Los más antioenegés somos los africanistas porque los estereotipos sobre los africanos son desoladores; tenemos la idea de que son unos inútiles, unos vagos que no sirven para nada. El choque entre el etnocentrismo europeo y la sociedad africana es brutal, no conozco a ningún africanista que esté a favor de la cooperación", sentencia Lola López, antropóloga del Centre d´Estudis Africans. López es una de las voces que se han sumado a las críticas lanzadas por Gustau Nerín en su polémico Blanc bo busca negre pobre (La Campana), donde afirma que las oenegés son un obstáculo para el progreso de África. Nerín reabrió un debate, que hace años que colea, sobre el papel de estas organizaciones y de los gobiernos del norte en las políticas de desarrollo del sur.
La imposición de un modelo de cooperación neocolonial que no tiene en cuenta la opinión de los africanos y que arrasa con su cultura y sensibilidades; la descoordinación entre los diferentes actores que actúan sobre el terreno; la escasa profesionalidad de oenegés que crecen como hongos pero que desaparecen también al poco tiempo; la insuficiente duración de los proyectos..., son argumentos que se esgrimen a la hora de plantear una revisión del papel de la cooperación. Desde Intermón-Oxfam, su director, Francesc Mateu, que también está al frente de la Federació Catalana d´ONG per al Desenvolupament, asume que buena parte de las 600 oenegés registradas en Catalunya son el fruto del capricho de algún turista que tras regresar de unas vacaciones enÁfricadecide montar su chiringuito. "Todo el mundo que viaja a Áfricacree que puede solucionar sus problemas y actúa con criterios colonialistas; el 99% de las grandes oenegés actuamos según las demandas de los propios africanos, hemos evolucionado y ahora son los grupos locales, las contrapartes, las que proponen sus planes; por ejemplo, en la oficina de Intermón en Mozambique sólo trabaja personal mozambiqueño. Ya en 1992, cuando empecé como coordinador de Intermón en África,me advirtieron que me prohibían tener ideas, porque las ideas debían salir de los africanos", indica Mateu rechazando que las críticas de etnocentrismo sean vigentes.
De hecho, promover que las iniciativas surjan desde los países receptores es una de las directrices fijadas por el Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE, pero cambiar un sistema de funcionamiento fraguado hace más de 40 años es muy lento.
Con o sin oenegés el continente, en especial el ÁfricaSubsahariana - que concentra el 30% de los hambrientos que hay en el mundo, 239 millones de personas-,apenas ha avanzado...
"¿En qué medida la cooperación es responsable de que no se hayan reducido los indicadores de pobreza? Es muy difícil atribuirle una cuota de responsabilidad, eso sería darle más importancia de la que tiene ya que son las políticas internacionales las que tienen capacidad para solucionar los déficits de África,pero eso no quita que nos planteemos como pueden mejorar las oenegés", reflexiona Pablo Aguirre, investigador del Instituto Complutense de Estudios Internacionales.
La proliferación de pequeñas iniciativas, descoordinadas, de poca duración, resta eficacia y cuestiona el derroche de recursos en una época en que los fondos escasean...
Antonio Santamaría, director del máster de Relaciones Internacionales y Estudios Africanos de la UAM,... sugiere que "analicen los resultados; hay un exceso de pragmatismo pero se reflexiona poco a posteriori sobre la repercusión social de su actuación"...
Todo el mundo que viaja a Áfricaquiere crear su propia oenegé, y los más beneficiados son esos turistas porque regresan a casa como héroes. Convertimos a Áfricaen el objetivo de nuestros buenos sentimientos". Lluís Mallart, recién cumplidos los 79 años, sigue vinculado a África,con los pueblos de Camerún en los que vivió durante ocho años. Primero, como misionero; después, como antropólogo, tras colgar los hábitos. Durante sus estancias en Kribi y Nsola vio llegar a párrocos, cooperantes, y su opinión es tan ácida para unos como para otros. "Todos creen que exportan la verdad".
Mallart lamenta que los cooperantes sigan viajando a Áfricasin la voluntad de profundizar en los conocimientos de sus sociedades, de sus medicinas tradicionales, su cultura, su lengua. El aprendió ewondo para poder comunicarse con sus vecinos y pronto se dio cuenta que "no era nadie para intentar cambiar las creencias de los africanos; intenté integrar las dos visiones, pero vi que era imposible, dejé el sacerdocio y estudié antropología en París". Mallart se doctoró y dio clases en la Universidad de París X hasta su jubilación. Ahora sigue escribiendo en Olot, donde reside. Como otros colegas antropólogos opina que "las oenegés no tienen razón de ser, sólo con buena voluntad no vamos a ninguna parte; África,más que ayuda, necesita justicia".
El escritor y antropólogo Albert Sánchez Piñol investigó en diferentes países de África el trabajo de las oenegés llegando también a la conclusión de su ineficacia.
"Son un instrumento del neocolonialismo; los problemas de Áfricason estructurales y tan gordos que no los pueden resolver una pandilla de amigos del Guinardó, para eso están las instituciones internacionales". Sánchez Piñol compara a estas organizaciones con el Papá Noel, con el repartidor de regalos con actitud paternalista y caritativa. "Estas oenegés son la herencia del misionerismo; dicen que son solidarias pero confunden solidaridad con caridad, no es cooperación es subordinación".
El autor de La pell freda y de Pandora al Congo afirma que nunca ha visto "ningún proyecto que funcione; es imposible porque no tienen en cuenta las necesidades de ellos; ahora la última moda es exportar políticas de género".
Sánchez Piñol precisa que no todas las oenegés responden al mismo patrón, pues mientras algunas "como Amnistía Internacional o Greenpeace" presionaban a las dictaduras ya los gobiernos con malas prácticas medioambientales, las dedicadas a la cooperación "lo que hacen es exigir dinero a los gobiernos para arreglar ellos la situación".
6-V-11, R.M. Bosch, lavanguardia