Nació libre pero nieto de esclavos. Sus hermanastros no tuvieron la misma suerte que él porque mujer de su padre los hijos de ella lo son. Hoy en día sigue habiendo unas 600.000 personas en Mauritania que viven en su condición de esclavos aunque la práctica está supuestamente prohibida por una ley del 2007.
Biram Dah Abeid, miembro del Consejo General del
Partido Radical Noviolento Transnacional y Transpartido
Su nombre es Biram Dah Abeid, preside la Asociación para la Abolición de la Esclavitud en Mauritania y su empeño por conseguir la primera condena contra amos en su país le valió seis meses de cárcel y torturas tras ser condenado por asociación ilícita.
Dah Abeid narra, con mirada cansada, que en Mauritania, un país de 3 millones de personas, la esclavitud de parte de la población negra por la minoría árabe bereber es una práctica tan asentada y extendida como brutal. Las familias tienen esclavos heredados de sus padres y estos, a su vez, se apropian como esclavos de los hijos de sus esclavas.
Pero, ¿qué es un esclavo en el siglo XXI? "Alguien empleado normalmente en el servicio doméstico, propiedad de una familia, que no recibe ningún salario por su trabajo y que obtiene únicamente una deficiente alimentación y lo indispensable para vestirse. Las niñas de nueve o diez años son sistemáticamente violadas por su amo y otros varones de la familia. Incluso están a disposición de los invitados", explica Biram Dah Abeid, acostumbrado a exponer con normalidad el horror que entraña la cruda exposición de esa práctica.
Dah Abeid añade que los esclavos varones huyen de esta cárcel sin barrotes en cuanto tienen ocasión y buscan el anonimato de las grandes ciudades, pero están condenados a vivir en la clandestinidad, porque como esclavos no están registrados en ningún lugar. Su existencia no consta ni tienen derecho a estar documentados. Sólo sus amos pueden documentarlos cuando les otorgan una carta de libertad.
Las esclavas, sin embargo, permanecen junto a sus amos, y también los hijos que han tenido, apenas alcanzada la pubertad.
Una vez recuperado de los golpes en prisión, Dah Abeid se muestra más convencido que nunca de que "a la esclavitud se la puede vencer". Lo dice después de haberse reunido en el Congreso con los diputados Carles Campuzano (CiU) y Meritxell Batet (PSC), a quienes ha pedido que España deje de ayudar financieramente a un país que no respeta los derechos humanos más elementales. Carles Campuzano no oculta la dificultad de la acción con un país con quien España tiene suscrito un importante convenio para la contención de los flujos migratorios.
El abogado mauritano recorre Europa con su mensaje. España, Alemania, Francia, Bélgica, Suiza e Italia son los destinos de su gira para denunciar la existencia de la esclavitud en su país. La tarea no es fácil, pero él cree que merece la pena intentarlo.
8-VIII-11, L. Izquierdo, lavanguardia