muere Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco

Laura Pollán siguió tendiendo puentes en su propio funeral. Desafiando el miedo y la lluvia que ayer caía sin cesar sobre La Habana, el nervio aglutinador de su lucha por los derechos civiles de los cubanos volvió a mostrarse en el velatorio exprés de apenas dos horas que, por gentileza del régimen, se celebró de madrugada en la vetusta funeraria La Nacional de la calle Infanta.



Cerca de 200 personas acudieron al llamado de la líder de las Damas de Blanco, fallecida el viernes a los 63 años de un paro cardiorrespiratorio en la sala de terapia intensiva del hospital Calixto García. Activistas, disidentes, personalidades de la oposición, numerosos periodistas de la blogosfera alternativa, ciudadanos de a pie y, por supuesto, sus compañeras se congregaron en el lugar para despedir a esta mujer de ojos verdes y maestra de literatura apolítica, hasta que en el 2003 encarcelaron a su marido, el economista Héctor Maseda, en la ola represiva conocida como la Primavera Negra que llevó a prisión a 75 opositores. Fue entonces que Pollán comenzó a tejer esa red de complicidades, unidad y respeto que se reconocía ayer ante su féretro.



"Ella era una persona sencilla; profesora, madre, abuela y ama de casa, que se convirtió en un símbolo de la resistencia no violenta frente al régimen totalitario y desempeñó su liderazgo con gran altura, a favor de los derechos humanos, de los presos políticos y la democracia en Cuba. Su muerte es un hecho irreparable", manifestó a La Vanguardia el disidente Elizardo Sánchez desde el domicilio de la fallecida, donde su familia recibió el pésame de otro centenar de personas.



Así, su casa, en el número 963 de la calle Neptuno, seguirá abierta como siempre lo estuvo para las decenas de mujeres, esposas de presos políticos, que llegaban al barrio de Centro Habana desde diferentes rincones de Cuba en busca de apoyo y refugio. Allí se juntaron Gisela Delgado - casada con Héctor Palacios-,Dolia Leal - con Nelson Aguiar-y Míriam Leyva - con Oscar Espinosa Chepe-,entre otras. Se habían conocido en su peregrinar por las cárceles del país o en la misa del domingo en la iglesia de Santa Rita, patrona de las causas imposibles, en la 5. ª Avenida del distrito habanero de Miramar. Luego se vistieron de blanco y comenzaron a marchar silenciosamente, a entregar cartas a las autoridades y a reunirse para leerse unas a otras los mensajes que sus maridos les hacían llegar.



Con los años, la incansable labor de denuncia de este primer puñado de mujeres fue creciendo y replicándose en otros puntos del país. "Había despertado admiración de la gente por su valentía. Nos vimos reflejados en ella porque en medio de tanta injuria, represión y soledad, desafiaba el miedo. Y el miedo es el instrumento por el que se sostiene el régimen y sus mentiras", explicaba a este diario el opositor Oswaldo Payá.



A medida que el grupo se fue consolidando, las presiones del gobierno se incrementaron. Las Damas de Blanco padecieron los preceptivos actos de repudio de las hordas procastristas, incluidas las agresiones físicas y psicológicas. Pero su lucha no cesó y en el 2005 recibieron el premio Sajarov de derechos humanos, otorgado por la Unión Europea. Las autoridades impidieron que Pollán viajara a recogerlo...



Pollán fue hospitalizada por una afección respiratoria y sólo hasta 48 horas antes de su muerte, los médicos diagnosticaron que padecía dengue. "Una enfermedad demasiado común en Cuba para que se tardara tanto - explica la bloguera Yoanni Sánchez, que presenció el trato vejatorio de las autoridades cubanas a la familia de la activista-.Metieron el cadáver en una ambulancia y los soldados trataron de impedir que Héctor Maseda, el marido de Laura, se subiera al vehículo. Pero ya había llegado la prensa extranjera y éramos unas cien personas. La ambulancia recorrió un tramo y bajaron a Maseda. Sólo se autorizó un velatorio de dos horas y de madrugada. Todo rápido".

16-X-11, E. Sabartés, lavanguardia