La ´Ndrangheta, la mafia calabresa, es hoy la más potente e internacionalizada de las diversas marcas del crimen organizado italiano. Su acoso a jueces y fiscales que la combaten ha llevado a recurrir al ejército. Ayer se anunció una petición al Gobierno italiano para que el ejército proteja edificios susceptibles de ser atacados, como la sede la fiscalía de la República en Reggio Calabria.
La drástica medida solicitada por el prefecto Luigi Varrata, tras reunirse con el comité provincial para el orden y la seguridad pública, se produjo después del enésimo acto intimidatorio de los clanes mafiosos. El martes fue hallado un bazuca cerca de la sede de los tribunales. Desde una cabina, alguien realizó una llamada para decir: "Podemos golpear cuando queramos". Grupos ciudadanos, con velas, improvisaron poco después del hallazgo una nueva manifestación de solidaridad hacia los magistrados que persiguen a la mafia y hacia las fuerzas de seguridad.
Mientras se espera la llegada del ejército, se aumentará la dotación de la policía, de los carabineros y de la Guardia de Finanzas. Las autoridades quieren ir con cuidado para no dar la impresión de que militarizan Calabria. Varrata insistió en que el ejército no hará controles ni patrullará las calles, sino que se usará, de momento, para la vigilancia de las instalaciones judiciales. Desde hace meses la ´Ndrangheta envía avisos a los fiscales y jueces, a sus oficinas y domicilios particulares, con intentos de atentado no destinados por ahora a causar víctimas sino a intimidar. Existe el miedo, sin embargo, de que la situación se deteriore. Todos recuerdan la estrategia terrorista utilizada en los años ochenta y principios de los noventa del siglo pasado por la Cosa Nostra, la mafia siciliana. En aquellos años de plomo fueron asesinados jueces, jefes policiales y líderes políticos, e incluso hubo atentados indiscriminados en varias ciudades con el objetivo de chantajear al Estado.
El anuncio del envío del ejército es considerado insuficiente para hacer frente a la ´Ndrangheta, poco más que un gesto simbólico de escasa eficacia más allá de la seguridad de algunos edificios y personas. La misma magistratura se queja de que lo más grave es que le faltan medios humanos y materiales para enfrentarse al fenómeno mafioso. Muchas plazas de fiscal no se cubren (lo mismo sucede en Sicilia). Hay carencias logísticas graves, desde fotocopiadoras hasta vehículos. El Gobierno de Berlusconi presume siempre de los golpes que se asesta a las mafias y de las confiscaciones de bienes, pero en realidad, como es vox pópuli en los ambientes policiales y de la justicia, los éxitos suelen deberse al orgullo profesional de magistrados y agentes, que trabajan sin los recursos adecuados, por amor propio, dedicando horas extras no remuneradas. A los magistrados les duele también que Berlusconi los desprecie en público y les achaque parcialidad política.
7-X-10, E. Val, lavanguardia