...para desesperación de los millones de británicos que entonces creían -y aún creen- que la crisis se podría haber resuelto por la vía diplomática, dejando trabajar a los inspectores de la ONU. Pero todo eso ya es historia, y sólo queda por determinar si quienes llevaron a la guerra mintieron, y si han de pagar algún precio por ello. O saber si por lo menos piden perdón.
"I am sorry". "Entuschildigung". "Je suis désolé". "Me dispiace". "Perdó". Lo siento. Millones de británicos querían que Tony Blair pidiera disculpas por las decisiones que llevaron a la guerra de Iraq, y confiaban en que su segunda comparecencia ante la Comisión Chilcot, que investiga el tema, fuera la oportunidad perfecta. Lo podía haber dicho en cualquier idioma, pero la palabra perdón no ha figurado nunca en el diccionario del ex primer ministro. Tampoco ahora.
A lo más que llegó, y con considerable esfuerzo, fue a "lamentar" la pérdida de vidas humanas que provocó la intervención, y no sólo las de soldados de la coalición (como había sido su posición oficial hasta ahora, a su juicio "un malentendido"), sino también las de militares y civiles iraquíes. "Demasiado tarde, demasiado tarde", gritó un coro de voces desde los asientos reservados a los espectadores y familiares de las víctimas en el Queen Elizabeth Center de Westminster.
No, Blair no pide perdón ni admite errores. George W. Bush, su socio en la guerra de Iraq, tiene la reputación de cowboy,pero él ha asumido voluntariamente una identidad de tipo duro en el gran saloon de la política internacional, que se mantiene firme una vez que toma una decisión. "Ya es hora - propuso-de que Occidente deje de lamentarse por lo que ocurrió en un país que estaba dominado por un dictador repugnante, responsable de los más abominables crímenes".
Diez años en el poder y la fortuna que ha hecho pronunciando conferencias y ejerciendo de asesor de bancos y multinacionales han permitido que Blair se sienta un hombre importante, y así lo transmite. Lejos de amilanarse por las preguntas incómodas de sir John Chilcot, presidente de la comisión investigadora, el ex líder británico se puso a la ofensiva y sugirió que Irán requiera acciones similares a las que llevaron a derrocar a Sadam Husein.
"Viajo constantemente como enviado especial a Oriente Medio y veo la influencia negativa y desestabilizadora del régimen iraní, cómo apoya a organizaciones terroristas, entorpeciendo el proceso de paz - dijo Blair en el papel de predicador de la política que tanto le gusta-.La comunidad occidental tiene que dejar de pensar que tiene la culpa de lo que hace Teherán. Lo hace porque discrepa profundamente de nuestra manera de entender la sociedad, y lo va a seguir haciendo hasta el punto de que tal vez sea necesario el uso de la fuerza."
Blair se salió por la tangente en todas las preguntas delicadas. Convocado a declarar por supuestas discrepancias entre su testimonio inicial y lo que posteriormente afirmaron bajo juramento algunos de sus ministros y asesores, dijo con un rictus sarcástico que "hay que distinguir entre los discursos políticos y los legales" y no tomar al pie de la letra ni las declaraciones a la Cámara de los Comunes ni a la prensa.
De esa manera pretendió esquivar las insinuaciones de que tomó la decisión de ir a la guerra antes de consultar con el Parlamento, y a pesar de que el ministro de justicia Lord Goldsmith había opinado que la resolución 1441 del Consejo de Seguridad de la ONU no era suficiente. La comisión le inquirió sobre una nota de su puño y letra en la que ocho meses antes de declarar las hostilidades prometió a Bush que "podía contar" con él, nota que no se ha hecho pública porque el actual gobierno conservador ha determinado que violaría el principio de la confidencialidad diplomática. Pero Blair echó balones fuera, insistiendo en que había que amenazar y presionar a Sadam para que diera marcha atrás.
Los espectadores escucharon un extracto del resumen que Blair hizo a Bush en su rancho de Crawford (Texas) en abril del 2002, cuando llegó a la conclusión de que "una administración de centroizquierda como la nuestra tiene que mostrarse valiente y agresiva contra un régimen como el iraquí que actúa en contra de todos nuestros principios". Y así fue, para desesperación de los millones de británicos que entonces creían -y aún creen- que la crisis se podría haber resuelto por la vía diplomática, dejando trabajar a los inspectores de la ONU. Pero todo eso ya es historia, y sólo queda por determinar si quienes llevaron a la guerra mintieron, y si han de pagar algún precio por ello. O saber si por lo menos piden perdón.
22-I-11, R. Ramos, lavanguardia
Barcelona Radical organitza una “Vigília per la veritat” per a que surtin a la llum els veritables motius que dugueren a la Guerra d´Iraq el 2003. El proper dijous 20 de gener a les 20h 30´ els activistes radicals criden a la ciutadania a fer sentir la seva veu davant del Consulat del Regne Unit de Barcelona, a l´Avinguda Diagonal 477. La concentració està convocada paral.lelament a la compareixença a Londres de Tony Blair davant la comissió Chilcot encarregada d´esbrinar la veritat sobre l´entrada a la guerra del Regne Unit. La convocatòria radical principal és al mateix Londres.
Per a més info:
http://bushblaircontrosicurapacefeceroguerrairakimpedendoesilioasaddam.it/
www.radicalparty.org
www.barcelonaradical.net
La comparecencia de Tony Blair ante la comisión Chilcot –integrada por cinco miembros y presidida por Sir John Chilcot– es el momento más esperado de la investigación sobre la guerra en Iraq. En las últimas semanas, el ex primer ministro, quien deberá responder un severo interrogatorio, ha preparado concienzudamente su estrategia de defensa, solicitando documentos relevantes y consultando con sus colaboradores más cercanos.
Según se ha sabido, Blair se comportará ante la comisión de manera “directa y franca”, reconocerá que cometió errores, lamentará las víctimas tanto militares como civiles, se mostrará convincente, seguro de sí mismo y, quizás, incluso combativo. Pero lo que nunca hará es reconocer que la invasión a Iraq fue un error.
Pero, aparte de sus respuestas, sus adversarios se atienen a lo que ya se sabe. Los funcionarios, políticos, diplomáticos y jefes de inteligencia que, desde fines de noviembre, han comparecido ante la comisión, se han distanciado de la misión de Blair, y uno tras otro ha barrido el piso con sus razones para ir a la guerra.
El clima de rechazo que enfrenta Tony Blair es intenso. Los familiares de soldados británicos caídos en Iraq han organizado varias movilizaciones pacíficas contra el ex primer ministro, por ejemplo mostrar las manos manchadas de tinta roja cuando Blair llegue y se retire del edificio donde se reúne la comisión. Un columnista del diario ‘The Guardian’ ha abierto un sitio web donde llama a la ciudadanía a “arrestar” a Tony Blair por “crímenes contra la paz”.
El enojo contra Blair no solamente guarda relación con la guerra de Iraq, hecho que los británicos reconocen como el peor desastre de su política exterior desde la debacle del Canal de Suez. Hasta no hace mucho, Blair era un héroe político, el líder laborista de más éxito en la historia, con tres triunfos electorales consecutivos, un hombre carismático y de aire moderno. El enojo en su contra tiene que ver con el fracaso del proyecto laborista, los escándalos bancarios, la recesión, la creciente división social y la codicia reinante entre los políticos. La guerra de Iraq se ha convertido en símbolo de la desconfianza de los británicos en la política.
En su editorial, el diario británico ‘The Guardian’ escribe: “La única pregunta que vale es una que no hará la Comisión Chilcot: ¿Fue ilegal le guerra de Iraq?”. La Comisión tampoco expresará condena alguna contra Blair, porque no le corresponde hacerlo, ya que su tarea consiste en evaluar los preparativos para la guerra y el periodo posterior a ésta. La Comisión Chilcot no cumple funciones de investigación jurídica ni es una investigación parlamentaria.
29-I-11, rnw.nl