´El revolucionario del girasol´, Ma Jian

La espantosa noticia de que Ai Weiwei, tal vez el artista contemporáneo más famoso de China, ha sido detenido y encarcelado me hace pensar de nuevo en los 100 millones de semillas de girasol de porcelana y pintadas a mano que ahora se están exhibiendo en la Tate Modern Gallery de Londres.

El pueblo de China es - parece decir la instalación de Ai-como los millones de semillas extendidos por el gigantesco vestíbulo de la Tate. A nadie importa que se los humille o pisotee (como se permitió en la inauguración de la exposición). Lamentablemente, Ai ha pasado a ser una de las semillas, con su libertad aplastada por la bota de un Estado inhumano. El periódico oficial chino Global Times denuncia a Ai como un "rebelde" y en China no se tolera a los rebeldes. La única forma como una persona china puede sobrevivir es la de adoptar la anónima y gris actitud de la semilla de girasol.

Según una breve crónica publicada por la agencia de noticias oficial Xinhua, Ai ha estado supuestamente implicado en "delitos económicos", lo que podría significar prácticamente cualquier cosa que los dirigentes de mentalidad marxista-maoísta quieran inventar. En realidad, el Gobierno de China aún no ha decidido si procesar a Ai por delitos económicos o por ser un "rebelde". Pero el verdadero motivo para la detención de Ai es evidente. Cuando la policía irrumpió en el taller de Ai, preguntó a su esposa, Lu Qing: "¿Qué ha escrito Ai en internet?".

En opinión del Gobierno chino, un artista que se atreve a hablar en nombre de las "semillas de girasol" y cultiva una mentalidad independiente es una amenaza directa a la seguridad. Hay que someterlo, silenciarlo. Naturalmente, el Partido Comunista Chino gobernante está prefabricando el procesamiento de Ai. Es como si, tres decenios después de la "apertura" de China, nada hubiera cambiado en la forma de pensar y gobernar del partido.

Ai se licenció por la Academia Cinematográfica de Pekín en 1978, pero aprendió y desarrolló sus talentos artísticos en Estados Unidos. Su taller en Shanghai solía ser un salón para artistas chinos, incluidos los directores de cine Chen Kaige y Jiang Wen, pero Ai nunca se dejó comprar como mercenario oficial del régimen. Al contrario, siguió siendo un hombre independiente y sin pelos en la lengua, dispuesto a hablar y actuar siempre que el arte y los ideales afrontaban la represión y la crueldad.

Ahora que el régimen de China es presa del miedo a una revolución de estilo árabe, el Gobierno ha optado por la represión como único medio de "mantener la estabilidad". El día de la detención de Ai, el ex periodista de Global Times Wen Tao fue detenido en la calle a plena luz del día. Antes de eso, los escritores Ran Yunfei, Teng Biao, Ye Du, Zhu Yufu, Tang Jingling, Gu Chuan, Li Hai, Ding Mao, Cheng Wei, Jiang Tianyong y Liu Zhengqing habían sido detenidos por separado y condenados a penas de prisión. Desde luego, el régimen considera la detención de Ai una medida preventiva para impedir el estallido de manifestaciones públicas, pero Ai nunca participó en los numerosos llamamientos por internet en pro de esas protestas y su detención parece tan sólo el comienzo. El régimen no cesará en la persecución hasta que las únicas voces que se oigan sean las de sus artistas "oficiales".

La detención y desaparición de Ai, junto con la severa condena de prisión impuesta al premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo, responden a la misma motivación: contener los posibles disturbios políticos y purgar a los intelectuales independientes. Según el Comité de Escritores Encarcelados del Centro Independiente del PEN chino, más de 30 escritores del país están encarcelados ahora.

El imparable ascenso económico de China está trayendo consigo una decadencia de la civilización. El banquete de la nueva riqueza va acompañado de una hambruna de moralidad. Por eso, cuando los dirigentes mundiales se comportan como mercachifles confabulados con los dirigentes de esa nueva China para hacer negocios, traicionan los valores y principios que son la base de la democracia.

Ai sostenía que el despotismo del régimen chino se ve favorecido por unos mentirosos desvergonzados. Siempre entendió que el arte verdadero y la política nunca pueden avanzar cogidos de la mano. Tarde o temprano, deben enfrentarse en el campo de una conciencia libre.

El "despertar árabe" revela algo más sobre esas semillas de girasol de la Tate Modern: una vez que se juntan, las semillas muestran su unidad y su poder. Esa es la otra enseñanza que Ai quería que sus auditorios entendieran y esa es la razón por la que no se pueden aplastar su espíritu y su mensaje: hay 1.300 millones de semillas con él.

 

18-IV-11, Ma Jian, su novela más reciente es ´Beijing Coma´ (´El coma de Pekín´), lavanguardia