Derek Cianfrance se ha pasado la última década luchando para conseguir el dinero para rodar su segunda película. Y cuando lo logró, ayudado por el compromiso incondicional de los nominados al Oscar Ryan Gosling y Michelle Williams, decidió filmarla con el rigor con el que había soñado, pagando por un mes de ensayos entre sus dos protagonistas en los que compartieron horas y horas al día junto a la niña que hace de su hija, Faith Wladyka. El resultado, Blue Valentine,no podría haber sido más positivo, y la película, que se exhibió por primera vez en el festival de Sundance y pasó también por Cannes y Toronto, ha generado rumores de nuevas nominaciones para ambos actores. Sin embargo, la trayectoria triunfal estuvo a punto de concluir en forma estrepitosa debido a la decisión del comité que califica las películas antes de su exhibición en Estados Unidos, que le estampó un NC-17, la máxima categoría que establece que ningún espectador menor de 17 años puede entrar en la sala aunque lo haga acompañado por sus padres. El NC-17 está considerado por los distribuidores de cine en EE. UU. un verdadero beso de la muerte ya que son muchas las cadenas exhibidoras que por regla se niegan a proyectar dichas películas. Las cosas se complican además porque numerosos diarios no publican anuncios de películas que llevan esa clasificación.
En los días posteriores a la decisión del comité de la Motion Picture Association of America (MPAA), una entidad privada perteneciente a los grandes estudios, que cumple con esa tarea desde la década de los 30, se desató en Hollywood un intenso debate no sólo sobre la validez de la decisión sino sobre todo el sistema en general, que no tiene un criterio claro y suele ser demasiado duro con las palabrotas y el sexo pero muy permisivo con las escenas de violencia. Gosling, Cianfrance y el distribuidor del filme, Harvey Weinstein, pusieron el grito en el cielo y expresaron públicamente su molestia, alegando que la MPAA basó su calificación en una escena de sexo oral en la que los protagonistas aparecían vestidos. Sin embargo, Cisne negro,el filme de Darren Aronofsky que protagoniza Natalie Portman, tiene una escena similar pero entre dos mujeres y tan sólo recibió una R, una calificación menos estricta, que permite a los menores de 17 años entrar acompañados de sus padres y que, por encima de todo, no compromete las posibilidades comerciales de una película. El propio Weinstein, una figura poderosa en la industria que se destaca por sus astutas estrategias en las campañas por el Oscar, no sólo apeló la medida sino que se presentó personalmente a explicar sus razones, convenciendo al comité para que recalificara el filme como R sin tener que modificar ninguna escena.
La decisión es una verdadera victoria, porque en el pasado la entidad sólo aceptaba modificar sus decisiones si el director y el distribuidor se comprometían a introducir los cambios sugeridos.
13-XII-10, G. Lerman, lavanguardia