Soros nació en Budapest en 1930. A los catorce años, la invasión nazi le vacunó contra el totalitarismo. Su padre consiguió papeles falsos para ocultar que la familia era judía y escaparon.
Después de la Segunda Guerra Mundial, cursó sus estudios en la prestigiosa London School of Economics. A los 26 años cruza el Atlántico y empieza a trabajar como operador en la firma F. M. Mayer. Sus inquietudes entonces eran tan especulativas en el terreno financiero como en el de la filosofía. Su plan era trabajar cinco años, ahorrar medio millón de dólares y volver a Londres a terminar sus estudios de Filosofía. En 1952 se graduó y sobre todo bebió de las fuentes de uno de los pensadores más importantes del siglo XX, Karl Popper. El autor de La sociedad abierta y sus enemigos y de La lógica de la investigación científica le vacuna definitivamente contra los totalitarismos y le brinda herramientas epistemológicas para interpretar la realidad social. No extraña que su primera fundación, creada en 1979, fuese el Open Society Fund para promover la democracia y la economía de mercado en los países europeos de planificación central. En treinta años ha donado más de 8.000 millones de dólares, ganándose enemigos en EE. UU. por su apoyo a las campañas estatales para despenalizar el uso terapéutico del cannabis.
A sus 80 años, George Soros, legendario especulador que tumbó al Banco de Inglaterra en su defensa de la libra esterlina en septiembre de 1992 - con una plusvalía de 1.000 millones de dólares-y el filántropo empeñado en promover la democracia, la libertad de expresión, la educación y en luchar contra la pobreza, la malaria, el sida, ha decidido poner punto final a una carrera iniciada en 1969 con el predecesor de su mítico Quantum Fund. El fondo especulativo de Soros culmina así un proceso iniciado en el 2000, cuando se centró en la gestión de la fortuna familiar y de sus fundaciones y los inversores externos disponían de 4.000 millones de dólares.
Ahora, cuando termine el ejercicio, devolverá 1.000 millones de dólares (690 millones) a los inversores externos, con una hoja de servicios intachable: una rentabilidad anual media del 20% desde 1969. En una carta firmada por sus dos hijos, Jonathan y Robert, covicepresidentes del fondo de riesgo explican que la decisión responde al endurecimiento de las regulaciones financieras aprobado en Estados Unidos. Con las nuevas medidas, el fondo debería registrarse en la Securities and Exchange Comission (la Comisión Nacional del Mercado de Valores de Estados Unidos), al gestionar más de 150 millones de dólares (104 millones). Las nuevas regulaciones obligan a desvelar información sobre empleados e inversores, los activos que gestionan, los conflictos de interés potenciales y sus actividades económicas al margen de la gestión del fondo. Ante este cambio regulador, Soros Fund Management completará ahora la transición hacia una oficina familiar de gestión que inició hace once años.
Su fortuna familiar se cifra en 24.5000 millones de dólares (16.940 millones de euros, que, para los lectores que recuerden que una vez existió la peseta, equivalen a ¡2,8 billones de pesetas!).
En 1969 creó el embrión del Quantum Fund y en 1973 se instaló por su cuenta. Pero no se hizo popular hasta el miércoles negro del 16 de septiembre de 1992, cuando el Banco de Inglaterra se rindió ante quienes, como él, apostaban por una devaluación de la libra esterlina. Londres decidió salir del sistema monetario europeo y dejar flotar su divisa (devaluarla). El trauma para las elites políticas del país, la City y el grueso de la opinión pública fue tal que Tony Blair no se atrevió a convocar el prometido referéndum sobre el euro. El Reino Unido se hundía en la recesión pero el Banco de Inglaterra mantenía los tipos de interés altos, como dictaba el Bundesbank, preocupado por el recalentamiento derivado de la unificación alemana. Con olfato y sentido común, Soros comprendió que la situación era insostenible. Apostó por la devaluación. Ganó y precipitó también las necesarias devaluaciones en cadena de España y Portugal (1992-1994).
27-VII-11, M. Estapé Tous, lavanguardia