Cuesta creerlo, pero es cierto. El vertedero se halla en pleno parque nacional del Vesubio. Esto ocurre en un país fundador de la UE, miembro del G-8 y quinta potencia industrial del mundo. En Bruselas están escandalizados y amenazan con sanciones.
En Terzigno, Boscoreale y otras localidades de la zona, los ciudadanos se han puesto en pie de guerra. Están hartos de los políticos que, en connivencia con la Camorra, han permitido esta catástrofe medioambiental. Quieren evitar a toda costa que, para solucionar la actual emergencia, se abran nuevos vertederos o se llenen aún más los ya existentes. Saben que a ellos no sólo ha ido a parar basura doméstica normal, sino, muy probablemente, también residuos tóxicos, el gran negocio de los clanes mafiosos.
La efervescencia popular tiene un nombre: las mamme vulcaniche (madres volcánicas). Empiezan a ser conocidas en toda Italia. Son mujeres, muchas de ellas madres de familia, que temen por la salud de los suyos. Se han organizado para luchar.
Hay evidencias médicas de que en la Campania la incidencia de tumores en la población es muy superior que en otras regiones italianas. Lo lógico es relacionarlo con el envenenamiento de la tierra y los vertederos sin control o mal gestionados.
Las madres volcánicas aceptan el riesgo ancestral del Vesubio, que cualquier día puede obligar a un éxodo masivo. Pero se niegan a plegarse ante un peligro, absurdo y criminal, creado por el hombre por mera avaricia. "Estamos aquí para proteger nuestra salud y la de nuestros hijos - advierte Angela Locciale, una secretaria de 45 años, que junto con otras compañeras ha ocupado simbólicamente el Ayuntamiento de Boscoreale-.Cualquier cosa que dañe la salud de nuestras familias merece ser obstaculizada".
Los habitantes del área se quejan del hedor nauseabundo que soportan por las noches, sobre todo en verano, y de la contaminación de los acuíferos. Las miasmas procedentes del vertedero irritan la garganta y acentúan el asma. "En el mejor de los casos, el hedor nos irrita la garganta; en el peor, nos provoca un tumor - denuncia Giuditta Rosmarino, una joven psicóloga-.Todos tenemos casos de tumores en nuestras familias. No es casualidad".
La presencia de Silvio Berlusconi en la prefectura de Nápoles, el viernes, y su promesa de que el problema de los desechos sin recoger se solucionará en menos de dos semanas no han convencido a nadie. "Tenemos una gran desconfianza; no podemos creerle", apunta Locciale.
Venere Stanzione, ama de casa de 42 años, reconoce que hay quienes se plantean mudarse, pero no es tan fácil. "Por desgracia, la mayoría de nosotras hemos comprado vivienda y estamos pagando la hipoteca", explica, y añade con cierto humor: "Estamos, pues, bajo arresto domiciliario".
El nuevo gobierno regional campano, de centroderecha, elegido la primavera pasada, no suscita mucha esperanza. Todos saben que el coordinador en la Campania del partido de Berlusconi, Nicola Cosentino, es un personaje cuya detención ha pedido un juez por vinculación camorrística, pero que el Parlamento de Roma no autorizó. Sin derrotar a la Camorra es muy difícil que pueda haber una solución permanente al problema de la basura...
Ni los poderosos tienen el recato de ocultar la vergüenza de Nápoles. A pocos metros de la sede del Gobierno regional de Campania, en la Via de Santa Lucia, se acumulan desde hace diez días los montones de basura sin recoger. El propietario de una ferretería se acerca a la pila de inmundicia y vierte sobre las bolsas, muchas de ellas reventadas, unos chorritos de un líquido. La escena es casi cómica. La desesperación le empuja a poner puertas al mar. "Es un desinfectante que se usaba en tiempos de la guerra - aclara el hombre-.Al menos combate un poco el hedor. El pescado putrefacto resulta insoportable".
Nápoles vuelve a sufrir una emergencia muy seria, parecida - y para algunos, aún peor-a la del 2008, en la recta final del gobierno de Romano Prodi. ¿Está enviando la Camorra una señal al actual Ejecutivo, que puede hallarse también en fase terminal? ¿Se trata de una respuesta a las recientes detenciones de importantes capos mafiosos?
El dueño de la ferretería, por si acaso - "esto está complicado", se excusa-no quiere dar su nombre. Pero la paciencia ciudadana se está agotando en un Nápoles invadido por unas tres mil toneladas de basura. "Suerte que no hace calor", repite la gente.
Para Italia, lo que está ocurriendo es una metáfora de la impotencia del Estado y de su incapacidad de ser eficaz, de las connivencias entre política y crimen organizado, de la fractura irrestañable que existe entre norte y sur. Todo eso en vísperas de las celebraciones del 150. º aniversario de la unidad italiana.
Uno de los hechos más inquietantes de la presente crisis en Nápoles y Campania es la falta de solidaridad de las regiones del norte. Véneto, Lombardía y Piamonte se han negado a acoger y procesar la basura, pese a la insistencia del Gobierno central para que contribuyan a aliviar el problema. La paradoja es que, durante años, el rico e industrializado norte ha enviado la basura - y residuos tóxicos-a Campania, gracias a la intermediación de las empresas de la Camorra.
Desde hace 20 años, Campania se ha convertido en el vertedero de Italia y de buena parte de Europa por lo que respecta a residuos tóxicos. En estas tierras han sido sepultados o vertidos en ríos, de manera absolutamente ilegal, fangos industriales, hidrocarburos, metales peligrosos, asbesto, arsénico, cartuchos de tinta de las impresoras, todo lo imaginable. Incluso han ido a parar aquí desechos de cementerios y el plomo de las viejas liras, la desaparecida moneda italiana. A veces, la Camorra, nunca saciada en su ambición criminal, ha revendido residuos tóxicos como fertilizantes a ingenuos agricultores. Los mafiosos, por pura avaricia, no han dudado en envenenar su propia tierra hasta extremos espeluznantes.
Roberto Saviano denunció al mundo, en su libro Gomorra,el triste destino de esa Campania envenenada por el descomunal negocio camorrista de los residuos tóxicos. Saviano lo volvió a hacer el pasado lunes en un programa de la RAI que vieron casi 10 millones de espectadores. Pero hay otros muchos protagonistas anónimos de esta lucha: fiscales de distrito, carabineros, policías, periodistas locales. Los habitantes en las zonas cercanas a vertederos e incineradoras están en pie de guerra porque no se fían de la basura que se envía y del proceso para destruirla o almacenarla. Hay una desconfianza total hacia los políticos.
Los estudios realizados en las zonas de Campania más envenenadas muestran que la incidencia de tumores es muy superior a la media nacional. No es sólo, pues, cuestión de hedor y de estética. En la basura les va la vida.
26/28-XI, E. Val, lavanguardia