partido.


Geert Wilders

La crucial votación se produjo al mismo tiempo que Geert Wilders ofrecía un discurso en un hotel de Berlín. Llegó entre protestas, invitado por el ultraconservador René Stadtkewitz, que tras dejar la CDU de Angela Merkel ha anunciado la creación de un nuevo partido de marcado acento antimusulmán. "No somos como Merkel, no aceptamos la islamización" de la sociedad, dijo Wilders, en plena campaña por una alianza internacional "por la libertad" y contra el islam.

3-X-10, B. Navarro, lavanguardia

Muchos reflexionan estos días sobre la frase del juez estadounidense Wendell Holmes en 1919: "No se puede gritar falsamente ¡fuego, fuego!". Wilders no entrará en el debate: por consejo de su abogado, se acogerá a su derecho a guardar silencio. Aunque es una figura extremadamente polarizadora, quienes le defienden y quienes le critican están de acuerdo en que este juicio trasciende a su persona.

"Es más grande que Wilders, sí", afirma Ybo Buruma, experto en derecho penal y profesor de la Universidad Radboud, de Nijmegen. "Es como el caso de Le Pen en Francia, cuando se estableció que se podía castigar a un político por incitación al odio. Además, Wilders está a punto de convertirse en uno de los socios más importantes de la nueva coalición de Gobierno". Su línea de defensa, guardar silencio, le ha sorprendido. "Era más previsible que defendiera que la libertad de expresión le ampara para decir sus opiniones", explica Buruma.

Así, aunque Wilders no reniega de sus palabras, será la acusación quien tendrá que demostrar que fue él quien dijo las frases aparecidas en los medios en el 2007 y el 2008 y que movieron a varias asociaciones de inmigrantes y estudiantes de Derecho a denunciarlo. En un artículo de opinión en el diario De Volkskrant titulado "Basta ya, prohibamos el Corán", compara el libro sagrado de los musulmanes con el Mein Kampf,vetado en Holanda: "El Corán es un libro que incita a la violencia y al odio y no tiene lugar en nuestro orden legal". En otro momento dijo que "el islam no es una religión, sino la ideología de una cultura retardada".

Sobre el cargo de incitación al odio y la discriminación, opina Buruma, "es posible que los jueces se inclinen por decir que la libertad de expresión es más importante que el hecho de que los musulmanes puedan sentirse ofendidos".

5-X-10, B. Navarro, lavanguardia