Superbarrio Gómez, héroe mexicano, defensor de los derechos de la gente común. 59 años. Viví el Mayo del 68, estuve tres años y medio en la cárcel, fui periodista político, uno de los fundadores del Partido de la Revolución Democrática (PRD), diputado federal (1994-1997), y ahora soy chef. Tengo pruebas de que la Iglesia existe, pero no de que exista Dios.
Ciudad de México, septiembre de 1985...
Tras el terremoto se crea la Asamblea de Barrios para defender el derecho a la vivienda de los damnificados.
Y aparece Superbarrio Gómez.
En una manifestación masiva se mezcla con los cabecillas que entran a hablar con el mandamás de Urbanismo. Se trata de gente muy pobre que baja la cabeza ante la autoridad, Superbarrio se abre paso y se sienta ante el susodicho para negociar.
Y ya ven que no es una broma.
El funcionario descolocado afloja el tono y, temeroso de que la prensa lo ridiculice, pacta para que se vaya rápido.
De ahí a la gloria.
Superbarrio empieza a hacerse famoso, tiene el don de la ubicuidad, aparece encabezando manifestaciones a la vez que se planta frente a un edificio para evitar un desahucio o da una rueda de prensa.
¿El humor y la ironía como armas?
Ese fue nuestro gran valor, convertimos la parodia y el carnaval en instrumentos de cuestionamiento del poder.
Y la gente se sumó a la fiesta.
Teníamos organizados más de 600 barrios de la ciudad, y cuando aparecían los burócratas y la policía para un desahucio, se lanzaban tres cohetes al aire y acudían todas las amas de casa del vecindario.
¿Por qué esa epidemia de desahucios?
La inflación era del 180%, los salarios estaban congelados, el precio de la vivienda por las nubes y los propietarios querían vender. Nosotros pedíamos que detuviera los desahucios hasta que se regularizara la vivienda de alquiler, y más vivienda social.
¿No detuvieron nunca a Superbarrio?
Se dictó orden de arresto contra él, y miles de personas acudieron al departamento de Justicia con las manos en alto para que los detuvieran: "Superbarrio somos todos", gritaban, y dieron marcha atrás.
¿Activismo social horizontal?
Sí, mucha ama de casa, obreros, estudiantes y también gente de la cultura. Más de 20 años después, en algunos edificios se sigue colgando el letrero de "Edificio protegido por Superbarrio". Se desarrollaron formas de lucha que no tenían nada que ver con la amargura. Se ridiculizaba a los funcionarios y las absurdidades políticas con humor.
Ejemplifíquemelo.
Cuando nos manifestábamos y la policía nos cortaba el paso, Superbarrio decía: "¿Para qué vamos a engendrar violencia? Reto al jefe de Policía a una lucha libre aquí y ahora, y el que pierda retrocede.
¿Qué hacía el capitán de la Policía?
Se escondía detrás de los otros y entonces las señoras empezaban con sus chistes y sus bromas. Esas maneras reducían la capacidad de la violencia y relajaban el ambiente, que era lo que necesitábamos para que más gente saliera a las calles. De aquellos cara a cara continuos con la policía salieron muchos romances entre uno y otro bando.
¿Conseguían hacer reír a la policía?
Sí. En una ocasión hicimos un cerco a la casa presidencial y simulamos un ataque militar. Los antidisturbios rodeaban la casa y nosotros nos acercábamos por todos los ángulos. "¡Que ataque la aviación!" y miles de avioncitos de papel salían disparados. "¡Ahora los tanques!", y llegaban hasta los pies de los antidisturbios tanques de juguete.
Increíble.
Sí, era un regocijo, y así fue creciendo Superbarrio, lejos del insulto y la agresividad. Cuando llegaban los representantes de los tribunales a ejecutar un desahucio, las señoras los recibían en la casa y los devolvían a la calle desnudos.
¿Las señoras?
¡Eran terribles!, la policía era consciente de que no podía imponerse por la fuerza ante aquella multitud. Nacieron nuevos héroes: Super Gay, Fray Tormenta, que daba misa enmascarado y hacía lucha libre para recaudar fondos para su orfanato.
Superbarrio fue candidato a la presidencia de Estados Unidos en 1996.
Con el apoyo de Noam Chomsky, Eduardo Galeano y Carlos Fuentes. El discurso era muy claro: si las cosas se deciden en Estados Unidos, disputemos la Casa Blanca.
... Y candidato a la presidencia de México en las elecciones de 1988.
Declinó a favor de Cárdenas. Era increíble ver a un político tan serio junto a un enmascarado. La Asamblea de Barrios construyó 48.000 viviendas en nueve años, luego el gobierno de izquierdas individualizó los créditos y la vida comunitaria mermó.
¿Cómo era esa vida comunitaria?
Pura solidaridad con mucha alegría y fuerza. Si llegaba un movimiento campesino a la ciudad, aparecían las ollas de frijoles, las mantas que los pobres cedían a los pobres.
¿Por qué desaparece Superbarrio?
Cuando llega el PRD al gobierno gracias a los movimientos sociales, hay un proceso de desmovilización. Convierten en funcionarios a los cabecillas de los movimientos y el activismo social se desactiva, y sobre todo se pierde el sentido del humor.
Ya.
Todo se volvió rígido. Quien hiciera una crítica al Gobierno era tildado de facha, la razón de ser de Superbarrio desapareció.
¿Qué aprendió Superbarrio Gómez?
Que el debilitamiento de las comunidades tiene graves consecuencias. En la vida comunitaria no había espacio para la delincuencia y el narcotráfico, eso vino después.
A raíz del festival The Influencers, Superbarrio salió del museo de Ciudad de México en el que está confinado y se paseó por la Rambla del Raval. Sigue siendo el de siempre, el genuino, de prominente vientre y cara jamás vista que con inteligencia y humor, que van de la mano, alentó durante 9 años la participación social y solidaria de los barrios más deprimidos de Ciudad de México, movimiento que acabó instalando a la izquierda en el poder. Sus hazañas de gran calado social y humano, y su capacidad de crear entusiasmo, no caben en esta página, ni tampoco querría yo desenmascararlo, pero tras Superbarrio hay lo que se ve, un luchador emblemático, desde la cuna, del movimiento urbano-popular.
4-VI-11, Ima Sanchís, lacontra/lavanguardia