inherente corrupción policial en la guerra a las drogas

Una atmósfera del Chicago o el Nueva York de décadas atrás ha envuelto la operación para desmantelar una red de corrupción policial en el estado libre asociado de Puerto Rico. Un millar de agentes -de los cuales 750 llegaron expresamente del territorio estadounidense- detuvieron el miércoles a 129 personas, entre ellas unos 90 miembros de distintos cuerpos policiales de la isla.

La operación, denominada La Caseta del Guardián, es la mayor contra la corrupción policial que el FBI ha llevado a cabo en sus 102 años de historia. Las dimensiones del caso, según la prensa estadounidense, ponen en evidencia los fallos en la seguridad del estado libre asociado, y los problemas enquistados en una policía "mancillada por acusaciones recientes de brutalidad, discriminación e incompetencia", según escribe la corresponsal de la agencia Associated Press.



A los agentes policiales se les acusa de ayudar a traficantes de droga a cambio de sobornos. Puerto Rico es una puerta de entrada hacia EE. UU. para la cocaína colombiana, explica The Miami Herald.Y añade: "Las detenciones del miércoles subrayan el fracaso a la hora de proveer una adecuada protección de la ley en el estado libre asociado. Pero las demandas de más oficiales de la policía han inundado la isla con oficiales mal supervisados, mal pagados y con orígenes dudosos, según han reconocido agentes policiales y federales".

Los cargos presentados contra los 129 detenidos -más cuatro que se hallan en busca y captura- "son el resultado de 125 transacciones secretas con drogas realizadas por el FBI en varias localidades de Puerto Rico entre julio de 2008 y septiembre de 2010", según un comunicado del FBI.



Los policías acusados protegían a los supuestos traficantes y a cambio recibían pagos de entre 500 y 4.500 dólares (entre unos 360 y 3.250 euros). Todo quedó grabado en vídeo.

Entre los detenidos, figuran 61 miembros del departamento de Policía de Puerto Rico, 15 policías municipales, 13 miembros del departamento de prisiones, tres miembros de la Guardia Nacional de Puerto Rico, dos soldados del ejército de EE. UU. y 30 civiles.

Los detenidos no parecían formar una trama organizada, sino que varios grupos actuaron por su cuenta, según la fiscal Rosa Emilia Rodríguez-Vélez. El fiscal federal de Estados Unidos, Eric Holder, pronosticó que la operación perturbará la llegada de cocaína y heroína procedente de América Latina.



En una rueda de prensa en Washington, Holder quiso enviar un mensaje de confianza a los puertorriqueños: "La vasta mayoría de agentes de policía en Puerto Rico son honestos y trabajadores. No permitiremos que las acciones corruptas de unos pocos socaven el buen trabajo o hagan descarrilar los grandes avances que hemos logrado. El pueblo de Puerto Rico merece algo mejor".

Judith Berkan, una abogada y activista contra la corrupción policial de San Juan, la capital de Puerto Rico, dijo a The Miami Herald que las detenciones del jueves "sólo han rascado la superficie". "Lo que existe es la pura impunidad, de modo que es muy habitual que los agentes de policía en Puerto Rico violen abiertamente la ley... He visto agentes de policía corruptos, agentes violentos, bandas operando dentro de la policía".

8-X-10, M. Bassets, lavanguardia