´Hoy es el día´, Pilar Rahola

Antes lo llamábamos la fiesta de la democracia, pero los tiempos no están para fiestas y la democracia necesita un reciclaje urgente. De manera que habrá que buscar otro epíteto más austero para tan pomposo día. Con todo, y a pesar de sus miserias, estoy convencida de que un día como hoy reviste dignidad y merece respeto. Alfred Emanuel Smith, conocido por ser el presidente de la corporación que construyó el Empire State, pero mucho más importante por ser uno de los líderes de los derechos civiles en el Nueva York de principios del XX -Roosevelt lo denominaba "el Guerrero Feliz"-, aseguraba que todos los males de la democracia pueden curarse con más democracia. Y así inició su cruzada contra el trabajo infantil y luchó por los derechos laborales de mujeres e inmigrantes. Para quien tenga interés en este irlandés católico que encarnó la dureza del sueño americano, aconsejo un libro muy interesante de Christopher Finan titulado Alfred E. Smith: The Happy Warrior.Esta es, pues, la idea de Al Smith, que la democracia se cura con más democracia. Y, por tanto, cualquier supuesto que intente aliviar sus males por vías torticeras, léase populismo, despotismo ilustrado o cualquier autoritarismo, sólo agudizará su agonía. Coincido plenamente con este supuesto y de ahí que sea en un día como hoy que tenga más sentido hacer un elogio de la política. La política con mayúsculas, la que emana de los ciudadanos, emerge en los parlamentos y se plasma en las leyes. La que concilia la autoridad democrática con el liderazgo sensato, y que renace de sus errores para engrandecerse. Ya sé que es el peor momento de la política, pero me asusta que confundamos el descrédito de unos malos políticos con la negación de la política y acabemos encantados de que nos gobiernen autoritarios o tecnócratas. Dicho lo cual, nuestro sistema democrático necesita una ITV urgente, no sólo para ponerse al día, sino también para recuperar el prestigio perdido. Y ello implica la reinvención de los partidos políticos, las listas abiertas, la independencia de los poderes democráticos -hoy por hoy, profundamente contaminados por el poder político-, la transparencia en la financiación de los partidos y, en definitiva, presupone recuperar una frescura y una honestidad que el sistema democrático ha perdido.

Pero todo esto toca hacerlo el día después.

20-XI-11, Pilar Rahola, lavanguardia