Los peregrinos que asistan este domingo a la beatificación de Juan Pablo II no podrán ver sus restos embalsamados, en contra de lo que suele ser habitual en estos casos, pues el féretro permanecerá cerrado. Pero el Vaticano sí ha decidido ofrecer a los fieles la posibilidad de venerar la sangre del amado papa polaco.
La Santa Sede, meticulosa, quiso dar detalles precisos sobre "la reliquia que será expuesta a la veneración". Será una "pequeña botella de sangre, inserta en un precioso relicario". La pieza artística fue realizada por el escultor Carlo Balljana, por encargo de la Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice.
Durante los últimos días de vida de Juan Pablo II, ya gravemente enfermo, el personal médico que le atendía procedió a extraerle sangre en varias ocasiones y la envió al cercano hospital Niño Jesús ante la eventualidad de que debiera realizársele al Pontífice una transfusión. Karol Wojtyla, sin embargo, no precisó de transfusiones antes de fallecer, por lo que su sangre quedó depositada en cuatro pequeños recipientes. Dos de estas botellitas se las quedó su secretario particular, el hoy cardenal Stanislav Dziwisz; las otras dos permanecerion en el hospital Niño Jesús, "devotamente custodiadas por las monjas" del centro. Al acercarse la beatificación, se decidió colocar estos recipientes con la sangre papal en dos relicarios. El primero se ofrecerá a la veneración en la ceremonia del domingo y después se guardará, junto a otras importantes reliquias, en el sagrario de la Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice. El segundo relicario se devolverá a las monjas del hospital.
El Vaticano tuvo mucho empeño en aclarar que "la sangre se encuentra en estado líquido, circunstancia que se explica por la presencia de una sustancia anticoagulante que estaba presente en el momento de la extracción". El interés en explicar el porqué del estado líquido, después de los años transcurridos, puede deberse al temor de que los fieles italianos, sobre todo los napolitanos, monten escenas parecidas a las que se producen con la sangre de San Genaro, patrón de la ciudad, que periódicamente pasa de estado sólido a líquido.
La exposición pública de la sangre de Karol Wojtyla es un aspecto de religiosidad popular inherente a beatificaciones y canonizaciones. A algunos les puede parecer un innecesario folklore e incluso superstición. Hay teólogos, como hizo ver Piero Coda en declaraciones ayer a Il Giornale,que acogen con reservas la decisión del Vaticano sobre la sangre porque puede distraer al público del mensaje fundamental sobre lo que significó Juan Pablo II. "Puede haber muchos elementos coreográficos que roben la atención del verdadero significado de este acontecimiento", dijo Coda. Lo cierto es que en los actos de la beatificación, que durarán tres días, habrá oferta para las sensibilidades diversas de los peregrinos atraídos por el papa polaco.
28-IV-11, E. Val, lavanguardia