entrevista a Oksana Chelysheva, periodista rusa, amiga de Anna Politkovskaya

entrevista a Oksana Chelysheva, periodista rusa, amiga de Anna Politkovskaya. Nací en 1978 en Ucrania y vivo cerca de Moscú. Divorciada, tengo una hija de 13 años. Soy periodista, dirijo el diario Pravozashchita, especializado en la situación del norte del Cáucaso, y soy la subdirectora de la ONG Sociedad por la Amistad Ruso-Chechena. Mis valores son liberaldemócratas y soy cristiana ortodoxa.

-¿Está usted amenazada de muerte?
–Desgraciadamente, sí.
–¿Por qué y por quién?
–Como suele pasar, sé quién está detrás pero no puedo probarlo. Se han distribuido decenas de panfletos con mi cara y un texto que me califica de traidora y colaboradora de los terroristas chechenos. Es una llamada abierta a que me asesinen.
–¿A quién molesta usted?
–A todos esos poderes interesados en que la guerra de Chechenia continúe.
–¿Por qué?, ¿qué dice usted?
–Me dedico a cubrir, investigar y demostrar la violación de los derechos humanos.
–¿Quién tiene interés en la guerra?
–Estoy muy segura en estos momentos de que el Kremlin es el máximo interesado. El desconcierto, el miedo y el caos les beneficia.
–¿Conocía usted a Anna Politkovskaya?
–Sí, éramos amigas y colaboradoras. Para mí ha sido una tragedia personal.
–¿Quién cree que la ha asesinado?
–Ésa es una batalla del fiscal general. Yo sólo puedo decirle que Anna tenía amenazas de distintas personas y bastantes enemigos, desde el primer ministro de Chechenia hasta el propio Putin. Revelaba demasiadas cosas a la opinión pública. Añada toda esa gente que había cometido crímenes y que ella había sacado a la luz.
–El primer ministro checheno es muy amigo del Gobierno Putin.
–Es uno de los máximos responsables de los crímenes en Chechenia. Anna iba a publicar una serie de artículos en los que demostraba su culpabilidad en varios crímenes y, en la última entrevista que concedió, dijo de él que iba a tener que dar cuentas de los crímenes cometidos.
–¿Estaba Anna asustada?
–Sí, recuerdo que me dijo que le sabría muy mal morir sin conocer a su nieta. Iba a ser abuela.
–Y usted, vistas como están las cosas...
–En Rusia nadie puede sentirse seguro porque no hay democracia. Un régimen casi autoritario ha sido establecido por el Kremlin y la gente que se atreve a denunciarlo es perseguida, mientras que los que incitan al odio racial no lo son, y crecen los crímenes xenófobos.
–¿Quiénes son los responsables?
–Todo el mundo sabe que antes de la segunda guerra chechena hubo una campaña orquestada por las autoridades para hacer creer a los rusos que todos los chechenos son terroristas. Los georgianos son detenidos en la calle y deportados. Hace poco murió un hombre mientras esperaba ser deportado porque la policía se negó a darle su medicación para el asma.
–Todo empezó con los cuatro agentes secretos rusos detenidos en Georgia.
–Y liberados, pero el Kremlin ya no paró su maquinaria de propaganda contra los georgianos. Los directores de los colegios tienen la obligación de dar listas con los datos de los estudiantes de origen georgiano. La Duma está favoreciendo sentimientos xenófobos contra los extranjeros.
–¿Por qué?
–Las elecciones presidenciales del 2008 se están aproximando. Ha habido diferentes intentos de cambiar la Constitución para que Putin pueda volver a ser presidente por tercera vez consecutiva. La otra facción del partido prefiere cambiar. Veremos quién gana.
–¿Y la oposición qué hace?
–Es muy débil y no tiene apoyo financiero. Mijail Jodorkovsky intentó apoyar una opción democrática y está en la cárcel.
–Jodorkovsky no pagaba los impuestos.
–No pagar los impuestos es el patrón de comportamiento de los nuevos ricos en Rusia, y la compañía de Mijail Jodorkovsky era ejemplo de transparencia. A nosotros, una organización humanitaria sin ánimo de lucro, también nos han acusado de lo mismo.
–¿Existe algún medio de comunicación independiente en Rusia?
–Putin fue muy listo al destruir la prensa libre, quedan Kommersant y Novaya Gazeta, en el que escribía Anna. Periodistas independientes hay una docena en Moscú y otros tantos en diferentes regiones. La televisión está totalmente controlada.
–¿Entonces?
–Hacemos lo que debemos, denunciar las violaciones de derechos humanos e intentar atraer la atención de los países libres sobre lo que está pasando en Rusia. Pero nos sentimos abandonados por la comunidad internacional porque Putin es reconocido como un líder por el mundo libre, cuyos líderes prefieren ignorar lo que ocurre en Rusia porque obtienen beneficios económicos.
–¿Alguna esperanza?
–Los periodistas y la opinión pública del mundo libre. Es necesario que los políticos europeos entiendan que están apoyando a un monstruo, y que cualquier monstruo puede volverse peligroso para quien lo alimenta.
–Hágame un retrato de la situación de los derechos humanos en su tierra.
–En las repúblicas del Cáucaso la situación es catastrófica; la gente desaparece sin más, es torturada y las autoridades se inventan casos criminales contra inocentes cuando les conviene, puedo ponerle muchos ejemplos. Lo terrible es que esos mismos abusos se están perpetrando ya en toda Rusia.
–¿Por qué?
–Militares, jueces y policías tienen la experiencia chechena de impunidad, todos han pasado por allí. Los casos se cierran y archivan; ha habido más periodistas asesinados, envenenados, pero ya nadie se acuerda.
–¿No teme por su hija?
–Sí. Y no soy una heroína, pero amo mi país y no quiero abandonar a los que luchan.

La fundación Solidaritat UB y Pau i Solidaritat de CC.OO. han organizado unas jornadas sobre paz y conflictos en el siglo XX y han traído personajes de la importancia de Oksana. ¡Felicidades!, porque esta valiente periodista nos hace entender que, sin el apoyo de ciudadanos como nosotros, envenenamientos, asesinatos, torturas, desapariciones... serán cada vez más y más habituales. Me explica que su esperanza es que “los que vivimos en relativa libertad” presionemos a nuestros políticos para que no negocien con líderes no democráticos. Oksana era amiga personal de la periodista rusa Anna Politkovskaya, asesinada el pasado 28 de abril, y de su colega Yuri Schekochijin, envenenado en el 2003 también por intentar decir la verdad.

28-XI-06, Ima Sanchís, lacontra/lavanguardia